Capitulo 8 y 9 en Español de "The Guardian"

viernes, noviembre 11, 2011

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Octavo Capitulo en Español de "The Guardian"

Lydia se despertó con la sensación más extraña. Nunca en su vida había dormido sin soñar. Pero ni un solo sueño había venido a ella la noche anterior. Cuando el Guardián le dijo que le había quitado todos sus poderes no estaba bromeando. Él ni siquiera sabía que ella tenía ese poder. ¿O sí?

Estirándose, se dio vuelta para verlo en su escritorio donde había estado la noche anterior cuando ella se fue a dormir. Todavía vestido en sus ropa negra, él había dado vuelta la silla de frente a la cama y con su espalda a la pared. Pero él no le estaba prestando atención en lo absoluto.

En vez de eso, él sostenía un libro antiguo de cuero en su falda con una mano larga, elegante y masculina. Él estaba reclinado en la silla con su brazo apoyado en el escritorio mientras su mejilla sana descansaba en su puño. Sus piernas, increíblemente largas, estaban estiradas frente a él y solo se cruzaban a la altura de los tobillos.

Ella sonrió ante la inesperada imagen de sus bien formados pies descalzos. Eran lindos, y esa era una palabra que nunca antes había usado para describir un par de pies. Normalmente le resultaban intolerables.

Qué raro que al verlo así pareciera un hombre como cualquier otro, en cualquier lugar. Bueno, no cualquier hombre. Hombres tan lindos eran pocos. Hombres increíblemente apuestos y musculosos eran todavía más difíciles de encontrar. Y encontrar uno con este cuerpo, cabello y ojos, era como encontrar un unicornio. A decir verdad, ella nunca había visto a un hombre pelirrojo que no tuviera pecas y que no tuviera la piel blanca, no que hubiera algo malo con eso. Sólo, era lo que uno esperaba ver cuando conocía a un pelirrojo natural, hombre o mujer. Pero no había una sola peca en su cuerpo y aunque él no había visto la luz del día en, quién sabría cuánto tiempo, su piel era tostada y leonada.
Incluso con los moretones y cicatrices, le hacía agua la boca. ¿Cómo podía ser que esa pose fuera increíblemente sexi? ¿Tan increíblemente deliciosa? Con la mano con la que sostenía el libro, dio vuelta la página sin mirar hacia arriba.

Ella sonrió ante la imagen de esos rulos caoba. Shirley Temple no era nada comparada con él. Y aun así lo hacían increíblemente masculino.

Más que eso, ella se moría por jugar con sus rulos.

Mientras estudiaba sus rasgos, ella notó que el moretón sobre su ojo rojo se había vuelto de un horrible color violeta. Él tenía un nuevo moretón en su oreja, que había estado sangrando la noche anterior. La marca de la mano era todavía más pronunciada, así como las marcas de mordida en su cuello.

Ella quería llorar ante la evidencia de tanto abuso. Sin embargo, él estaba ahí sentado, tan acostumbrado a esto que ni siquiera hacía un comentario sobre el dolor que tenían que estar causándole.

Lamento tanto haberte apuñalado. Él era tan diferente a lo que había pensado que era la primera vez que lo había visto. ¿Cómo podía haberse equivocado tanto con él?

Pero no había sido completamente culpa suya. A pesar de la legión de insultos y palizas que soportaba, su forma de actuar era fiera y confiada como la de cualquier guerrero o Rey. Él exudaba tanto poder y autoridad que nadie sospecharía que era el saco de boxeo de Noir y, por lo que había visto la noche anterior, el juguete sexual de Azura.

Pero quizás ese era su escudo. Su forma de ocultar su vergüenza. Los mantenía alejados, y en este lugar infernal, probablemente también evitaba que lo lastimaran.

Ese pensamiento le hizo querer rodearlo con sus brazos y abrazarlo fuerte.

Si él la dejara.

Aclarándose la garganta, ella finalmente habló. "¿No dormiste para nada?"

Él negó con su cabeza, pero no elaboró. "¿Tenés hambre?"

"Todavía no. Necesito despertarme un poco antes de comer."

Sentándose en la cama, ella frunció el ceño ante el hecho de que la pc estaba cerrada. "¿Dejaste de investigar?"

"No pude encontrar nada y me cansé de tratar de descifrar una escritura que no tiene sentido para mí."

Pero él había estado tan feliz cuando ella se fue a dormir...al menos ella pensaba que eso era felicidad, mirando las fotos y escuchando su música. Ahora estaba siendo nuevamente serio y solemne como si estuviera escrito a fuego en su ADN.

Ella se levantó y fue a ver lo que estaba leyendo, pero no pudo entender su alfabeto. Definitivamente no era egipcio, pero se veía un poco parecido.

"¿Qué es eso?"

“Bilgames.”

