Escena eliminada de "Disfruta de la noche"

lunes, mayo 30, 2011

Disfruta de la noche, de lo desconocido, de lo prohibido...

Atrás quedaron los tiempos en que Valerio Magno era un despiadado general romano, fiel al lema de su aristocrática y poderosa familia: no conceder clemencia ni esperar recibirla. Hasta que una brutal traición le obligó a entregar el alma a cambio de una inmortalidad que no deseaba. Ahora, tras siglos de vivir en soledad, repudiado por el resto de los Cazadores Oscuros, que no le perdonan su cruel pasado, su altivez y su frialdad, una mujer irrumpe como un torbellino en su vida. Tabitha Devereaux es distinta, atrevida, imprevisible; hace tambalear su mundo y sus creencias. Y está decidida a despojarle de esa máscara tras la que él se oculta para abrir en su corazón una puerta a lo desconocido, a lo prohibido...

Los eventos ocurridos durante Disfruta de la noche, tomaron al mundo Dark-Hunter por sorpresa. Varios personajes queridos perdieron la vida y de repente nada era sagrado. Con todo lo concerniente a la masacre de Desiderius y todo lo ocurrido a Nick, la novela se desencadenó hasta el final a un ritmo vertiginoso. Por tal motivo, esta suave, serena y hermosa escena caracterizada por Acheron junto a la tumba de Cherise Gautier, realmente no encajaba.


Ash escuchaba silenciosamente mientras el sacerdote pronunciaba las palabras de consuelo afuera de la tumba del cementerio de St. Louis, donde Cherise Gautier era sepultada para su descanso eterno. Julian, Grace, Kyrian, Amanda, Tabitha y Valerius se encontraban de pie a su derecha, mientras que Talon, Sunshine y los Peltiers estaban situados a su izquierda, para presentar sus respetos a una de las mejores mujeres que Ash tuvo el privilegio de conocer.

Vestía las mismas prendas que había usado el día en que la vio por primera vez. Un par de amplios pantalones negros, un jersey negro de talla demasiado grande y un largo abrigo de cuero. Cherise le había echado un vistazo y había chasqueado su lengua.
—¿Cuando has comido por última vez?—le había preguntado.
—Hace una hora.
Sus palabras no pudieron engañarla. Convencida de que mentía para preservar su orgullo, se había apresurado a sentarlo en una silla y le había servido un plato de croquetas de papa estilo Cajun, mientras Nick intentaba no echarse a reír.

En los últimos once mil años, ella había sido uno de los pocos seres humanos que había tratado a Ash como a un igual. Había visto en él, nada menos que un joven muchacho que necesitaba cariño maternal y amistad.
Y la echaba de menos, más que a nada.

Mientras permanecía de pie, con el gélido viento cortándole, podía oír su propia alma bramando de furia, porque él era el causante de todo. ¿Cómo podía una simple frase pronunciada en un momento de ira, causar tanto daño? Pero la verdad era, que sí podía. Los cortes y las magulladuras siempre sanaban, pero las palabras pronunciadas en momentos de ira causaban daños permanentes. No dañaban el cuerpo, pero destruían el espíritu.

—La primera vez que vi a Cherise fue el día de su nacimiento,—dijo el viejo sacerdote.—Y estuve presente la tarde en que trajo a su propio hijo al mundo. Nick fue su orgullo y todos los que la conocían saben que de haberle preguntado cual era su posesión mas valiosa, la respuesta hubiera sido, Nick.

Kyrian miró de soslayo a Ash, que escuchó los pensamientos del antiguo general griego. Dado que luego del atroz asesinato de Cherise, el cuerpo de Nick no había sido encontrado, el consenso entre los Dark-Hunters y Escuderos de Nueva Orleans, tanto de los antiguos como de los actuales, era que Nick se había convertido en un Dark-Hunter.
Todos sabían que lo mejor era no preguntarle a Ash al respecto.

Los humanos que no conocían su mundo, habían asumido que Nick era víctima de una fatalidad del destino al igual que su madre; mientras que las autoridades estaban convencidas de que Nick la había asesinado.

Esta última teoría, era la razón por la cual Ash no podía traer a Nick de regreso a Nueva Orleans. Al menos por un buen tiempo. La policía lo estaba buscando y lo condenarían en un segundo.

Sin mencionar, el hecho de que Ash realmente no quería que nadie supiera lo que había sido de Nick. Al menos no hasta que Nick estuviera preparado para lidiar con el mundo.

Después de que el sacerdote hubiera concluido, Amanda y Tabitha colocaron en la puerta de la tumba de Cherise las rosas que sostenían en sus manos, a la vez que el sacerdote y los Peltiers se marchaban.
Amanda se detuvo junto a Ash.
—Ofreceremos una recepción en memoria de Nick, más tarde en nuestra casa. Solo Dark-Hunters y Escuderos.
Ash asintió, pero evitó mirarla a los ojos. Si lo hacía, estaba seguro de que ella descubriría la verdad. No se movió hasta que se quedó solo. Suspirando, miró alrededor de los monumentos de piedra que conformaban el cementerio. Había tantos aquí que él había conocido personalmente. Muchos que había conocido en vida, estaban ahora muertos.
Podía oír el sonido de sus voces en el viento, recordar sus caras, sus vidas.
—Lo siento, Cherise,—susurró.
Dando un paso adelante, materializó un mavyllo, la sagrada rosa negra que había sido creada por su madre y la depositó junto a las rosas rojas. A diferencia de las rojas, esta echaría raíces y crecería en memoria de ella.
Este era el mayor honor que su estirpe podía ofrecer a alguien.
—No te aflijas, Cherise. No permitiré que nada malo le pase a tu hijo... Lo prometo.


Información del manual de los Cazadores Oscuros traducido por DHL

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