Quinto Capitulo de Retribution en Español

domingo, agosto 14, 2011


Abigail se despertó hecha polvo.

La última cosa que recordaba era estar siendo estrangulada por su peor enemigo. El dolor la golpeó duramente mientras recordaba que había pasado.

Había fallado...

Después de todos estos años, había encontrado al hombre que le había arruinado la vida y había matado a sus padres.

Y él la había dominado con una facilidad que la ponía enferma. Arriesgo todo, incluso permitió que usara su cuerpo de experimento, pero ni eso había funcionado.

¡Te odio, Sundown Brady, asqueroso bastardo!

Por un momento pensó que estaba muerta, pero mientras recuperaba la consciencia y miraba la gran habitación que ocupaba se dio cuenta de que aún seguía con vida.

Y era una gran habitación.
La cama donde estaba era un rey de California adornadamente tallada con un edredón azul oscuro que parecía tan ligera que podría moverse como el aire. Los muebles parecían de alta calidad casi como antigüedades, pero no lo eran, no parecía haber ninguna ventana, pero por la altura de diez pies del techo no parecía ser tampoco un sótano. Y la bandeja francesa a su lado tenía pintado un precioso mural con un paisaje forestal y un ciervo dorado.

He muerto y he ido a un palacio.

Por lo menos era lo que parecía, la habitación era mucho más grande que toda su casa.
Mordiendo su labio nerviosamente, se levantó de la cama y miro alrededor, su primera parada, era la puerta que alguien había bloqueado. No la sorprendió, de hecho hubiera estado más sorprendida si hubiese estado abierta.

Abigail cerró los ojos e intento usar sus nuevos poderes para sentir que pasaba a su alrededor. No sintió nada, lo que tampoco significaba nada, ya que era demasiado nueva para controlarlos.

-Tenías razón, Hannah.-dijo.-Debería haberlos perfeccionado antes de perseguir a Brady.

Pero cuando Jonah le dijo que tenían la el dossier con la información de donde patrullaba Sundown, no pudo resistirse.

Ahora estaba pagando por ser tan estúpida.

¿Dónde estaba? No tenía ni idea, mientras que la habitación parecía un palacio, no tenía mucho más que la cama, un vestidor, un armario junto con dos sillas y una mesa de café. No había ni teléfono, ni ordenador, ni siquiera un reloj.

¿Sundown la había secuestrado? Era lo más probable ya que no creía que hubiese sido abducida por un príncipe, el mero pensamiento hizo que su corazón se acelerara. ¿Porque haría eso en vez de matarla? A no ser que quisiera torturarla...

Si, sería lo que él haría. Los Dark-Hunters eran conocidos por ser asesinos viciosos que vivían para escucharlos suplicar por sus vidas mientras morían. Aunque pensándolo bien, esto no parecía una cámara de torturas, parecía un palacio, el tipo de lugar que Jonah amaría...

Se sintió enferma al recordar que Perry y Jonah estaban con ella cuando atacó a Sundown, seguro que estaban muertos, lágrimas se amontonaron en sus ojos al pensar en su perdida, habían sido buenos amigos durante todos estos años, más de lo que ella se merecía varios días y casi no podía recordar un momento que no estuvieran con ella.

Ahora Sundown también los había matado, ¡Maldito!

Maldijo mientras recordaba los últimos minutos que había pasado con ellos, Jonah había sido el primero en identificar a Sundown en la calle, ella quería ir a por él en ese mismo momento pero Perry tuvo la idea de llevarlo hasta las alcantarillas para atraparlo fuera de la vista de transeúntes o policías.

¿Porque no había funcionado? Sus poderes debían haber sido suficientes para acabar con él, era como si otra cosa lo protegiera de sus ataques.

La frustración corría por ella hasta que sintió a alguien que se acercaba a su cuarto. Rápidamente volvió a la puerta y busco algo que pudiera usar como arma. No había nada excepto las pinturas de la pared, pero eran demasiado grandes e indefensas por lo que no le servirían para nada, sin mencionar que eran pinturas reales y no tenían ningún cristal delante para poder romperlo y usarlo como arma. Ni siquiera tenía una lámpara con la que poder golpearlo. La luz provenía de unas latas elevadas que estaban sobre un interruptor más oscuro. Si apagara la luz, no ayudaría en nada ya que su visión en la oscuridad era mucho mejor que la de ella.

