Dos versiones diferentes para la misma escena en los libros de Aqueron & Styxx: "Nacimiento"

domingo, junio 23, 2013

Para celebrar el cumpleaños de Aqueron & Styxx, Sherri nos permite ver una increible escena que da comienzo a todo, el nacimiento de los gemelos, que nos partio el corazon a mas de uno/a en el libro de Aqueron, pero esta vez conoceremos la version de Styxx. Como siempre ha dicho nuestra Diosa Autora, siempre existen mas versiones de un mismo momento, de las que creemos. Aqui os dejamos a continuacion dos extractos de los libros de Aqueron y Styxx, justo en la misma escena: Fecha 23 de Junio de 9548 A.C.
Justo cuando pensabas que el fin del mundo se había acabado….

Siglos atrás, Aqueron  salvó a la raza humana encarcelando un antiguo mal empeñado en la destrucción absoluta.  Ahora el mal se ha desatado y busca venganza.

Como gemelo de Aqueron, Styxx no ha estado siempre al lado de su hermano. Han pasado mas siglos luchando de manera encarnizada que protegiéndose sus espaldas. Ahora Styxx tiene la oportunidad de demostrar su lealtad a su hermano pero solo si está dispuesto a a cambiar su vida y el futuro de Aqueron.

La diosa atlante de la ira y de la miseria, Bethany, nació para corregir errores, pero nunca fue una tarea que disfrutase, hasta ahora. 

Tiene una deuda con Aqueron que se compromete a pagar, no importa lo que cueste. El se reunirá con el resto de los dioses en el infierno y nada va a detenerla.

Pero las cosas nunca son lo que parecen y Aqueron ya no es el último de su linaje. Styxx y Aqueron deben dejar de lado su pasado y aprender a confiar el uno en el otro para no sufrir mas.

Sin embargo es difícil arriesgar tu propia vida por alguien que una vez trató de arrebatarte la tuya, aun cuando este sea tu propio gemelo y cuando las lealtades están sesgadas y no puedes confiar en nadie, ni siquiera en ti mismo. ¿Cómo encontrar un camino de retorno de la oscuridad que quiere consumir el mundo entero? ¿Uno que quiere empezar devorando tu alma?

El rey Xerxes se quedó mirando al recién nacido que dormía apaciblemente entre sus brazos.

¿Cómo podía haberse vuelto su alegría tan amarga tan rápido? Por un instante, se había considerado el más bendecido de todos los reyes. Que los dioses le habían dado dos hijos para gobernar su vasto imperio.

Ahora…

¿Había tenido al menos uno?

No había ninguna duda de que el primogénito era hijo de los dioses. Que su esposa la reina se había prostituido con ellos y lo había parido.

Pero Styxx….

El rey estudió cada pulgada del perfecto y durmiente niño acurrucado contra su cuerpo.

-¿Eres mío?- Estaba desesperado por conocer la verdad.

El niño parecía ser solamente un bebe humano. Al contrario que Aqueron, cuyo color de  ojos era como remolinos de plata, los de Styxx eran de un vívido color azul. Pero los dioses eran siempre traicioneros.

Siempre engañosos.

¿Podría ser que Aqueron fuera su hijo y este no lo fuera? ¿O ninguno de ellos le pertenecía?

Miró a la anciana y sabia mujer, que proclamó que Aqueron era hijo de los dioses después de su nacimiento. Decrépita y arrugada vestía con blancas y pesadas ropas ricamente bordadas en oro. Su cabello gris estaba enrollado alrededor de una ornamentada corona dorada.

-¿Quién es el padre de este niño?-

La mujer hizo una pausa en la limpieza. –Majestad, ¿Por qué me preguntáis algo que ya sabéis?-

Porque no lo sabía, no con certeza y odiaba el sabor del miedo que le abrasaba en su garganta y dejaba un sabor amargo. Un miedo que hacía que su corazón latiera con inquietud.

-¡Respóndeme, mujer!

-Verdad o mentira, ¿Creeríais cualquier respuesta que os de?

Maldita fuera por su sagacidad. ¿Cómo podían haberle hecho esto los dioses? Había hecho sacrificios y les había rezado toda su vida. Devotamente y sin blasfemias. ¿Por qué deshonraban a su heredero de esta manera?

O peor aún, ¿Quitarle a su heredero?

Le apretó fuerte mientras le sostenía, lo que hizo que el bebe se despertara y gritase. Una parte de él deseaba golpear al niño contra el suelo y verle morir. Pisotearle hasta el olvido.

Pero, ¿Y si este era su hijo? Su propia carne y sangre…

La mujer sabia, había dicho que lo era.

Sin embargo, ella se había limitado a transmitir lo que los dioses le habían dicho. ¿Y si ellos habían mentido?

Enojado y traicionado, fue hacia la mujer y le puso al niño en sus brazos, dejándola que le consolara. No podía soportar la visión de ambos niños.

Sin más palabras, salió precipitadamente de la habitación.

En el momento en que se quedó sola con el bebé, la anciana se transformó en una mujer joven de largo cabello negro. Vestida de color rojo sangre, le dio al bebe un beso en la cabeza haciendo que se calmara al instante.

-Pobre, pobre Styxx.- susurró la diosa Atenea mientras le mecía en sus brazos para tranquilizarle. –Al igual que tu hermano, tu futuro será desagradable. Lo siento pero no puedo hacer más por vosotros dos. Sin embargo, el mundo humano necesita héroes y algún día os necesitarán. 

