Decimo Capitulo en Español de "The Guardian"

lunes, noviembre 14, 2011

Lydia frunció el ceño ante Jaden y su terrible predicción de su muerte a manos de Seth. Una cosa era cierta. Aun cuando sus poderes no estaban funcionando por el momento, ella no estaba a punto de describírselos a un ser desconocido. “No tengo idea de lo que estás hablando.”

Él resopló. “Sí que lo sabés. Y no podés esconderme nada aunque quieras. Voy a reconocer la mentira antes de que se forme en tus pensamientos.”

Sí, era tan temible como Seth, pero de una manera completamente diferente.

Jaden cruzó sus brazos sobre su pecho y le sonrió de una forma que decía que la estaba considerando como almuerzo. “Sos un chacal Katagaria. La esencia es tan fuerte que si Seth la hubiera reconocido, ya te habría cortado el cuello. La única razón por que estás en forma humana ahora, y podés mantenerla hasta cuando dormís, es porque también sos un Dream Hunter. Qué suerte. A diferencia del resto de los Katagaria, tenés control completo sobre tu parte animal a pesar de tu estrés físico. Te apuesto a que incluso sos inmune a perder tus poderes si recibís una descarga eléctrica.”

Eso también era verdad. También había ayudado que Seth le hubiera quitado sus poderes, incluyendo su habilidad para cambiar de forma.

“Escuché ese pensamiento, y tenés razón.” Él se rió por lo bajo. “¿Tu mezcla de sangre es fascinante, no? No lo habría creído posible, pero de alguna forma tiene sentido cuando lo pienso. Los Dream Hunters son Dioses. La genética es diferente que la de un humano o un animal. Siempre tuvieron la habilidad de crear vida, desde insectos hasta árboles y todas las especies conocidas. Dado ese hecho, tiene sentido que un Dios pueda procrear con un Were-Hunter, incluso si no fueran compañeros proclamados por los destinos.”

Un brillo malévolo apareció en sus ojos bicolores. “Eso debió haber enojado terriblemente a esas tres perras.”

Lydia estaba aturdida por sus palabras. ¿Cómo era posible que supiera todo esto? Ella nunca le había dicho una palabra de su herencia mixta a nadie. Había sido cautelosa. A la gente no le gustaban las cosas que salían de lo normal y ella era lo suficientemente rara.

Su nacimiento había sido tan inusual que, cuando estaba en forma humana, su madre había usado guantes hasta el día de su muerte para que nadie supiera que había dado a luz sin un compañero. No había forma de predecir lo que los otros miembros de la manada le hubieran hecho de haberlo descubierto.

Quizás habrían estado felices. U horrorizados al punto de matarlos.

Su madre nunca había querido enterarse.

Hasta donde Lydia sabía, solamente Solin había conocido la verdad acerca de su nacimiento. Y moriría antes de decírselo a nadie.

Quizás Jaden estaba adivinando o conjeturando. La sonrisa de Jaden era tan condescendiente que ella deseaba tener alguna forma de borrársela de la cara. “No te molestes en negarlo. Te lo dije. Siempre voy a saber la verdad sin importar qué tan profundo pensás que la enterraste.”

Un escalofrío le recorrió la espalda. Ella estaba desesperada por saber on qué estaba lidiando ahora – Por qué él tenía esos poderes. “¿Qué sos?”

“JMADTE”

Ella nunca había escuchado semejante nombre para una criatura. ¿J. Mate? ¿Su madre se habría acostado con una pieza de ajedrez?

“¿JMADTE?”

Él pasó su pulgar por el costado de su boca como si también hubiera escuchado ese pensamiento, y estuviera tratando de no reírse. Al menos tenía sentido del humor.

“Jodido Más Allá De Toda Esperanza.” Sus rasgos se tornaron serios hasta convertirse en un gesto letal.