Pero no le importaba, lo mataría con sus propias manos si era necesario, no la vencería esta vez, se pegó a la pared mientras la puerta se abría lentamente.



Jess se detuvo al ver la cama vacía, habiendo sobrevivido a tantas trampas siendo humano, sabía que ella estaría cerca, esperando la oportunidad para atacar.

Y no de la manera que un hombre esperaba que una mujer atractiva lo atacara.

Como ella no estaba en su línea de visión, debía estar detrás de la puerta, ni siquiera había terminado de pensarlo, cuando ella saltó sobre él con todo lo que tenía, que era demasiado para lo que era. La puerta lo golpeó duramente en el brazo y la cara.

Perfecto, eso iba a dejar marca.

Algo confundido, se tambaleó hacía atrás, un error, porque ella rodeo la puerta y con un rugido feroz se abalanzo sobre él.

Mierda, era como pelear con un gato montés, pensándolo mejor, él prefería estar peleando con un gato montés, por lo menos a ellos podía dispararles.

-¡Para!-grito, intentando quitársela de encima mientras ella le golpeaba con sus manos.
-¡No hasta que estés muerto!

Él siseó cuando le mordió la mano.

-Créeme, no quieres que muera.

Ella le dio un codazo en el estómago.

-¿Y porque no?

Jess trato de cogerla, pero ella se deshizo de su agarre y le golpeó en la pierna, entonces él decidió poner distancia en el vestíbulo.

-Estas encerrada en mi sótano insonorizado donde nadie podrá escuchar tus gritos, además nadie se atreve a bajar aquí para ver como estoy, no les está permitido.

Bueno, eso no era cierto, siempre le costaba mantener a Andy fuera lejos de aquí, pero ella no necesitaba saber eso.

-La gente solo creerá que sigo viviendo solo, tienes comida para un día en la despensa. Después espero que no te importe comer carne podrida de cazador oscuro porque, cariño, es todo lo que vas a tener.

Abigail se detuvo con sus palabras, podría acusarlo de mentiroso, pero había algo en sus ojos que le decía que estaba siendo honesto con ella, además, tenía sentido sobre lo que ella sabía acerca de los cazadores oscuros y sus hábitos.

Sus hermanos apolitas le contaron que sus escuderos les tenían miedo que solo trabajaban con ellos cuando tenían que hacerlo. Algunos de ellos incluso se habían alegrado de que los apolitas los mataran para ser libres de sus amos.

-Podría haber tirado la puerta abajo.

Él se mofó de su valentía.

-Esto fue diseñado como refugio con paredes de acero de diez pies, a no ser que tengas artillería pesada en el corsé, cariño, no creo que puedas hacer nada. No hay teléfonos aquí o algo parecido, es como una tumba, que es lo que se será si me matas, pero esa decisión es solo tuya.

Quería arrancarle la garganta, desafortunadamente y aunque estaba deseando matarlo, sus instintos de supervivencia aparecieron, lo último que quería era morir...por lo menos antes que él.

-¿Porque me trajiste aquí?
-¿Porque matas cazadores oscuros?-le contesto.

Alejándose de él, le lanzó un sonido de repugnancia, al menos, tan repugnante como podía debido a su cambio de ropa. Vestido con unos pantalones de pijama con conejitos psicopatas rojos que le daban un toque de humor a su “chico malo que va a arrancar tu garganta” aura y una camiseta gris el parecía...normal. Lo único letal sobre él ahora su altura y esos ojos negros que prometían su muerte.

Ella tragó antes de contestar.- ¿Porque crees?
-Aparte de porque estas tan loca como un gato en una fábrica de mecedoras, estoy tan perdido como un potro recién nacido.

El estómago se le contrajo con sus palabras.- Perdón, olvide que para ti estaba bien matar a inocentes apolitas y humanos y rezar por ellos. Bien, nuevas noticias, idiota, ya no vamos a permitir lo más, tus días de matarnos se acabaron, ahora nosotros vamos a por ti.

Frunciendo el ceño, él echo la cabeza hacia atrás con una expresión confundida.- ¿Otra vez?

-¿Estas sordo?
-No señora, pero espero que no me acabes de acusar de matar las cosas que protejo.