Guau... ese era uno nuevo para ella. "¿Quiénes hablaban Bilgames?”

Él frunció el ceño. "No entiendo."

Bueno, al menos ella no era la única en esta habitación que estaba perdida. "¿Qué tipo de lenguaje es Bilgames? ¿De dónde viene?"

"No es un lenguaje. Es el nombre de la historia.”

Entonces sus rasgos se relajaron, como si se le hubiera cruzado algo por la cabeza. "Creo que ustedes lo conoces como Gilgamesh."

"Ah...” Ahora entendía cómo se había sentido él la noche anterior cuando ella había usado vocabulario técnico. Era como tener la mitad del rompecabezas. Pero la otra mitad era todavía más misteriosa.

"¿En qué lenguaje está escrito?"

“Akkadian.”

A la miércoles. Ella estaba sorprendida por el descubrimiento. No sabía mucho de historia, pero era extremadamente antiguo y era anterior a su nacimiento... A decir verdad, ella casi no había oído hablar de ese idioma porque era tan viejo. "¿Y podés leerlo?"

Sus ojos escupían fuego. "No soy tan estúpido, ni tampoco analfabeto."

"Obviamente no. Nadie que pueda leer algo tan complicado en un alfabeto que básicamente son garabatos podría ser considerado estúpido."

Eso pareció calmarlo. "No es tan difícil."

"Para vos. Si estás tan desconcertado al ver mi alfabeto como yo al ver el tuyo...dice mucho." Ella continuó estudiándolo, pero era como tratar de leer Braille. "¿Entonces sos Akkadiano?"

“Egipcio.”

“¿De verdad? No parecés Egipcio.”

Él levantó la ceja ante su comentario. "¿Porque pasaste mucho tiempo en Egipto, no?"

"Bueno...no. Pero vi fotos. Los Egipcios tienen piel más oscura y definitivamente no son pelirrojos.

“Eso me demuestra lo mucho que sabés. Comerciábamos intensamente con muchas naciones y mucha gente venía a vivir en la región norte de Egipto de todas partes de los reinos conocidos."

“¿Sos peleador a la mañana, no?" ella le bromeó. Pero eso no explicaba por qué su tono de piel era tan oscuro, y sus ojos tan claros y su cabello rojo. "¿O sea que podés leer jeroglíficos?"

“Claro.”

“Me juego a que en un museo estás como en casa. ¿Alguna vez pasaste cerca de una momia, la miraste y le dijiste, hola tío Imhotep, cómo andás?”

Ni siquiera mostró un gesto de gracia. "¿Un museo?"

¿En eso se había quedado? "No importa. ¿Qué otros lenguajes antiguos lees?”

"Griego y Sumerio."

“¿Latín?"

Él frunció el ceño. "¿Qué es Latín?"

El estómago se le contrajo. ¿Era anterior a Roma? Eso era probablemente el pensamiento más aterrador de todos.

"¿Sabés sobre Roma?"

"No. No conozco a ninguna Roma."

"No, no es una persona. El Imperio Romano. ¿Sabés? Nerón, Octavio, César, y otra gente de nombres raros."

Nombres a los que debería haber prestado más atención cuando estaba en la escuela. "Ese enorme y temible imperio que conquistó el mundo y puso a todos bajo su mando. Inclusive a Egipto."

“Nunca escuché hablar de este lugar que describís."

Sí, era más viejo que el polvo. Ella le preguntaría en que año había nacido, pero probablemente no le serviría de nada. Su calendario, si siquiera tenían uno, sería diferente al de ella.

Y había estado bajo el puño de Noir durante todo este tiempo. Mierda.

Ella frunció el ceño al cruzársele otro pensamiento... ¿tendrían libros en ese momento?

Seguramente no. Pero entonces...Ella miró con atención las frágiles páginas y la encuadernación gastada de cuerpo.

"¿Cómo conseguiste un libro escrito en un lenguaje tan antiguo?

Su humor se volvió oscuro mientras un aire de profunda tristeza lo envolvió. "Noir solía dármelos cuando lo complacía."

Desesperadamente, ella quería que elaborara sobre lo que significaba complacer a Noir, pero los sentidos del chacal en ella le advirtieron que no profundizara en el tema. Lo que sea que significara, era obvio que le causaba mucho dolor pensar en eso.

Noir debía de haber encuadernado los pergaminos originales en libros. Eso tendría sentido.

"¿Este es el único que te dio?"

Él negó con la cabeza. "Pude salvar cinco de ellos."

"¿Qué querés decir?"

"Noir también los destruía cada vez que lo hacía enojar, que siempre fue bastante seguido. Escondí todos los que pude, pero eventualmente los encontró a todos menos a estos cinco."

"Ese reverendo hijo de ****." La puteada salió de su boca sin darse cuenta. Pero honestamente le jodía que él pudiera destruir algo tan valioso. Y quitarle a su demonio la única cosa que probablemente le había dado alguna clase de placer en esta existencia infernal.

