Prologo "Nacido de las Sombras"

miércoles, abril 04, 2012

Os dejo en primicia el prologo del quinto titulo de la saga La Liga, Nacido de las Sombras, que salio a la venta en EEUU el pasado año.

—¡Cuidado! 

Caillen Dagan apenas tuvo tiempo de apartarse antes que tres disparos de blaster le pasaran zumbando junto a la cabeza. Su corazón martilleaba violentamente cuando se dio cuenta que tanto él como su padre estaban atrapados por lo que suponían eran prestamistas con intención de recuperar su dinero. No era la primera vez que las deudas de su padre habían provocado que les persiguieran. Los hombres que iban tras ellos parecían estar en todas partes. Y parecían multiplicarse...
El terror hizo que se quedara sin respiración mientras las lágrimas brotaban de sus jóvenes ojos. 

 ¿Qué vamos a hacer? 

Su padre lo agarró por la pechera de la camisa y lo arrastró hacia las sombras para agacharlo detrás de él. 

Caillen miró a su alrededor, todo su cuerpo temblando mientras trataba de encontrar una vía de escape para ellos. No parecía haber ninguna, pero tenía fe. Nadie era mejor que su padre en conseguir salir de situaciones difíciles. 

Su padre lo zarandeó para llamar su atención. 

—Escúchame, muchacho. Te necesito para que cuides de tus hermanas. ¿Me oyes?  

A pesar de que era el más joven de los hijos Dagan y sólo tenía ocho años, era algo que su padre siempre le decía. 

—Sí, lo sé.
—No, Cai, no lo sabes. Eres demasiado joven para comprender lo que trato de decirte, pero tienes que intentarlo. —Había tanta tristeza en los ojos de su padre que le dio miedo. Una resignación que nunca había estado allí antes y que le dio ganas de llorar. Pero los Dagans no lloraban y él no iba a dejar que su padre lo viera comportarse como una de sus hermanas. 

Su padre le ahuecó la cara en la palma de la mano callosa. 

—Pasarán años antes de que entiendas lo que está sucediendo. Pero necesito que me escuches y confíes en mí. No estaré aquí para seguir protegiéndote.  

Caillen frunció el ceño.
—¿De qué estás hablando?
—¡Escucha! No hables. Sólo tenemos unos pocos segundos más. Lo que necesito es que te asegures de que nunca entrarás en ningún sistema de ningún gobierno, por ninguna razón. Trata de no llamar la atención. Vive fuera de la red. No dejes que nadie tenga manera de rastrearte. Nunca. Ni tu dirección. Ni tu imagen. Nada. Sobre todo la retina, huellas digitales o el ADN.  

La insistencia de su padre lo asustó casi tanto como los hombres con blasters que les buscaban.
—¿Por qué?
—Te matarán. ¿Lo entiendes? Los gobiernos usan eso para rastrear a la gente y te harán daño si te encuentran.  