Su negación hizo que la sangre volviera a hervirle de rabia, rechinando sus dientes, se lanzó con él. Jess la agarró contra su pecho, ella piso su empeine con toda su fuerza, maldiciendo él se inclinó y tropezó, gran error, porque ella aprovecho para golpearle en los oídos, el dolor le destrozaba el cerebro, ella le habría terminado dando un rodillazo en la cara si él no hubiera puesto algo de distancia entre ellos.

Cansado de que lo pateara, se maldijo por haber declinado las esposas, lo único que pudo hacer fue cubrirla con su cuerpo y contra la pared para que ella no pudiera seguir golpeándolo.

-Basta de peleas.-susurro en su oído.
-¡No! Me lo quitaste todo y voy a matarte por ello.

Lo estaba confundiendo más todavía.- ¿De qué hablas?
-¡Mataste a mis padres, bastardo!

Durante unos segundos no pudo respirar mientras los recuerdos de su vida humana volvían a él. Cambió padres por padre y a la chica por un joven y recordó el tiempo donde alguien lo había acusado de lo mismo, después de la acusación, el hombre saco su pistola y le disparo.

La bala impacto en su hombro, actuando por puro instinto en incontables tiroteos, Jess había cabalgado a su caballo y había devuelto el favor, solo que su bala había impactado en la cabeza del hombre, no supo quién era hasta que se acercó a comprobarlo solo para encontrar a un muchacho de dieciséis años que lo miraba en agonía mientras la luz se apagaba en sus ojos.

El padre que el muchacho decía era un tramposo que había intentado matarlo a tiros en un bar un par de semanas antes, Jess lo había desarmado pero el idiota había vuelto para apuñalarlo y él le había disparado.

Justificado.

Pero la muerte del chico...

Era una de las memorias que deseaba que dios le borrara.

-No he matado a ningún humano desde hace ciento cuarenta años y estoy seguro que no mate a tus padres.

Ella grito antes de liberarse de su agarre.

-¿Ni siquiera te acuerdas? Desgraciado, asqueroso...

Consiguió coger su mano antes de que lo abofeteara.- Cariño, no he disparado a un humano desde que tenía des que tenía un año, la única lo bastante loca para hacerlo, eres tú.

Ella se apartó de él e intento golpearle.-Te vi con mis propios ojos, los mataste a sangre fría.
Eso hizo su sangre arder, puede que sea muchas cosas pero eso...eso...-Una mierda, jamás he matado a nadie a sangre fría.
Ella le sonrió.-Claro...eras un asesino a sueldo, era todo lo que sabías hacer, no te importaba cuando o que tuvieras que disparar siempre que te pagaran.

-Era.-susurro arrastrando la palabra.-Y a todos los mate en un duelo justo, tenían las mismas posibilidades que yo.

Aunque era el primero en admitir que era un asesino a sangre fría, no como Bart, había líneas que no iba a cruzar, había cosas que el dinero no comprarse con dinero.

-Te juro por dios que yo no mate a tus padres.

Abigail se detuvo, él creía lo que decía, podía verlo en sus ojos y en su indignado todo de voz.

-¿Cómo pudiste olvidarlo? Te escuche pelear con mi padre, te fuiste, luego volviste y entraste a la fuerza en nuestra casa.

Alzó los brazos para enfatizar su punto.

-Nunca he entrado a la fuerza en una casa, en un banco, probablemente, una o dos veces en algún tren para robar nóminas, pero nunca en una casa.
-Mientes.
Él negó con la cabeza.-No lo hago, no tengo porque.
-Tonterías, yo estaba allí y te vi.
-Y yo te digo que no era yo, te lo juro por el alma de mi madre, no los mate y mientras peleaba con tu padre, nunca lo golpeé o lo insulte.

Después para su sorpresa, él se fue a una cabina un poco más abajo del vestíbulo y sacó una caja fuerte protegida por un scanner de manos, dentro había una pistola y un KA-BAR, después sacó el cuchillo.

Su corazón latía rápidamente al darse cuenta de que iba a apuñalarla, se preparó para lo que estaba por venir, pero el ataque nunca llegó.

En vez de eso, el giro el KA-BAR para que la punta apuntara hacia su cuerpo y la empuñadura estuviera al su alcance.

-Si piensas que de verdad mate a tus padres, toma tu venganza.-dijo dándole el cuchillo.