Seth se congeló ante su desliz. El hecho de que ella estuviera enojada por algo que le habían hecho a él... A nadie le había importado anteriormente.

Está mintiendo. No seas tonto.

Pero no se sentía como una mentira. Se sentía...real.

Ella se aclaró la garganta mientras se ponía colorada. "Perdoname."

Eso lo confundió todavía más. Siempre había entendido la ira. Pero su necesidad incesante de decir esa palabra todo el tiempo..."Te disculpás demasiado por cosas que no hiciste. ¿Por qué"?

"No me estoy disculpando porque hice algo malo. Es un convencionalismo respecto a la emociones que significa que me conduelo y comparto tu dolor."

Aun así él no lo entendía. "¿Por qué compartirías mi dolor si no soy nada tuyo?"

“Porque es lo que la gente hace. Se conduelen por los otros y tratan de ayudarlos."

Si pudiera, se reiría ante lo absurdo de esa afirmación. "Obviamente no conociste a la misma gente que yo conocí. Nunca conocí a nadie que fuera como vos decís."

"No me refiero a los demonios. Estoy hablando de humanos."

"Y ellos son peores todavía. Podés esperar crueldad de un demonio. Son abiertamente traicioneros y no intentan ocultarlo. Los humanos... te engatusan, y cuando cometés el error de confiar en ellos, de creer en sus mentiras que dicen con convicción, te pasan por encima."

La cabeza de Lydia dio vueltas ante el odio en su voz. ¿Qué le habían hecho? "Nunca nadie te ayudó, ¿verdad?"

"No."

"¿Nunca? ¿Ni una sola vez?"

"Si alguna vez me ayudaron, eventualmente lo pagué con sudor y lágrimas. Así que no, no lo cuento como ayuda. Es incluso más cruel que quedarse de brazos cruzados. Creeme."

Ella le concedía eso. Pero, Dios...

En ese momento, ella estaba todavía más agradecida de tener a Solin. Sin él, lo más seguro es que este hubiera sido su destino. "Desearía poder hacer que todo fuera mejor para vos."

"¿Todo, qué?"

“Tu vida. Tus recuerdos. Mi pasado no es perfecto, y en él hubo gente que me lastimó. Demasiado, a veces. Pero no fue de la misma forma que vos lo describís. No al punto de que hubieran envenenado mi alma. Por eso. Lo lamento mucho por vos."

Nunca nada aliviaría el dolor de su pasado, ella se dio cuenta de eso. Estaba roto, como nadie que ella hubiera conocido. ¿Y quién podría culparlo? La crueldad de Noir haría que cualquiera se volviera loco.

Seth tragó ante la sinceridad que vio en sus ojos. Una parte de él estaba desesperado por confiar en ella. Si sólo pudiera. Pero una vida entera llena de traiciones los separaba.

Recién se habían conocido. Y ella era su prisionera. Como él, ella haría lo que fuera por escapar. Inclusive vender su alma. ¿Qué significaban unas mentiras bien dichas y algunas miradas tiernas si con eso lograba lo que quería? ¿Quién podría confiar en alguien en su posición?

Sólo un tonto lo haría. Y él era cualquier cosa menos tonto.

Ella se acercó para tocar el borde del libro. "¿Esto es lo que hacés para entretenerte?"

“Así es.”

Ella se mordió el labio mientras consideraba lo que le había dicho, entonces sus ojos color topacio brillaron como si se le hubiera ocurrido una travesura. "¿Alguna vez quisiste escapar y hacer algo salvaje y diferente?"

"¿Cómo qué?"

"No sé. ¿Qué hay afuera de este cuarto?"

El infierno. La miseria. Paredes llenas de sangre. Estatuas que volvían a la vida para comerse tus ojos. Demonios que atacaban sin razón aparente. Sin mencionar dos idiotas conocidos como Azura y Noir.

Quizás debería decirle todo eso, pero al final, se conformó con darle una respuesta más genérica. "Nada que valga la pena."

"¿De verdad?"

"Sí. Azmodea es extensa y tiene muchos reinos en ella, pero ninguno vale la pena el peligro de explorarlos. Que los Dioses tengan piedad de vos si te encuentran los demonios que recorren estas tierras sólo para encontrar víctimas. Y lo que es todavía peor, algunos de los otros reinos, están gobernados por seres que hacen que Noir y Azura se vean como pacifistas. Si en algún momento te encuentran... bueno no es algo muy agradable."

Lydia asintió. Por su tono de voz y la forma en la que inconscientemente se había tocado su muslo como si reviviendo algún dolor, ella se dio cuenta de que hablaba desde la experiencia.

"¿Entonces te quedás sentado en este cuarto y lees?"

"Cuando me dejan, sí."