“Más o menos como vos, solo que peor. Al menos yo pude elegir…elegí mal, y eso se cae de maduro, pero me hice esto a mí mismo. Vos…” Él suspiró ácido pero divertido. “Sí. Naciste estrellada…como Seth.”

Lo cual le recordó una de las muchas preguntas que su arisco carcelero tenía que responderle todavía. Y esta vez quizás obtendría una respuesta en concreto— porque los Dioses aman a los conversadores.

Gracias, Seth, por traerme aca.

“¿Qué es Seth, exactamente?”

Jaden se encogió de hombros. “Como vos, es un semi dios. Sólo que en su caso, su madre era humana.

“¿Y su padre?”

“El Dios Egipcio, Set.”

Bueno, eso explicaba cómo sabía tanto sobre las culturas antiguas. Interesante que hubiera olvidado decírselo él mismo. La mayoría de la gente se habría jactado de tener semejante pedigrí.

Pero si su padre era un Dios Egipcio, especialmente uno tan poderoso como Set…

“¿Y por qué está acá entonces?”

La respuesta de Jaden le congeló la sangre. “Una manada de chacales Katagaria lo vendió a Noir cuando tenía trece años.”

Ella se quedó sin aire. Eso explicaba por qué él la mataría si se enterara de lo que era. ¿Y quién lo culparía? No había un agujero en el infierno lo suficientemente profundo como para empezar a hacerles pagar lo que le habían hecho.

Gracias a los Dioses, él le había retirado sus poderes ni bien la vio. De otra forma ella se habría transformado para pelear con él.

Y él la habría matado por eso.

Pero ella todavía no entendía por qué él era un esclavo en este lugar. ¿Por qué habría permitido su padre que fuera vendido a Noir, de todas las criaturas?

SI alguien hubiera podido salvar a Seth de esta terrible existencia, seguramente esa persona era su padre. Un Dios de la guerra, el caos, la maldad total y la destrucción—lo cual explicaba mucho sobre la personalidad de Seth y su naturaleza—Set no había sido el tipo de dios que jugaba con nadie. Había sido conocido por ser la encarnación de la violencia, otra cosa que Seth compartía con su padre. Tanto que Set había matado a su propio hermano, Osiris, y había desparramado sus restos a por todo Egipto.

Y si eso no era lo suficientemente malo, durante los ochenta años que duró la guerra contra su sobrino Horus, él le había sacado el ojo al dios. Ni Horus ni Osiris fueron conocidos por ser débiles ni mucho menos. Ambos habían sido dioses fuertes, también.

La reputación de Set había sido la de un espíritu de venganza letal y la clase de brutalidad que sólo alguien tan enfermo como Noir podría envidiarle.

Sabiendo todo esto, no podía entender que Set le hubiera hecho esto a su propio hijo. Sus padres habrían destrozado el Monte Olimpo para protegerla y salvarla.

Esos chacales habían tenido huevos al vender a Seth e invocar la furia de Set. “¿Por qué lo vendieron los chacales?”

“Por el dinero que Noir les ofreció. ¿Por qué otra razón, sino? Bastardos avaros y estúpidos. ¿Y sabés cuál fue la peor parte? Ni siquiera era tanto dinero. Apenas un cambio, y ellos se lo gastaron todo en menos de una semana.”

Ella se sintió enferma al escucharlo. No era como si el monto importara, realmente. Pero un monto bajo le habría habría herido a Seth en su orgullo más que una fortuna. “¿Por qué estaba con los chacales?”

Jaden suspiró pesadamente. “¿De verdad querés saber eso? Pensalo bien antes de contestar. Porque una vez que elijas ir por este camino, no hay vuelta atrás. Una vez que lo veas, no hay forma de borrar el paisaje que parece salido de lo más profundo de la Galería Nocturna de Rod Serling.”

Esa sí que era una tremenda analogía. Y quizás él tuviera razón. Quizás ella no debería escuchar más. Pero cuanto más aprendía de Seth, más atraída se sentía por él.