Completamente fuera de juego, se quedó mirándolo con el cuchillo en su mano.

Has esperado toda tu vida por este momento, córtale la garganta, ¿qué más da si moría después? Por lo menos tendría su venganza.

Quería su vida con una pasión increíble, era una necesidad primaría que gritaba por su sangre, pero algo dentro de ella le decía que debía esperar.
En ese instante, tuvo otra memoria. Sundown sentado en su cocina pintando con ella.

-Mira, Laura, tienes a toda una artista, nunca he visto un mejor dibujo de Scooby-Doo.

Abigail había gritado de felicidad mientras su madre les traía un chocolate caliente, cuando su madre se giró, Jess puso sus malvaviscos en la taza de ella porque eran sus favoritos, le guiño un ojo y puso un dedo en sus labios mirando a su madre para que no dijera nada y acabaran en problemas.

Ella no podía recordar las veces que él había hecho algo tierno por ella.
Sundown había sido su amigo.

No, le dijo su mente, él los mató, lo había visto en el espejo de su cuarto, no sabía ser amigo de nadie, podía traicionar a su propio corazón y si le estaba ofreciendo el cuchillo...

-¿Qué tipo de truco es este?

Ni siquiera se movió o parpadeo, simplemente se quedó frente a ella mirándola, su presencia era terrorífica y aplastante como el fuerte nervio que palpitaba en su mandíbula.

-No es un truco, créeme, entiendo la necesidad de matar a la persona que se llevó a tus seres queridos, sé que soy inocente pero no te castigare por lo que crees, aunque este mal.-Bajo sus brazos a sus costados.- Si quieres matarme, adelante, no te detendré, pero quiero que sepas que cuando lo hagas estas manchándote de sangre inocente, espero que dios tenga piedad de tu alma.

Sintiendo la rabia crecer en ella, acerco la punta a su yugular, esperando que agarrara su mano y usara el cuchillo contra ella, pero no lo hizo.

-Te matare.-siseo.

Podría decapitarlo, no tenía ninguna duda, él siguió mirándola.

-Hazlo.

Decidida, presiono el cuchillo contra su garganta haciendo una pequeña herida, pero aun así él continuó quieto, más bien esperaba a que ella lo matara.

-¿A qué esperas?-la estaba retando.

Apretó sus dientes con furia hacia ella misma.-No soy como tú, no puedo matar a alguien que no puede defenderse.
-Es bueno saber que los otros cazadores oscuros que mataste tuvieron oportunidad de luchar.

Le aparto el cuchillo del cuello.-Oh, perdóname, bastardo chupasangres, se exactamente como te alimentas de la gente y luego culpas a los apolitas por ello.
Él frunció el ceño.-Espera, me estas confundiendo, primero soy un asesino y ahora se me acusa de alimentarme de la humanidad. ¿Con quién has estado hablando? Te han lavado el cerebro, nosotros no somos los malos, son los Daimons.
¿De qué estaba hablando ahora?-¿Daimons? ¿Qué es un Daimon?
Él casi se atraganto.- ¿Trabajas con Apolitas y no sabes que es un Daimon?
-No, ¿son alguna clase de demonios?
Sundown cruzó sus brazos sobre su pecho y la miro incrédulo.- Los Daimons son Apolitas que viven después de su veintisiete cumpleaños.

¿Que estaba tramando? Él conocía mejor que ella la historia de su familia adoptiva

-No pueden hacer eso, es imposible.
-Si...el caso es que pueden, lo sé porque es a ellos a quien persigo, todas las noches, sin falta.

Ella puso los ojos en blanco por su locura.

-Eres un mentiroso.
-¿Porque mentiría?
-Porque eres uno de los que mata a los humanos para echarle la culpa a los Apolitas.-repitió, enfatizando las palabras para que incluso él lo entendiera.-Los usas para escapar y esa debe ser la mentira que dices para justificarlo.
-¿Y en que universo alternativo tiene sentido? ¿De verdad? ¿Porque culparíamos a humanos o Apolitas para esconder los crímenes que cometemos, joder, tendría más sentido culpar a los enanitos verdes. ¿Quién te contó esas tonterías?