Ella no podía imaginarse una forma más aburrida de vivir, especialmente desde que solamente tenía cinco libros para entretenerse. "Sin ofender, pero es un poco patético, ¿no?"

Le dedicó una mirada afectada mientras se puso duro como una tabla. “No quiero escuchar esa palabra.”

Dado su tono y su actitud de quiero-arrancarte-los-ojos, era más que evidente. Ella quería saber a qué palabra se oponía con tanto ímpetu para jamás volver a decirla. “¿Poco?”

“Patético,” dijo esa palabra con suficiente veneno como para matar a alguien.

“Está bien. Voy a eliminarla de mi vocabulario.”

Cerrando el libro, lo dejó a un lado. Se levantó y dudó como si todavía estuviera luchando para mantener su temperamento bajo control. Cuando habló, todavía se escuchaba la bronca en su voz. “Puse algunas prendas de ropa en el baño para vos.”

“Gracias.”

Eso pareció causarle vergüenza, pero al menos se le había ido toda la bronca. “Si necesitás algo más, avísame.”

“Bueno.”

Ella fue al baño, donde se encontró con que le había dejado un guardarropa completo. Vestidos y blusas de seda y algodón, jeans y zapatos.

Cuando llegó a la ropa interior, no pudo evitar reírse ante su elección. Tangas rojas. ¿Por qué no la sorprendía?

Porque él era un hombre, después de todo. Aun cuando él se rehusaba a tocarla, este era el tipo de ropa interior que un hombre le compraría a una mujer para que usara frente a él. No había otra razón para que se hubiera inventado. Y ella estaba segura que el diseñador original de esto debió haber sido un descendiente directo del Marqués de Sade.

Uh, era como usar un talle menos de zapatos. Y los corpiños…

Hacían juego, pero no ofrecían ningún tipo de soporte. Sí, iba a tener las lamparitas prendidas y las lolas se le iban a mover como gelatina a cada paso que diera. Sin embargo, estaba asombrada que hubiera pensado en ropa interior. Y, por el tipo de ropa interior, parecía que había pensado mucho en eso.

Ella fue hacia la ducha, y abrió la canilla, luego se dio cuenta que la ropa no fue el único cambio que había hecho. Ahora había una gran variedad de shampoo, crema de enjuague, y otros ítems para ella.

Así que su demonio podía ser extremadamente considerado y dadivoso. ¿Quién lo habría pensado?

Sacudiendo la cabeza, se sacó el camisón y se metió en la ducha.

* * *

El corazón de Seth latió fuertemente al escuchar el sonido del agua corriendo en la ducha. Ella estaría ahí desnuda…

No sabía por qué quería verla de esa forma, pero se moría de ganas. En la peor de las formas. Más que eso, quería bañarse con ella.

¿Por qué?

El sexo era bueno, pero el placer nunca duraba lo suficiente y usualmente se arruinaba con las mordidas, los terribles tirones de pelo, y los arañazos, y a veces las cuchilladas y pedazos de piel arrancada. Después de una rápida liberación ý solo el destello de un momento de placer perfecto, los viejos dolores volvían, y él era echado del lugar.

No hacía falta aclarar que ni siquiera le gustaba tanto – al menos no cuando tenía la posibilidad de acceder a eso. Durante su confinamiento, había sido otra cosa con la que lo habían torturado su cuerpo y su mente.

Pero con Lydia, nunca dejaba de pensar en eso. A veces parecía que era todo en lo que podía pensar. Era la razón por la que no le hacía demasiadas preguntas. Él no quería conocerla mejor. Lo que ya conocía de ella lo perseguiría por el resto de su inmortalidad.

No necesitaba más dolor en su vida.

Tratando de distraerse fue a la cama para estirarla. Pero al momento en que tocó su almohada, una brisa de su esencia hizo que se pusiera duro al instante por ella. No que no daría por tener su preciosa esencia en su piel. Que ella se frotara contra su cuerpo y lo sedujera con su pelo oscuro.

Respirando dificultosamente, cerró sus ojos y se imaginó profundamente dentro de ella, mientras su aliento le hacía cosquillas en su piel.

¿Mordería como Azura, o lo arañaría como un demonio? A este punto ni siquiera le importaba. Estaba dispuesto a ser despellejado por una semana si sólo pudiera probarla.

Él presionó su mano contra su entrepierna y lentamente se frotó, deseando que fuera ella a quien sentía ahí. Sólo pensar en estar con Lydia era casi suficiente como para hacerlo acabar.

Cortala. Ahora. Lo último que necesitaba era dejar evidencia de su deseo para que ella la viera. Lo haría sentir vergüenza hasta lo más profundo de su ser.

Con su mano temblando, él estiró la almohada y se vistió con su armadura y pintura ante de volver a su libro.

En el momento en que finalmente consiguió dejar de pensar en ella, fue cuando ella abrió la puerta del baño.

