Septimo Capitulo en Español de "The Guardian"

lunes, noviembre 07, 2011

Lydia repiqueteó los dedos contra el escritorio del Guardián totalmente aburrida, esperando que regresara.

Todavía tenés la laptop, sabés.

Sí, todavía la tenía…

Y con eso, ella podia mandarle un email a Solin!!! ¿Por qué no había pensado en eso antes?

Porque soy una idiota. Y honestamente, no quería que la pescaran haciendo algo que podía hacer que la castigaran.

Pero…

Él no estaba presente en este momento.

Con su corazón latiendo, fue a su cuenta de Gmail y rezó para tener el tiempo suficiente para terminar antes de que el Guardián volviera.

Sus dedos volaban sobre el teclado.

Solin:

Todavía estoy en Azmodea. Sé que no me abandonaste porque querías, pero necesito un camino a casa. No tengo poderes. Y no puedo recuperarlos por mí misma. No sé durante cuánto tiempo el Guardián piensa mantenerme cautiva. Por ahora, estoy a salvo y no me hicieron daño. Por favor, decime qué estás planeando…

Lo que sea que hagas, no le des la llave, sea lo que sea. No lo valgo.


Te quiero, siempre.

Dee.

Él era el único que la llamaba de esa forma, y era su forma de hacerle saber que el email provenía de ella. Ella apretó el botón de enviar y contuvo el aliento hasta asegurarse de que había salido.  Si tenía suerte, él vería su mail rápidamente y le respondería.

Aunque no se lo había dicho de forma explícita, ella sabía que el Guardián la mantendría cautiva hasta que Solin le diera la llave. Y para salvar su vida y liberarla, Solin sería capaz de hacerlo.

Sin dudarlo.

Por favor, no lo hagas. Su vida no valía la pena en comparación a lo que le pasaría al mundo si Noir adquiría los poderes de Zeus. Bajo ninguna circunstancia podia permitir que eso pasara.

Ella refrescó la pantalla, esperando una respuesta. Por más de una hora, refrescó la pantalla sin cesar… hasta que sintió la vuelta del Guardián. No había forma de no darse cuenta del cambio en el aire cuando él estaba cerca.

Sus poderes eran tangibles.

Al igual que su feroz presencia.

Pero él no entró en la habitación. Estaba en la ducha. Al menos ella asumió que él era que había abierto la canilla ahí adentro.

Después de salir de su cuenta de mail, ella quiso asegurarse. Porque si no era él, ella le iba a dar pelea a quien fuera.

Ella se deslizó lentamente hacia la puerta cerrada, lista para salir corriendo si había otro demonio ahí adentro. Insegura acerca de lo que estaba haciendo, empujó la puerta con el hombro y luego se congeló.

La armadura del Guardián yacía en el piso amontonada afuera de la ducha. Y antes no se había dado cuenta que la ducha tenía una puerta de vidrio.

En ese momento la vió.

Y lo vió a él.

A todo  él.

El agua caliente se deslizaba por todo su magnífico cuerpo que estaba marcado por músculos que parecían esculpidos y vigorosos. Oh si, nene. Él se haría una fortuna con una webcam.

Por Dios… Ni siquiera los moretones y cicatrices estropeaban su belleza absoluta.

No lo puedo creer. Quiero un pedazo de eso. Nunca en su vida había tenido tantas ganas de morder una cola. Se le secó la garganta mientras una oleada de deseo le hacía encendió su sangre que ahora era lava ardiente. Sin darse cuenta de su presencia, él se refregaba con tanto ímpetu que le sorprendía que no se sacara pedazos de carne.

Él se dio vuelta para buscar más jabón, y luego se congeló al verla. El tiempo pareció detenerse mientras se miraban el uno al otro a través del vidrio y el vapor. Los ojos de Lydia se pusieron como platos al instante en el que su pene comenzó a moverse.                                                                                                                                                                
“¡Perdón!” ella gritó antes de salir por la puerta a toda velocidad y cerrarla de un portazo.

¡Ay Dios! Estaba mortificada de que la hubiera pescado...

*    *    *

Seth todavía estaba inmóvil. Él no podia sacarse de la cabeza la imagen de Lydia. ¿Por qué lo había estado mirando?
¿Durante cuánto tiempo lo había estado mirando?

¿Importaba?