Esas palabras le aterrorizaron aún más.
—¿Quién me hará daño?
—Mis enemigos. Vendrán por ti también. Es por eso que nunca te he tratado como un niño y por lo que te he entrenado tan duro. Sabía que este día llegaría, pero esperaba que para entonces fueras mayor. Por desgracia me han encontrado. Sólo aprovecha lo que te he enseñado y utilízalo para mantenerte con vida. Necesito que vivas, Cai. Por mí. Lo he arriesgado todo para conseguir que siguieras respirando. No dejes que sea para nada. No después de todo lo que sacrifiqué para mantenerte con nosotros. Lo sé. Ahora corre a casa. No dejes que nadie te siga y cuida de tus hermanas. ¿Vale? Sé que es mucha responsabilidad para un chiquillo, pero tengo fe en ti. 
—Papá…
—Hazlo, Cai. —Su padre lo empujó contra su pecho y lo abrazó—. Te quiero, muchacho. Has sido un buen hijo. Mejor de lo que jamás merecí. Vela por tus hermanas, especialmente Shahara. Ella estaría perdida sin ti. Eres el único de quien dependerá ahora. —Besó a Caillen en la cabeza antes de soltarlo. Se sacó la billetera y se la entregó—. Hay suficiente dinero para sobornar a los médicos. Pídeles que digan que morí de neumonía.
—No entiendo.
—Lo sé, hijo. Sólo haz exactamente lo que te digo. ¿De acuerdo? Si alguien cree que morí por algún otro motivo que no fuera una causa natural, vendrán a por tus hermanas y les harán daño. No puedes dejar que eso ocurra. Recuerda. Neumonía. Tienes que mantener mi cara fuera de las noticias. 
Caillen odió las lágrimas que le empezaron a caer. Se las limpió con la manga sucia de la camisa. Su padre tenía razón, él no entendía nada de todo esto, pero le obedecería.
—Vale.
 Su padre le dio un beso de nuevo.
—Ahora escabúllete como te he enseñado.
—Pero…
—¡No discutas! —Su voz tembló mientras las lágrimas anegaban también sus ojos—. Sólo continúa vivo, Caillen.
Caillen asintió con la cabeza antes de lanzarse rápidamente hacia la derecha por un agujero en el lateral del edificio. Dejó de correr cuando oyó voces que le hicieron detenerse y escuchar.
—Dagan... bastardo traidor. ¿Dónde está el dinero? 
—Nunca lo conseguí.
El disparo de un blaster retumbó.
Caillen escuchó a su padre gritar. A pesar de que había prometido no quedarse, regresó arrastrándose por el agujero en la pared para ver a su padre en el suelo, intentando apartarse del hombre que le había disparado mientras le maldecía.
Había un grupo de hombres y mujeres detrás de él, que observaban con una apatía que era repugnante.
El hombre pateó a su padre y lo mantuvo en el lugar con un pie plantado firmemente contra su pecho sangrante. Le apuntó con el blaster directamente al corazón.
—Eres un bastardo astuto. Te concederé eso. He pasado seis años de mi vida tratando de encontrarte. Ahora dime lo que hiciste con nuestro paquete.
—No lo sé. Se me escapó... Se-se desvaneció. No conseguí el dinero por ello. Algún otro lo cogió. Te lo juro. Por favor... tengo hijitas que…
El hombre lo mató.

Caillen se tapó la boca con la mano para evitar gritar por el dolor que le atravesó.

Su padre había muerto.

Muerto.

Al igual que su madre. 

Las lágrimas caían por su rostro mientras deseaba ser lo suficientemente grande como para salir y matar a los que le habían arrebatado a su padre. Pero sabía que no podría luchar contra ellos. Era sólo un niño. Y si lo intentaba, sus hermanas estarían solas sin un hombre que velara por ellas.
«Protege a mis chicas por mí...» 

Se lo había prometido a su padre y lo cumpliría. 

—Eso fue una estupidez. —Una mujer se adelantó fulminando con la mirada al hombre que enfundaba el arma y se limpiaba la sangre de los zapatos en los pantalones de su padre. Los otros se retiraron, dejando sólo a dos de ellos que escupieron sobre los restos de su padre—. Deberías haberte asegurado que no mentía antes de matarlo.
—Dudo que tenga el dinero. Viste su nave. No vive como alguien que robó diez millones de créditos.
Ella suspiró.
—Esa no era la parte más importante de todo esto y lo sabes. Si… 
—Incluso si el paquete se le escapó, no durará mucho tiempo en la calle. Confía en mí. Aquí fuera nos comemos a los críos. Dudo siquiera que esté por aquí. A la basura siempre se la quema. 
Un trueno sonó un instante antes de que la lluvia que había estado amenazando con caer durante todo el día lloviera a cántaros sobre ellos. La pareja salió corriendo hacia la calle para buscar refugio.
Caillen no se movió. Pasó mucho tiempo sentado allí, mirando el cuerpo sin vida de su padre mientras la lluvia le apedreaba y teñía el suelo con el rojo de su sangre. 

¿Qué iban a hacer él y sus hermanas ahora? Eran unos niños... 

Apretó su puño sobre la billetera. Haré lo que papá dijo. A pesar de que no entendía las razones de sus órdenes. Debía proteger a sus hermanas. Eso era suficiente para él. Sólo esperaba que Shahara nunca se enterara de que había utilizado el dinero para sobornar a los médicos ya que se pondría como loca por el despilfarro cuando tenían tan poco. 

Se sorbió las lágrimas. Soy el hombre de la casa. No había nadie más...
—Las mantendré a salvo, papá. 

Su única pregunta era ¿quién le mantendría a salvo a él?


Traduccion: Kalosis
Via: Ovejas Negras

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