Debo estar loca. Él nunca aceptaría mi amabilidad. Y sin embargo….

“Quiero saberlo.” En realidad era más que eso. Ella tenía que saber la verdad.

Jaden se movió para pararse detrás de ella. Antes de que pudiera preguntarle qué estaba haciendo, él presionó sus manos contra su cabeza. De repente, estaba en otro mundo. Otro tiempo y lugar.

Un lugar con mucha actividad. Había carros viejos que eran tirados por burros mientras los hombres y mujeres estaban vestidos con poca ropa, hecha de telas de lino, y se apuraban en su rutina diaria. La mayoría de las mujeres, tenían pelucas negras con cuentas de vibrantes colores engarzadas en ellas, mientras que los hombres usaban diferentes estilos de telas y pelucas trenzadas. Casi todos ellos tenían el contorno de sus ojos pintados de negro y usaban más maquillaje que una modelo en una pasarela. Los hombres de mayor rango tenían barbas postizas trenzadas y usaban todo tipo de joyas que brillaban en el sol radiante.

Así que este era el antiguo Egipto que Seth llamaba hogar…

Ella lo vio como un niño cercano a la edad de seis.

No había forma de no verlo. Sus ojos azules brillaban con inocencia y felicidad de una forma que ella no habría creído posible. Su enrulado cabello era más largo en ese entonces… le llegaba hasta sus pequeños y frágiles hombros.

A diferencia de los otros chicos de ese momento y lugar, si cabello no estaba ni rapado ni escondido por su color único que había heredado de su abuela. Una esclava que había sido capturada en una tierra lejana del norte y había sido traída a Egipto. Una madre a la cual su madre todavía adoraba y hacía duelo por ella. Él tenía el mismo color de ojos que su padre y su madre consideraba su celestial color como un regalo de Set para que ella siempre pudiera recordar su corto tiempo justos.

Y ese cabello, junto con los ojos celestes de Seth, lo hacían resaltar entre aquellos en la multitud que estaban a su alrededor mientras se alejaban rápidamente de un templo.

Su madre se había pintado los ojos de negro, de una forma muy similar al maquillaje que él usaba en su cara en Azmodea. Alrededor de su cuello había un collar circular que tenía los mismos colores que su tatuaje de la golondrina... y los colores tenían el mismo orden. Él estaba vestido con una tela que había sido envuelta alrededor de su cintura. Y en su mano izquierda tenía un león tallado de juguete. Era tan adorable y dulce que hizo que a Lydia se le llenaran los ojos de lágrimas.

“¿Mwt?” dijo en un susurro, tratando de llama la atenció de su madre. “No puedo ir tan rápido. Por favor, vayamos más lento.”

Ella caminó todavía más rápido.

Él corrió a su lado. “Por favor, Mwt, me estás lastimando.”

“Callate,” ella le gruñó. “No quiero escuchar otra palabra de vos.”

Con un gesto sorprendido, se aferró a su león de juguete como si pudiera protegerlo de su furia. “¿Hice algo malo?”

Ella lo frenó, y le dio una fuerte cachetada, y luego lo tironeó para que siguiera caminando. “Te dije que te callaras.”

Los labios le temblaron, mientras las lágrimas se juntaban en sus ojos, pero él no lloró a los gritos. En vez de eso, lágrimas silenciosas cayeron por sus mejillas mientras hizo lo posible por ir al ritmo de los pasos de su madre que lo llevaron a través de la ciudad.

Él no entendía qué estaba pasando. Primero, su padre lo había insultado cuando habían ido a hacerle una ofrenda al dios, y ahora su madre también estaba siendo mala con él. Y aunque su madre nunca había sido la más cariñosa, nunca había sido tan cruel.

¿Qué hice? Él solo estaba tratando de entender.