Mi madre, la Reina Aara, yacía en su cama dorada, su cuerpo bañado en sudor, su cara pálida mientras una asistente le apartaba el rubio cabello húmedo de sus ojos azul claro. Incluso, a través del dolor, nunca había visto que mi madre pareciera más llena de alegría de lo que parecía ese día y me pregunté si había sido así de feliz ante mi propio nacimiento.

El aposento estaba atestado por funcionarios de la corte y mi padre, el rey, estaba de pie al lado de la cama con su Jefe de Estado. Las largas ventanas de cristal estaban abiertas, dejando que el aire fresco brindara alivio al calor del día de verano.

— Es otro hermoso muchacho — proclamó felizmente la comadrona, envolviendo al recién nacido en una manta.

— ¡Por la mano de la dulce Artemis, Aara, me ha llenado de orgullo! — dijo mi padre mientras un fuerte grito alborozado traspasaba a los ocupantes del aposento — ¡Gemelos para gobernar sobre nuestras islas gemelas!

Con sólo siete años de edad, salté arriba y abajo regocijada. Por fin, y después de numerosos abortos de mi madre y niños nacidos muertos, yo no tenía un hermano, sino dos.

Riéndose, mi madre acurrucó al segundo niño en su pálido seno mientras una comadrona secundaria limpiaba al primogénito.

Me moví sigilosamente por entre la muchedumbre para mirar al bebé primogénito que estaba con la comadrona. Diminuto y hermoso, se retorcía y luchaba por respirar a través de sus pulmones recién nacidos. Finalmente había tomado una profunda y despejada inhalación, cuando oí el grito de alarma de la mujer que lo sostenía.

— ¡Zeus tenga misericordia, el mayor está mal formado, Majestades!

Mi madre alzó la vista con su frente arrugada por la preocupación.

— ¿Cómo?

La comadrona se lo llevó.

Yo estaba aterrorizada de que algo estuviera mal. El bebé me pareció perfecto. Esperé mientras el bebé estiraba sus manos hacia el hermano que había compartido la matriz con él durante esos pasados meses. Era como si buscara el consuelo de su gemelo.

En cambio, mi madre apartó a su hermano, de su vista y alcance.

— No puede ser — sollozó mi madre — Es ciego -

— No es ciego, Majestad — dijo la sabia más anciana, mientras se adelantaba por entre el grupo de gente. Sus ropajes blancos estaban profusamente bordados con hilos de oro y llevaba puesta una corona de oro ornamentada sobre su desvaído pelo gris—. Fue enviado a ti por los dioses.

Mi padre, el rey, entornó sus ojos furiosamente hacia mi madre.

— ¿Fuiste infiel? — la acusó.

— No, nunca.

— ¿Entonces cómo es que él salió de tus caderas? Todos aquí somos testigos.

Todos en el aposento miraron a la sabia quién clavó sus ojos sin expresión en el diminuto bebé indefenso que clamaba para que alguien lo sostuviera y le ofreciera consuelo. Calor.

Pero nadie lo hizo.

— Él será un destructor, este niño —dijo la sabia, su anciana voz en alto y timbrada de modo que todos pudieran oír su proclamación—. Su toque traerá la muerte a muchos.

Ni siquiera los mismos dioses estarán a salvo de su ira.

Jadeé, sin entender realmente el significado de sus palabras.

¿Cómo podría un mero bebé hacer daño a alguien? Él era diminuto. Indefenso.

— Entonces ¡mátalo ahora! — ordenó mi padre a un guardia para que sacara su espada y matara al niño.

— ¡No! — dijo la sabia, deteniendo al guardia antes de que él pudiera consumar la voluntad del rey — Mata a este niño y tu otro hijo morirá también. Sus fuerzas de vida están ligadas. Ésta es la voluntad de los dioses, deberás criarlo hasta la edad viril.

El gemelo mayor sollozó.

Sollocé yo también, no entendía su odio por un simple bebé.

— No criaré un monstruo — gruñó mi padre.

— No tienes ninguna opción — La sabia tomó al bebé de la comadrona y se lo ofreció a mi madre.

Fruncí el ceño ante la nota de satisfacción que vi en los ojos de la comadrona antes de que la hermosa mujer rubia se abriera paso por entre la gente para desaparecer de la estancia.

— Él nació de tu cuerpo, Majestad — dijo la sabia, arrastrando mi atención de vuelta hacia ella y mi madre — Es tu hijo.

El bebé berreó aún más alto, estirándose otra vez para alcanzar a mi madre. Su madre. Ella se encogió alejándose de él, aferrando aún más que antes, estrechamente, al segundo en nacer.

— No lo amamantaré. No lo tocaré. ¡Aléjalo de mi vista!

La sabia condujo al niño hasta mi padre.

— ¿Y qué hay de ti, Majestad? ¿No lo aceptarás?

— Nunca. Ese niño no es hijo mío.

La sabia respiró hondo y presentó al niño a la cámara. Su agarre era flojo sin amor o compasión evidente en su toque.

— Entonces será llamado Acheron por el Río de la Tragedia. Como el río del Inframundo, su viaje será oscuro, largo y duradero. Será capaz de dar la vida y tomarla. Caminará por la vida, solo y desamparado, siempre buscando la bondad y siempre hallando la crueldad.

La sabia miró hacia abajo, al niño en sus manos y pronunció la simple verdad que perseguiría al niño por el resto de su existencia.

— Que los dioses se apiaden de ti, pequeño. Nadie más lo hará.
Si visitais la fuente que os dejamos a continuacion, hay un contador de votos, para que voteis por vuestro gemelo favorito o el que mas os haya conmovido. Por el momento gana Aqueron con un 88% sobre un 13% de Styxx. Votad por vuestro favorito !!!

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