Antes de que pudiera contestar, algo brillo a su lado, levantando su mano para protegerse los ojos, grito de dolor, era cegador. Cuando despareció, había otro hombre en el vestíbulo, un hombre con un aura oscura que parecía haber nacido para matar, alto de pelo oscuro y ojos azul como el hielo, era magnifico. Vestido con camiseta y pantalones azules, tenía una pequeña barbita de chivo. Primero la miro a ella y luego conecto su mirada con la de Sundown que parecía saber quién era.

-¿Tengo que matarla por verme aparecer?
Sundown negó con la cabeza.-Ya sabe quiénes somos.
El desconocido se burló de él.- Arriesgado, chico, si Acheron se entera que vas contando secretos a civiles, puede romperte el culo.

Sundown recorrió con un dedo su mandíbula con esa expresión que decía claramente que no estaba asustado.

-No es lo que piensas, Z. Usa tus poderes de dios y averígualo, no tengo la culpa de nada.
Z se mofo.-Impresionante sintaxis, Cowboy, tienes suerte casi pueda seguirte, en cuanto a los poderes, no tengo tiempo para ella y la verdad no me importa, prefiero matarla y ahorrarme energía en algo que me encantaría...meter las narices.

Vale, alguien era anti-social, no estaba muy segura si debía gustarle este Z o no. Era más bien, repugnante.

-¿Porque estás aquí?-pregunto Sundown.
-Tenemos un problema gordo.

A Jess no le gustó nada como sonaba todo aquello y miro a Abigail.

-Ya tengo uno de esos, no necesito otro, compañero.

Zarek rió maliciosamente ante el mote que le había puesto, solo Jess podía llamar de esa manera al ex-esclavo romano y vivir, tampoco es que hiciera falta mucha motivación para que Zarek matara, odiaba al mundo entero y no quería saber nada de nadie. Aunque para contarlo desde el principio, si no hubiese sido por Jess, Zarek estaría muerto y no casado con una diosa griega.

Era una deuda de la que ninguno hablaba, nunca, aunque Zarek no era la clase de hombre que olvidaba, tenían una silenciosa amistad tan profunda como si fuera de sangre.

Zarek se puso serio.- Traigo malas noticias, alguien mato a tu amigo anoche.
Su corazón tiró ante las noticias.- ¿Ren?
-Otro amigo.

Jess frunció el ceño, como Z, él tendía a alejarse de todo el mundo, su pasado no era para que confiara en nadie.

-Solo os tengo a vosotros, así me quedo sin ideas sobre quien puede ser.

Zarek le golpeó en la espalda.
-Piensa compañero, un fiero inmortal que le gusta apostar en el casino de Sin, viste camisas de mal gusto y se dedica a ver anime.
Jess cogió aliento bruscamente cuando lo entendió.
-¿Viejo Oso?
-Dale una galletita.-Dijo Zarek con sarcasmo.-Finalmente lo cogieron.

Jess no podía creer lo que Zarek le estaba contando, no era posible, Viejo Oso era uno de los cuatro guardianes y muy poderoso.

-¿Cómo?
-Algún gilipollas lo decapito sobre la una de la madrugada.

La mujer les frunció el ceño.
-¿Estáis hablando de Cazador Oscuro nativo americano que vivía en esta zona?

Un mal presentimiento inundo a Jess cuando se enfrentó a su mirada, posiblemente no había sido tan estúpida para...

-Dime que no lo hiciste.
-¿Matarlo?-preguntó.- Bien, no lo hice...pero lo hice.

Genial, esto era malo. La clase de cosas que eran peor que una película de terror, de hecho preferiría estar desnudo frente un ejército de muertos vivientes sin armas ni armadura recubierto con material cerebral y con un cartel que pusiera “VENID A COGERME”, antes de tener que hacer frente a lo que les esperaba.

-Cariño, te voy a dar una lección rápida, solo porque alguien tenga varias décadas y colmillos no quiere decir que sea un Cazador Oscuro.-Zarek coincidió.- Y algunos de esos colmillos inmortales son necesarios, como Viejo Oso.

Ella puso los ojos en blanco con desdén.
-Por favor.
Jess la ignoro, no había tiempo para discutir con ella, tenían peores problemas que su terquedad.
-¿Es muy grave?-pregunto a Zarek.
-Bueno, era el guardián de las tierras del oeste, donde su pueblo ha desterrado a algunos de los peores depredadores sobrenaturales. Ahora que está muerto, todos aquellos que guardaba han sido liberados.