Suspirando, volvió a su ducha. Lo sorprendió que pudiera volver a tener una erección, dado lo que acababa de pasar con Azura. Pero todo lo que tenía que hacer era pensar en Lydia y su cuerpo reaccionaba en contra de su voluntad.

Maldita bestia traicionera.

Él cerró la canilla y manifestó un par de pantalones negros sueltos y una amplia camisa negra de manga larga. Nunca le había gustado mostrar ninguna parte de su cuerpo. No después de las cosas que le habían hecho.

Agarrando una toalla, consideró ponerse su maquillaje, pero ¿por qué molestarse? Ella ya había visto su cara sin maquillaje y su pelo. Y con suerte, Noir y Azura lo dejarían descansar al menos por un día.

Solamente quiero un poco de paz. Si solamente fuera posible. Él se secó el pelo con la toalla y abrió la puerta para encontrar a Lydia, todavía con la cara colorada, sentada en su silla.

“¿Necesitabas algo?”

Ella negó con su cabeza, sin querer mirarlo a la cara.

Y bueno. “¿Hay algo que te pueda conseguir?”

“¿Además de mis poderes?” El descaro con que lo dijo, lo tomó desprevenido. Ella era persistente. Y él no la culpaba por eso.

“Sí, además de tus poderes.”

“Estoy bien. Muy, muy bien.”

Pero él no lo estaba. Él quería acercarse a ella y acariciar su cabello para volver a sentir su suavidad. Más que eso, él quería enterrar su cabeza en su cuello e inhalar su aroma hasta marearse de placer. También querría volver a besarla si sus besos no fueran tan violentos y dolorosos como los de las demás.

Entre la boca de Azura y el puño de Noir, sus labios siempre le dolían y le ardían. Y cuando se trataba de un demonio femenino…

Sí. Al menos la mordida de Lydia no le había dejado una cicatriz. Le hacía preguntarse si mordería a Solin de esa forma cuando lo besaba. Y por alguna razón la idea de ella con el Dios del Sueño le hacía hervir la sangre. Él no tenía idea por qué. Ella le pertenecía a Solin, después de todo.

Pero a él no le gustaba esa idea. Ni un poquito.

Lydia tragó al sentir que él se acercaba. Cada molécula de su cuerpo cobró vida, y se moría por refregarse contra ese largo y duro cuerpo.

Ella miró hacia arriba, esperando que su pintura de guerra aplacara su deseo, y le recordara quién y qué era. Pero cuando se encontró con esos ojos celestes que pertenecían a un rostro increíblemente hermoso que estaba enmarcado con unos gruesos y traviesos rulos, se derritió por él aún más.

Hasta ese momento, no se había dado cuenta de lo joven que era en apariencia. No parecía tener más de veinticinco. En realidad, si no fuera por su barba y el leve bello en el pecho, y la forma en que sus músculos estaban definidos, se vería todavía mucho más joven. ¿ y cuánto mejor se vería sin los moretones y los cortes en sus mejillas y labios? ¿Sin la hinchazón en su mentón y la vena rota en su ojo?

Con el corazón pesado por su dolor, ella bajó la mirada hacia la cola y ala de la golondrina que se asomaba por debajo de su camisa. “¿El tatuaje tiene algún significado especial?”

En respuesta a su pregunta, él comenzó a arañárselo como si quisiera borrarlo. “No.”

“¿Entonces por qué…?”

“No quiero hablar de eso.”

Él movió la tolla para cubrir el tatuaje, y entonces vio el resto de las marcas de mordidas en el otro lado de su cuello, y debajo de su mandíbula.

Dos de ellas estaban sobre lo que parecían ser horribles marcas de chupones. Ella también se dio cuenta de que sus labios estaban más hinchados que antes, y que el superior sangraba otra vez. Y cuando se pasó la mano por su cabello, había marcas de arañazos que sangraban en la parte de atrás del cuello.

“¿Estás bien?”

Él asintió, pero no habló mientras se acercó a ella. Ese ceño fruncido tan familiar volvió a su hermoso rostro. “¿Qué es ese ruido?”

Ella escuchó atentamente, pero no había nada que saliera de lo normal. “¿Qué ruido?”

Él tomo su computadora para poder inclinarse sobre ella y acercarla a su oído.

Ella se rió al darse cuenta de lo que había escuchado. “¿Te referís a la canción?” Ella había bajado el volumen al volver del fiasco en la ducha.

Una luz, que parecía ser alegría, brilló en sus ojos. “¿Tenés música?”

“Sí. Bajé algunas canciones mientras no estabas.”