Una vez que llegaron a su casa, ella lo empujó hacia el establo, y lo forzó a subirse a un burro. Fue tan brusca con él que su juguete se le cayó de las manos. Él se estiró para levantarlo, pero no podía alcanzarlo donde estaba sobre el heno ya que era muy pequeño. “¿Mwt? Se me cayó mi juguete.”

Ella le pegó tan fuerte en el brazo, que le dejó marcados los dedos en una marca rojiza que le siguió doliendo hasta después de que se alejara. “No me hables. ¿Me entendiste?”

Más lágrimas surcaron su rostro mientras asentía con su cabeza. Él se limpió la nariz con el brazo, mientras su madre juntaba varios ítems extraños y los aseguraba al burro en una bolsa que colgaba detrás de Seth.

Sus ojos negros brillaban con rabia mientras se subía a su propio burro, para luego guiarlos fuera del establo.

Ellos viajaron por kilómetros, fuera de la ciudad donde vivían hasta entrar profundamente en el desierto. El calor era tan opresivo y doloroso. Seth se inclinó sobre el cuello del burro para tratar de evitar que el sol siguiera causándole ampollas en la piel. “Tengo mucha sed, Mwt. Por favor, ¿me darías algo para tomar?”

Ella ignoró su pregunta.

Sus labios estaban tan agrietados y secos, que comenzaron a sangrarle. Aun así su madre se rehusaba a sentir piedad del él.

Pareció una eternidad y las horas pasaron hasta que finalmente se detuvo, y luego desmontó a Seth y desató la bolsa.

La caliente arena penetró sus sandalias, causándole ampollas en sus pies y sus piernas. Él trató de sacarla, pero nada funcionaba. Y lo que era peor, tenía mucha hambre.

“Mwt, tengo hambre. ¿Tenés algo para que pueda comer?”

Ella hizo una pausa para mirarlo con rabia. “No tengo nada para vos. ¿Entendiste? Nada. Me das asco, pequeño perro patético.”

“¿Qué hice?”

Ella frunció sus labios. “Tuviste que nacer.”

“Pero…”

Ella le dio otra cachetada. Esta vez con la suficiente fuerza para tirarlo al piso Seth gritó del dolor. La arena estaba tan caliente como las brasas. Y para donde se moviera, era cada vez peor.

Ignorando su pedido de ayuda, su madre sacó un enorme martillo de la bolsa que había llevado y volvió a su lado.

Él miró hacia arriba, con su carita angelical llena de ampollas, que habría tocado al corazón de cualquiera que tuviera uno. Sus labios estaban cubiertos de sangre y arena, mientras que sus rojas mejillas tenían surcos de lágrimas. “Perdoname, Mwt. Lo que sea que haya hecho para hacerte enojar, perdoname.”

No había ni amor ni compasión en la cara de su madre, mientras le pegó en sus piernas con el martillo, haciendo pedazos sus rótulas.

Seth gritó en agonía mientras volvió a caer en la arena tan caliente que se sentía como aguijones. Pero ella no había terminado. Una y otra vez le pegó en las piernas, rompiéndolas de tal forma que él jamás sería capaz de seguirla hasta su casa.

Una vez que estaba convencida de que él moriría en ese lugar, dejó caer el martillo a su lado.

Luego miró al cielo sobre ellos.

“¿Soy una puta, Set, por dar a luz y criar a tu semilla defectuosa y repulsiva? Quedate con el bastardo si tanto lo querés. Ya no quiero más nada con ustedes dos.”

Y con eso, ella volvió hacia los burros y lo dejó en la arena para morir.

Seth trató de gatear detrás de ella, pero no pudo ir lejos con sus piernas destrozadas. La llamó para que volviera, y a su padre para que lo ayudara, hasta que su garganta estuvo tan lastimada que no pudo ni siquiera hacer ruido.

Ninguno de ellos volvió por él. Con el corazón roto y en completa agonía, se tendió en la arena con el calor del desierto cocinando a su joven cuerpo hasta que su piel estuvo tan roja como su pelo.