Él miró hacia arriba, y el libro cayó directo al piso.


Noveno Capitulo en Español de "The Guardian"

Seth miró a Lydia en un estado de completa y total sorpresa mientras su imagen le envió un fuego que calentó a cada parte de su cuerpo. Y ese calor se concentró en su entrepierna.

¿Por qué le di ese vestido? ¿Por qué tuvo que elegirlo?

Escotado, color rojo oscuro, abrazaba sus curvas de una forma que debería ser ilegal. Más que eso, el color resaltaba el dorado en sus ojos, haciéndolos más vibrantes.

Como si ella necesitara eso.

Su pene se hinchó contra las placas de metal al punto de que le causó dolor. Perverso y terrible dolor. Pero ni siquiera era suficiente para distraerlo del profundo escote que mostraba el borde de sus pechos. Pechos con pezones que estaban duros y se marcaban en el sedoso material. Él podía ver completamente su contorno. Se le secó la garganta mientras se le hacía agua la boca por probarlos.

Él se puso de pie.

Lydia dudó al sentir el peso de su fría mirada en cada parte de su cuerpo. La forma en que la miraba...

Era aterradora…

“¿Hice algo malo?”

Cuando no le contestó al instante, ella comenzó a sentir pánico.

Finalmente, después de un largo minuto, luego pestañó.

“No, para nada.” Él levantó su libro y lo apoyó en el escritorio. “Yo…eh…vi esa ropa anoche en la computadora. No estaba seguro si era el talle correcto o no.”

“No sé cómo lo hiciste, pero todos me quedan perfectamente.” Como si hubieran sido hechos especialmente para ella. “Gracias.”

Aun así, a ella no le gustaba ni un poquito que hubiera vuelto a ponerse la armadura y el maquillaje. Y su cabello, estaba nuevamente atado en una cola sosteniéndolo fuera de sus ojos.

Ella extrañaba a la otra imagen del Guardián.

La otra imagen del Guardián era…

Temible como para salir corriendo. Y si bien era difícil leer sus emociones sin su maquillaje, era diez veces más complicado, con esas líneas rojas y negras que mantenían su cara en un gruñido perpetuo.

Con sus extremos cambios de humor, a ella no le gustaba estar sin las pistas que le daban sus gestos. Con cara de piedra, se alejó del escritorio para que ella pudiera ver la bandeja que estaba esperando por ella.

Una con panqueques de banana, magdalenas, huevos, panceta, y jugo. Su estómago gruñó ante la abundancia.

"Espero que esto quiera decir que estás planeando desayunar conmigo."

Él negó con la cabeza.

Lydia se sentó y tomó el plato vacío

"¿Comés alguna vez?"

"A veces." Había un tono peculiar en su voz que le dijo que procediera con cautela.

"¿Pero consumís comida para nutrirte, no?

Sus ojos brillaron con rabia. "No como bebés ni tomo sangre si eso es lo que estás implicando."

Ella levantó sus manos en señal de tregua. "Ni siquiera se me cruzó por la cabeza. ¿Por qué estás tan a la defensiva?"

Esa vena familiar comenzó a latir en su cuello. "Estoy cansado de que me acusen de cosas que no soy. De hacer cosas que nunca hice."

Ella podía entender eso. A nadie le gustaba ser prejuzgado, aunque ayudaría si no se viera tan terrorífico.

"No te estoy acusando de nada. Solamente tenía curiosidad de vos. No comés. No dormís. ¿Cómo te mantenés vivo?"

Cuando habló, su voz era plana y estaba carente de emoción. "No muero."

Su respuesta la confundió. "¿Qué?"

Él desvió la mirada mientras caminaba por el mismo lugar que ella lo había hecho en su primera noche. "No es que viva, sino más bien que no puedo morir. Así que no importa si como o duermo. Mi cuerpo continúa funcionando sin ninguna de las dos cosas."

"¿Naciste inmortal?"

"Aparentemente. De otra forma no habría elegido esta existencia."

Si, ella podía creer eso. ¿Quién querría vivir en este lugar? Aunque fuera el precio por la inmortalidad, no lo valía. Ella también era inmortal. Un regalo de su padre. Era algo de lo que no se había dado cuenta hasta que notó que vivía más que la mayoría de los Were-Hunters.

Y, como el Guardián, nunca había aparentado más que veinticinco. "¿Cuándo te diste cuenta que eras inmortal?"

"Cuando tenía siete años."

Ella roció sus panqueques con jarabe y saboreó su apetitoso aroma. "¿Qué pasó? ¿Te enfermaste o tuviste un accidente?"

La angustia en sus ojos le rompió el corazón. "Tengo cosas que hacer. Vuelvo cuando pueda. Si me necesitás, llamame y voy a escucharte."