Ella subió el volumen para él.

Él no sonrió con los labios, pero sus ojos parecían sonreir.

Ella nunca lo había visto de esta forma. Como un chico pobre en Navidad que había recibido todo lo que tenía en su lista.

“Nunca había escuchado algo como esto.”

“Es OneRepublic. El tema se llama ‘Come Home,’ y es de su álbum Dreaming Out Loud.”

“Te juro que apenas entendí la mitad de todo lo que dijiste.”

Ella le sonrió. “Hay mucha gente que me dice lo mismo.”

Ella lo miró mientras cerraba sus ojos y escuchaba la letra de una de sus canciones favoritas. Estaba tan cerca de ella que su mano ansiaba poder tocar esos rulos de color rojo oscuro y sentirlos envolverse en sus dedos. Pero ella sabía que él jamás aprobaría algo así. Tampoco la dejaría.

Frunciendo el ceño mientras él exploraba la lista de canciones, ella no pudo evitar ver el terrible moretón en su mejilla y el perfil de sus labios abusados. En contra de su sentido común., ella quería sacarlo de este lugar. Para mostrarle que el mundo no era lo que él pensaba.

Que él podría ser feliz.

Estaba desesperada por enseñarle q sonreir y a reírse. Por darle luz del sol verdadera. No una imagen plana cuya única calidez era la carga eléctrica de un cable.

Más que nada, ella quería protegerlo – como si eso tuviera sentido dado su tamaño comparado con el de Seth. Él era tan poderoso y fuerte, y aun así vulnerable en una forma que ella nunca habría creído posible.

Él realmente saltó alarmado cuando empezó la siguiente canción de la lista. “Never”, de Sevendust.

“Perdón. Tendría que haberte avisado. Esta canción es un poco pesada.” Ella se estiró para bajarle el volumen, pero él la detuvo.

“Me gusta.”

Ella apenas entendió sus palabras. Su atención se enfocó en lo bien que se sentía su mano áspera contra su piel. Y en cuánto le gustaría sentir su toque en otro lugar de su cuerpo.

Seth reconoció la lujuria en su mirada mientras ella contemplaba sus labios. Él se moría por volver a probarla. Pero ya era suficiente dolor por un día. Lo último que quería en este momento era que le volvieran a clavar las uñas en la espalda. O le quebraran los labios. Si sólo pudiera convencer a su cuerpo de eso.  Todavía la deseaba, aunque eso significara más dolor.

Soy un enfermo.

De repente, ella abrió su boca y bostezó. Luego bostezó nuevamente. “Uff, discúlpame. No dormí demasiado bien anoche.”

“Te entiendo.” Él se alejó de ella. “Si querés podés dormir en la cama. No te voy a molestar.”

“¿Y vos?”

¿Y yo? Mil años de tortura habían arruinado su habilidad para cerrar los ojos, ni por una mínima cantidad de tiempo.  “No duermo mucho.”

“¿Por qué no?”

Porque a él no le gustaba ser débil. Dormir lo dejaba vulnerable a los ataques de otras criaturas, además de Noir y Azura. Los cobardes que sólo salían cuando pensaban que estaban a salvo. Eran a quienes más odiaba.

Ella esperó su respuesta expectante. En vez de eso, él conjuró un camisón abrigado y se lo alcanzó. “Acá tenés, mujer.”

Lydia estaba conmovida por su regalo. Más que nada porque ella sabía lo raro que era para él hacer este tipo de cosas.

“Gracias. Y por cierto… mi nombre es Lydia, no mujer.”

Él asintió y se alejó de ella. “Dormí en paz, Lydia.”

Ella sintió un nudo en el estómago al escuchar su nombre en sus labios. Con su acento, sonaba más como Ladia. Y todo lo que ella quería era ponerse en puntas de pie y darle un beso.

Si sólo pudiera.

Tomando el camisón de algodón blanco, fue al baño a cambiarse.

Para cuando salió, él ya había arreglado su cama y descubierto las sábanas para ella. Para ser un hombre que no creía en las amabilidades, ciertamente estaba siendo amable con ella.

Pero eso lo hacía más especial. Ese tipo de cosas no eran naturales para él. Él tenía que esforzarse para pensar en esas cosas.

Mientras ella pasaba por el escritorio camino hacia la cama, él la miró de reojo pero no hizo ningún comentario. Todavía estaba escuchando la música que ella había bajado mientras miraba más fotos del sol.