Jess no quería hacer la siguiente pregunta, pero desgraciadamente tenía que hacerla.
-¿Y ellos son?
Cuando contestó, el tono de Z era como seco como el desierto.
-Nada muy grave, un par de plagas, algunos desastres naturales y mi favorita...-paró diciéndole a Jess lo mala que iba a ser.-...el Espíritu del Oso Pardo.

Genial, parecían las mejores estrellas del infierno.
-Estas bromeando, ¿verdad?
Zarek negó con la cabeza.
-Sabes que no tengo sentido del humor, los Guardianes Oscuros irán ahora a por Choo Co La Tah, que es el guardián del norte, si consiguen matarlo, también podrán liberar a aquellos que guarda.

Y desatar una guerra apocalíptica que haría al líder Daimon, Stryker, parecer un cobarde, si, justo lo que necesitaban.
La mujer puso sus brazos en jarras.
-¿De que estáis hablando?
-Nada importante.
Zarek le lanzó una mirada desagradable.
-Solo el fin del mundo como lo conocemos y para que lo sepáis, no estoy bien, aunque ninguno de vosotros lo estará cuando esto os caiga en la cabeza.

Jess atrajo la atención de Zarek de nuevo al tema que importaba, salvar el mundo de aquellos que querían destrozarlo.

-¿Y dónde está Choo Co La Tah ahora?
-Ren estaba con él cuando Viejo Oso murió, ahora está protegiéndolo, cuando el sol se esconda, Ren necesitara ayuda para llevar a Choo Co La Tah hacia el Valle de Fuego.
Eso no tenía ningún sentido.
-¿Porque?
Zarek se encogió de hombros.
-Tendrás que preguntárselo tú mismo, no pregunte mucho y nadie me lo explico, todo lo que sé es que tiene algo que ver con una profecía de su panteón y por eso no puedo ir contigo, parece que el sitio donde tienes que ir está protegido contra cualquiera, dios o semidiós que haya nacido lejos de su panteón, yo solo soy el mensajero, Ash habría venido, pero su mujer esta de parto.
-¿Porque te llamo a ti?
Zarek le lanzó una mirada cómica.
-Porque soy encantador.
Jess soltó un bufido de furia.
-Bien gilipollas, supongo que tiene que ver con el hecho de que tú no me dispararías.

Fue una buena idea, se abstuvo de llamar a Andy porque el chico era demasiado nervioso para hacer frente a estas noticias, iría corriendo a su cuarto, enloquecido por el fin del mundo y tratando de tener sexo antes de que ocurriera.

-¿Porque no me llamo?
Por alguna razón que no lograba entender, las llamadas de Ash eran las únicas que llegaban hasta ahí abajo, el hombre tenía un gran servicio telefónico.

-Lo intento, pero no contestabas y como está demasiado ocupado con su mujer tratando de cortarle las pelotas por los dolores del parto, me mando a mí.

Jess pagaría por ver esa escena, no podía imaginarse a nadie amenazando a Ash, le echo una mirada a Abigail, que era su problema desde que la había seguido por la alcantarilla, la llamada se habría producido mientras estaban peleando.

Zarek se acercó a ella.
-Gracias, Señorita Priss, por ponérnoslo fácil.
Chasqueó sus dedos y los ato con una soga, uniéndolos, ella le grito hasta que Zarek hizo aparecer una mordaza para acallar sus insultos.

-¿Que estás haciendo?-pregunto Jess.
-Te lo estoy poniendo fácil.

Confundido por las acciones de Zarek, frunció el ceño.
-¿Me lo estás poniendo fácil?
-Llevándotela contigo.

En este punto, Z estaba empezando a ponerlo nervioso.
-Puedes parar de actuar como un Oráculo de tercera y decirme algo que tenga sentido.

Porque ahora mismo no tenía ni idea de porque Zarek la había adornado como un regalo de Navidad y estaba demasiado cansado para buscar respuestas.

-Encantado. Para que todo vuelva a la normalidad y que el infierno no se desate Choo Co La Tah tiene que ir al Valle y ofrecer un sacrificio de la persona que mato a Viejo Oso.

Paso una sonrisa irónica sobre la mujer.

-Y esa serás tú, dulces mejillas.


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