Lydia suspiró mientras él se desvanecía. Él era un misterio para ella. Y su amabilidad contrastaba con la crueldad de la que ella sabía que él era capaz. Ella acercó la laptop y la prendió para ver si Solin le había respondido.

Ella sonrió al momento en que vio su e-mail en su bandeja de entrada. Él le había escrito en el idioma griego que había aprendido cuando era chica.

Mi bien más preciado:

No te voy a dejar en ese lugar. Sé fuerte por mí, yo te voy a liberar tan pronto como pueda. Te amo más que a nada y te juro que voy a ir a buscarte sin importar las consecuencias.

S.

Ella tocó las palabras en la pantalla, agradecida más que nunca de tenerlo en su vida. No había nada que ella no haría por él.

Pronto estaría de vuelta en casa.

Y el Guardián quedaría atrapado en este lugar...

Solo.

* * *

Seth se quedó en su puesto, el cuál era tres pasos detrás de Noir, mientras el antiguo hijo de perra hacía sus rondas con los prisioneros que Noir mantenía encadenados en las fosas más profundas de su castillo dorado. Por ahora, la atención de su amo estaba enfocada en los prisioneros y no en él.

Pero ¿Cuánto tiempo duraría?

Como si él hubiera escuchado su pregunta, Noir lo miró sobre su hombro. "¿Cómo va tu misión, gusano?"

"Estoy cerca de conseguirla, mi lord. Por supuesto sería más fácil de encontrar si pudiera salir de este reino, y..."

Noir interrumpió sus palabras con un cachetazo.

"Sabés que no podés pedirme eso."

Seth se limpió la sangre que caía por su mentón mientras usaba su lengua para ver si había perdido algún diente del golpe. Aunque se le habían aflojado varios de ellos, todavía los tenía a todos.

Y Lydia quería saber por qué él no comía... era difícil masticar cuando su boca y garganta tenían daños permanentes. Morder cualquier cosa, incluso algo tan suave y blando como una banana, le dolía demasiado. Sin mencionar que los jugos y las especias iban derecho a los cortes en sus labios y hasta la parte más delicada de su garganta y sus encías- algo que hacía que le dolieran de la peor forma.

Los dolores por el incesante hambre y la sed eran mucho más fáciles de soportar que todo lo otro.

“Perdóneme amo.”

Noir se burló de él. “No hay perdón para algo tan patético y estúpido como vos. Con razón tu padre se rehusó a reclamarte. Si yo hubiera sido tu adre, te habría abandonado a tu muerte también.”

Seth no dijo nada mientras Noir seguía con su sermón contra él. Era una letanía que escuchaba tan seguido que se le repetía una y otra vez en su cabeza incluso cuando Noir no estaba cerca.

Pero esta vez, él pensó en Lydia en su cama y esa imagen borró el dolor que le causaban las palabras de Noir. El dolor de su siguiente golpe.

¿Estaría leyendo en este momento? ¿O quizás escuchando su música mientras…navegaba, esa era la palabra, internet?

Estaba tan enfocado en su comodidad, que no vio a Noir detenerse frente a la puerta de una de las cámaras que usaba para interrogatorios.

Noir lo agarró del cuello en un movimiento tan poderoso que lo hizo caer de rodillas inmediatamente. Seth se arrodilló frente a él, casi sin poder respirar. Su visión se nubló.

No pierdas el conocimiento. Si lo hacía Noir podría arrastrarlo nuevamente a uno de estos cuartos. Él pánico hizo que su corazón latiera a mil por hora. No podría soportar otro minuto atado a una de estas mesas. No sería capaz.

“¿Me estás prestando atención, perro?”

Antes de que pudiera responder, una alarma sonó. Noir lo soltó, y finalmente pudo ingresar aire en sus pulmones.

“¡Convocá a mi legión! Tenemos intrusos.”

Tosiendo y respirando con dificultad, Seth se levantó y desobedeció a su líder para ir a su habitación, y asegurarse que Lydia estuviera a salvo. Él tenía un mal presentimiento sobre quién estaba en este lugar y qué quería.

Seguramente Solin no habría podido juntar un ejército tan rápido. ¿Pero y si ese era el caso?

Él no volvería a ver a Lydia. Ese pensamiento lo lastimó más que las palizas de Noir, se sentía como si alguien le estuviera cortando el corazón en pedazos.

Seth destelló en una esquina, sin manifestarse totalmente en la habitación y miró a todos lados.

Ella no estaba allí.

No…

Por primera vez desde que estuvo en el desierto rogando poder morir, él quería llorar del dolor. Pero luego de materializarse completamente en la habitación ella salió de entre las sombras con el cuchillo del desayuno en su puño.

La alegría y el alivio de verla lo sobrepasaron. Antes de darse cuenta de lo que estaba haciendo, la tomó en sus brazos y la sostuvo contra él.