Su pobre demonio. Pronto ella se iría de este lugar, de regreso a su casa. Y él se quedaría…

Ella disimuló un sollozo al pensar en quienes lo torturaban. “Buenas noches, Guardián.”

“Buenas noches,” le dijo sin mirarlas. Ella se deslizó dentro de las cobijas y puso su brazo debajo de la almohada para poder mirarlo. Como lo había prometido, él no la molestó para nada. Estaba demasiado concentrado en su pequeña ventana que le mostraba un mundo que él no podía visitar.

Pestañando ella quiso quedarse despierta un poco más, pero había pasado por muchas cosas. Demasiado pronto, ella estaba en la tierra de los sueños.

Seth supo el momento exacto en el que Lydia se durmió. Su respiración se regularizó y su cuerpo se relajó completamente. Solo en ese momento se atrevió a mirarla. Una mano caía por el borde de la cama mientras que su negro cabello estaba desparramado por la almohada. Pero lo que le causó más ternura fue el pulgar de su pie que se asomaba por debajo de las pieles.

Espero que Solin sepa lo que tiene.

Obviamente lo sabía. Si no, ¿por qué había luchado tan desesperadamente por salvarla?

Una parte de él deseaba que Solin fallara. Si él no volvía con la llave, Seth podría quedarse con ella. ¿Pero por cuánto tiempo? Tarde o temprano, Noir o Azura la encontrarían aquí, y cuando lo hicieran…

Él  no quería ni pensar sobre lo que le harían por estar en este lugar, y a él por esconder su presencia de ellos. No, Lydia tenía que regresar a su casa. Y su vida seguiría como siempre. Él se encogió del dolor al rozar accidentalmente su labio lastimado con su lengua.

Las cosas nunca cambiaban. Él había tenido su chance de conseguir la libertad y no había ido bien.

Aun así…

Con el corazón roto, él se levantó y fue hacia la cama para poder mirar sus rasgos angelicales. Antes de poder detenerse a sí mismo, él se inclinó sobre ella y presionó su mejilla con la propia. La suavidad de su piel le hizo desearla y dolerse por algo que sabía que nunca podría tener. Él inhaló su aroma exquisito, atesorándolo por sobre todas las cosas.

“Mi nombre es Seth,” le susurró en el oído, sabiendo que ella no podia oírlo. Aun así, él quería que ella lo supiera.

Él mataría por oírlo de sus labios.

Sólo una vez.

Inhalando su aroma, le dio un beso en la mejilla, y luego se retiró.

Finalmente entendió por qué Solin estaba dispuesto a morir por ella. Ahora tenía sentido. Una belleza y un espíritu como los de ella debían ser atesorados y protegidos.

Y él esperaba que nunca nada dañara la lealtad que se tenían en uno al otro. Esa sería la tragedia más grande de todas.

No voy a hacerle nada, Solin. Nadie merecía conocer ese dolor.

Seth volvió a su escritorio y apagó la música. Él no quería ver u oír ninguna otra cosa que no podría tener. No había necesidad de torturarse cuando tenía a tantos otros con ansias de hacerlo por é.


*    *   *

Solin miró a su alrededor, a las caras de hombres y mujeres que una vez habían sido sus peores enemigos. Ahora estaban todos juntos para luchar contra un enemigo en común, nuevamente.

Lo habían hecho una vez anteriormente, cuando su hermano Arik había estado bajo ataque. Pero eso había sido años atrás, y ahora había mucho más en riesgo.

Él apretó su agarre en su IPhone, agradecido que Lydia le hubiera escribido. Pero él jamás la dejaría en ese lugar.

No con ese animal.

Sin embargo, entrar en Azmodea era extremadamente difícil. Habían llamado de urgencia al Jefe de los Hellchasers, Thorn. Si alguien podía hacerlos pasar bajo las narices de Noir, era la entidad que compartía el reino con él.

Si bien Thorn no era la criatura más amable o confiable, odiaba a Noir tanto como ellos. Solin no tenía duda de eso. Thorn los ayudaría y los apoyaría.

Resistí, nena. Ya llega la caballería.

Y lo primero que haría sería clavar los testículos del Guardián a la cabeza de Noir.


Traduccion: Rito de Sangre

Puedes leer tambien aqui los anteriores:

PRIMERO, SEGUNDO, TERCERO Y CUARTO CAPITULO
QUINTO CAPITULO
SEXTO CAPITULO

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