Todo lo que quería hacer era morir. Pero su padre ni siquiera le había dado ese regalo.

Lydia sintió náuseas al ver su sufrimiento. ¿Cómo podía cualquiera hacerle eso a un nene inocente.? ¿Cómo? Verlo le dio vuelta el estómago.

Jaden le alcanzó una vasija de bronce justo antes de que vaciara los contenidos de su estómago.

Cuando terminó, le dio un trapo frío.

“¿Sabés cuál es la peor parte?” Le preguntó mientras se deshacía de la vasija.

Temblando, ella se puso el trapo en la parte de atrás del cuello. “¿Hay algo peor que lo que acabo de ver?”

“Sí. Los antiguos Egipcios idolatraban a sus niños. Eran muy leales a la familia. Pero no la familia de Seth. Deberían haberla matado por lo que le hizo. En vez de eso, su padre la recompensó por eso. Luego de que lo dejara ahí, Set recuperó su respeto por ella y la tomó como amante.”

Sus propias lágrimas ante la imagen de Seth en el desierto la perseguían. “¿Sabe sobre eso?”

“Claro que sí. Inclusive podia escucharlos hablar de él y burlarse cuando estaban vivos. El peor recuerdo que tiene es escucharlos reirse por sus débiles y patéticos gritos de ayuda.”

Así que esa era la razón por la cual no podía pedir ayuda. Con razón.

Y aun así, Jaden no tuvo piedad de ella. “Quedó allí en la arena por semanas, todo llagado por un sol que no perdonaba y atacado por los animales del lugar. Sin comida. Sin agua. En agonía. Sin poder caminar o pelear.”

Sin poder morir. Ella se encogió al dares cuenta de que en ese momento fue cuando se dio cuenta que era inmortal. Qué forma de enterarse.

Y así entendió por qué se rehusaba a hablarle de eso.

“Luego de pasar un mes en el desierto, los chacales lo encontraron mientras buscaban comida, y lo llevaron a vivir con ellos en su pequeño campamento. Él pensó que lo amaban. Al menos esa era la mentira que le contaban.”

“Hasta que lo vendieron a Noir.”

Jaden asintió. “Cuando le preguntó a su padre adoptivo por qué lo vendían, ¿sabés lo que le contestó?”

Ella tenía demasiado miedo de intentar adivinar.

“Nunca fuiste uno de nosotros. ¿Cómo podríamos haber amado a algo tan patético como vos? Ni siquiera tus propios padres te quisieron. ¿Por qué lo haría alguien más?”

Ella presionó su mano contra sus labios para evitar llorar por él. Con razón se había sido vuelto tan fiero cuando había usado esa palabra. ¿Cuántas veces se la habían dicho a la cara y taladrado en la cabeza?”

“Y no creo que quieras saber lo que le pasó desde el día en que Noir lo trajo a este lugar y lo dejó con sus demonios.”

No, no quería saberlo. Ya había visto las cicatrices físicas que le habían dejado los demonios. “¿Y por qué te odia a vos?”

Traduccion: Marianna Agnelli
Para: Rito de Sangre (Donde podreis solicitar los siguientes capitulos)


Nota Informativa Staff Foro Dark Hunter España

Este decimo capitulo es el último que publicaremos de "The Guardian" ya que por cuestiones legales debemos respetar la prohibicion de difusion del contenido del libro en su totalidad, no queremos incumplir ningun ley de distribucion intelectual.

Esperemos que hayais disfrutado de ellos, y os recordamos que podeis leer los anteriores aqui: 

PRIMERO, SEGUNDO, TERCERO Y CUARTO CAPITULO
QUINTO CAPITULO
SEXTO CAPITULO

SEPTIMO CAPITULO

OCTAVO Y NOVENO CAPITULO

Más Información En...

1 comentarios