Lydia estaba completamente sorprendida al encontrarse aplastada contra sus placas de metal. La única persona que la había abrazado de esta manera había sido Solin. Como si fuera lo más preciado en el mundo para él.

Si ella no lo conociera mejor, juraría que sintió al Guardián temblar mientras la abrazaba. Tenía una mano sosteniendo su cabeza y la otra alrededor de su cintura, tan fuerte que no podía respirar. Ella era tan pequeña al lado de él que su cabeza solo le llegaba a la mitad del pecho.

“Me…estás…aplastando.” Sus palabras salieron en jadeos desesperados.

Él intensificó su apretón antes de soltarla y dar un paso hacia atrás. Él pánico era evidente en su mirada mientras se inclinó sobre ella para inspeccionarla en caso de que tuviera alguna herida. “¿Estás bien?”

Guau, realmente estaba preocupado.

Por ella

“Sí. ¿Qué está pasando?”

Él finalmente se dio cuenta de que todavía la estaba tocando. Al momento dio otro paso hacia atrás. “Alguien nos está atacando.”

“Solin?”

“No lo sé.” Él se estiró para tocar su rostro y luego detuvo su mano a centímetros de ella. Justo antes de que pudiera retirarla, ella la tomó con su mano y la sostuvo con fuerza. “¿Tenías miedo de que me hubiera llevado?”

Frunció el ceño en uno de los gestos más fieros que le había visto. Era tan oscuro y letal que pensó que estaba enojado con ella – que le haría daño. “Tenía miedo que estuvieras lastimada.”

Seth no tenía idea de por qué se lo había dicho. Era una debilidad que no tendría que tener. No debería importarle si vivía o moría-

Y aun así…

Haría lo que fuera para mantenerla a salvo. Ahora lo sabía.

Ella ya no era una herramienta para usarse en contra de Solin. Lydia era la mujer que podía usarse para destruirlo a él. Él se encogió ante la verdad innegable. ¿Cómo pude haber sido tan tonto? Nunca le había importado nada ni nadie más que sus libros, y miren cómo Noir lo había atormentado por eso.

El bastardo lo había hecho mirar mientras los quemaba frente a él, y lo había desafiado a que tratara de salvarlos. Página por página, uno por uno. Noir sólo tomaba placer de hacer sufrir a los demás.

Él torturaría y mataría a Lydia, llegado el momento, y eso lo destruiría

¿Cómo podría vivir sabiendo que le había causado tanto dolor? ¿Cómo?

Antes de que pudiera alinear sus pensamientos, la puerta que había hecho desaparecer de su habitación reapareció a su izquierda. Él se puso delante de Lydia y se dio vuelta para enfrentar a lo que fuera que estuviera golpeando a su puerta.

Un instante después, se abrió de un golpe.

Lydia jadeó al ver a los demonios que entraban a la habitación. Definitivamente no eran del panteón griego.

Ella nunca había visto algo como ellos en la vida real o en pesadillas.

De repente, una fuerza invisible la llevó hacia la cama y la sostuvo ahí mientras el Guardián atacaba a los demonios.

Ella sintió un nuevo respeto por su habilidad mientras lo miraba pelear contra ellos. Le asestaban uno que otro golpe, pero él parecía no sentirlos mientras los cortaba a pedazos con su espada.

Sí que era un increíble guerrero. Probablemente uno de los mejores que había visto. Tenía que ser terrible para un hombre tan fuerte y habilidoso que lo forzaran a doblegarse ante los crueles caprichos de Noir y Azura. Ella no se había dado cuenta del verdadero horror de su situación hasta ahora.

Saber que uno tenía la habilidad de pelear de esta manera y ser torturado de esa forma…

¿Cómo podía soportarlo?

Él acuchilló al último a través del corazón, y luego se dio vuelta hacia ella. El escudo que la tenía paralizada cayó y sus zapatos de taco se transformaron en zapatillas para correr.

“Vamos, Lydia. Ya no estamos seguros en este lugar.” Y para su completo shock, le ofreció su mano. Esperando que no fuera una señal del apocalipsis, ella corrió hacia él y tomó su mano.

Él la sacó al pasillo donde los sonidos de pelea hacían eco. Un instante después, una armadura completa la cubrió.

Ella miró al Guardián, quien le dio una espada.

“¿Sabés cómo usar una de estas?"

"Claro. La punta tiene que atravesar al enemigo, y con suerte, por el corazón."

Él inclinó su cabeza en señal de respeto. Ella notó en sus ojos la mirada que decía que él esperaba que usara la espada en él como había hecho con la daga la primera vez que se vieron. El hecho de que le hubiera dado un arma cuando no confiaba en ella decía mucho.

"¿Quién nos ataca?"

Él suspiró. "Parece que la gente de Thorn."

"¿Thorn?"

"Él vive al otro lado de la división. Normalmente él y Noir tienen una tregua. Pero de vez en cuando..." Su voz se perdió en el viento mientras un demonio alado arremetió contra ellos.

Lydia lo atrapó justo cuando pasaba sobre ellos, clavándole la espada en el corazón.

El demonio chilló antes de chocar contra el piso detrás de ella.

Sin ningún comentario, el Guardián la llevó lejos de la pelea. Ella no estaba segura a dónde estaban yendo hasta que abrió una puerta y la empujó a través de ella.

“¿Qué carajo?" gruñó un hombre en un tono tan letal que la sorprendió.

Con el corazón latiendo del miedo, ella se dio vuelta para ver a un hombre alto de cabello oscuro al otro lado de la habitación. Habría sido tan hermoso como el Guardián si no fuera por sus ojos, los cuales eran tan perturbadores que le sacaban varios puntos en la escala de hermosura. Uno era de color verde brillante mientras que el otro era marrón oscuro.

Ella tembló ante la imagen que presentaba. Y como el Guardián, la ferocidad de sus poderes vibraba a través del éter. Ella no sabía quién era o qué hacía en este lugar, pero era obvio que si él quisiera ella sería su almuerzo.

El Guardián trabó la puerta y confrontó al otro hombre amenazándolo con su espada llena de sangre.

"Me debés un favor, Jaden. Cuidala y asegurate que no se vaya de acá."

Jaden se rio con sarcasmo. "¿Te volviste loco, egipcio?"

Las ventanas de la nariz del Guardián se abrieron en un gesto de furia. "Es lo menos que podés hacer por mí, después de lo que me hiciste."

Lo que sea que Jaden le hubiera hecho en el pasado causó que se encogiera. "Te preguntaría si tenés alguna idea de lo que me pasaría si estos hijos de **** la encontraran bajo mi custodia, pero lo sabés mejor que nadie. Que los Dioses te maldigan por eso."

"Si bueno, llegaste un poco tarde, ya lo hicieron." El Guardián la miró de reojo, y luego volvió su mirada a Jaden. "Sos el único además de mí que tiene los poderes como para protegerla. Que no se te ocurra traicionarme."

Jaden hizo un gesto con la mandíbula como si estuviera considerando traicionarlo. O mejor dicho, darle una paliza al Guardián por amenazarlo.

"Es patético cuando vos y yo tenemos que aliarnos."

Él suspiró disgustado. "El enemigo de mi enemigos, creo... bueno, la voy a cuidar. Pero sólo porque sos vos el que me lo pide. No pondría las manos en el fuego por nadie más."

El Guardián inclinó su cabeza hacia él y luego usó una expresión que Lydia no creía que él conociera.

"Gracias. No me voy a olvidar de esto."

Con cara de póquer, Jaden miró más allá del Guardián hacia el umbral de la puerta. Gritos y sonidos de metal contra la piedra hacía eco a través de la puerta de madera. "¿Qué está pasando allá afuera?"

"No estoy seguro. Volveré tan pronto como pueda." El Guardián los dejó, cerró la puerta de un golpe y la trabó desde afuera.

Como la habitación del Guardián, el cuarto era triste y desolado. La diferencia era que Jaden tenía un fuego encendido en su hogar, y su cama se veía como si en realidad la usara.

La mirada de Jaden se oscureció mientras la observaba de pies a cabeza de una forma poco amistosa. Una forma que hizo que se le pusieran los pelos de punta.

"Seth no sabe, ¿no?"

Ella frunció el ceño ante su pregunta. "¿Quién es Seth?"

Jaden le hizo un gesto como si se cuestionara si ella estaba en su sano juicio. "¿De verdad me lo estás preguntando? El Guardián que recién se fue, el tipo grandote y pelirrojo, que te agarraba de la mano mientras me amenazaba estúpidamente. ¿Acaso no lo viste?"

Así que ese era el nombre del Guardián...Seth. Era un nombre fuerte y siniestro, como el hombre que lo usaba.

Jaden revoleó los ojos. "¿Nunca te dijo su nombre, verdad? Típico...completamente típico.

"Él dijo que nadie lo usaba."

"No lo usan."

"¿Entonces cómo sabés su nombre?"

Jaden se rio con crueldad. "Lo sé todo. A diferencia de Seth, tengo todos mis poderes la mayoría del tiempo. Y vos tenés mucha suerte de que él no los tenga."

"¿Por qué lo decís?"

“Porque si se entera de que sos un chacal, te va a asesinar ni bien te vea y se va a bañar en tu sangre."

Puedes leer tambien aqui los anteriores:

PRIMERO, SEGUNDO, TERCERO Y CUARTO CAPITULO
QUINTO CAPITULO
SEXTO CAPITULO

SEPTIMO CAPITULO

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Traducciones: Mariana Agnelli
Para Rito de Sangre

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