Prologo de Illusion (#CON 5)

martes, febrero 25, 2014

-¿Nick? ¿Cariño? No estarás dormido, ¿verdad?

Los ojos de Nick parpadearon mientras una canción que no conocía sonaba con un fuerte estruendo que hacía que le pitasen los oídos. De hecho, estaba rodeado de todo tipo de ruidos. Como en una fiesta.

¿Qué…? Levantó la cabeza de sus brazos cruzados para encontrarse, no en la cama en la que había caído, sino en un…

¿Baile de graduación?

Sí, era un baile de graduación fantástico con un horrible cisne y estrellas de cartón recortadas y con la suficiente tela de color rosa como para hacer que se sintiera que había caído en una fábrica de Pepto-Bismol (Jarabe de color rosa para molestias estomacales).

Con el ceño fruncido, escaneó el oscuro salón del hotel, donde sus compañeros de clase que estaban pasándolo a lo grande con un brillante DJ subido a un estrado.

¿Cómo había llegado hasta aquí?

¿Cuándo había llegado a esto?

Espera, olvida todo eso por un minuto. Era finales de otoño cuando se había ido a la cama…

¿No se celebraban siempre los bailes de graduación en primavera? Sí. Así era. Mierda.

¿Cómo había perdido seis meses de su vida? ¿Cuándo los había perdido? Pero lo que le derribó fueron las personas que se sentaban en la mesa redonda con él. Caleb estaba a su derecha, pero en lugar del atleta niño bonito que se suponía que era, Caleb era un poco corpulento y con ortodoncia.

¿En una fiesta de graduación? ¿Eh?

¿Ortodoncia? ¿Era una fiesta de disfraces de algún tipo? Después de todo, era de Nueva Orleans el único lugar en el mundo donde podían convertir la apertura de un sobre corriente en una gran procesión. Sí, eso tenía más sentido que lo que estaba viendo.

Sobre todo la usualmente extravagante Simi, que llevaba un discreto vestido rosa con volantes hasta los tobillos con un jersey abotonado hasta la barbilla. Frunció el ceño mientras seguía la línea de su brazo hacia donde ella cogía la mano de Caleb.

¿La demonio…Simi…con Caleb?

Sí, estoy loco y el diablo está agrietando carámbanos en su jacuzzi. Mi padre debe haberme sorbido el seso cuando murió. ¿O tal vez esta es la idea de Caleb de una broma? Sí, el demonio, a veces, tenía un enfermizo sentido del humor.

Por favor, que solo esté loco. Las posibles alternativas paranormales hacían que una camisa de fuerza pareciera el resultado más deseable.

Casey se sentó junto a Nick, que llevaba un par de gafas gruesas y un vestido anticuado que parecía sacado de una película de John Hughes de 1980.

¿Esto es un sueño?

Era demasiado real para eso, y sin embargo…

-Nick, pareces algo enfermo. Como si estuvieras a punto de vomitar. ¿Estás bien? -Casey frotó la mano. No. Definitivamente no estaba bien. Se sentía como si alguien le hubiera golpeado por sorpresa mientras centraba su mirada en un bajo y rechoncho…friki cuyos ojos y cabellos oscuros le eran demasiado familiares.

No…no podía ser. -¿Stone?

Sonrió. –Sí, amigo. ¿Debo avisar a tu papá para que venga a recogerte? No parece que debas conducir.

-Yo lo puedo llevar a casa.

Nick se quedó helado por la voz que no quería reconocer. No, no, no. No había manera de que él estuviese aquí. ¿Por qué vendría un todopoderoso inmortal de once mil años de edad a una baile de graduación de la escuela secundaria?

A no ser que estuviera aburrido, con todas las cosas que había fuera para acabar con ellas. No. Mires. No lo hagas.

Pero al igual que en un espeluznante accidente de coche, Nick tenía que hacerlo. Su estómago se contrajo, Estaba aterrado de a donde le llevaría esta vez su pesadilla.

¡Alto!

En el momento en que se volvió, sabía que había muerto y había ido al verdadero infierno. Esa era la única explicación plausible que giraba en su cabeza. La única explicación que tenía sentido.

Porque esto…

Esto era el mayor festival de frikis de todos los tiempos.

Definitivamente, era Aquerón Parthenopaeus. Con sus más de dos metros de altura, pelo castaño corto y ojos azules.

Y con un esmoquin de color rosa.

Nick se rio por algo que era mucho más aterrador que gracioso. Pero no sabía qué otra cosa hacer…excepto gritar y conseguir que le pusieran una camisa de fuerza de verdad.

Tal vez había perdido la cabeza.

Sí, eso sería un poco más aceptable que esta actual pesadilla.

Tragó saliva y luego dirigió su atención a Stone

-¿Puedo hacer una pregunta extraña?

-Si tienes que hacerlo.

Nick se pasó la mano por el pelo, tratando de averiguar por qué estaba teniendo ese jodido sueño. ¿Qué había comido?

O mejor aún ¿Finalmente alguien se lo había comido a él?

Pero, por ahora, hasta que descubriera lo que estaba pasando, no tenía más remedio que sobrellevar este…terror hasta el final.

-¿Cuál es el nombre de mi padre? -Todos se rieron.

Sí, no es gracioso. Nick se obligó a no insultarles por burlarse de él.

-Vamos, chicos. Sólo seguidme el juego y responded a la pregunta.

Ash resopló, para después responder con un tono nasal. –Conoces a tu padre, Nick. Michael Burdette. Es contable y trabaja con el padre de Caleb. ¿Caleb también tenía padre?

Claro, y grandes hadas voladoras hacían la ropa de mal gusto de Nick todas las noches y las dejaban en el cuarto de baño.

Nick arqueó una ceja ante Caleb. -¿Y tu padre sería…?

Caleb frunció el ceño. -¿Qué te pasa, muchacho? Sabes que mi padre es el mejor amigo del tuyo y que eso, ha sido así desde siempre. ¿Caleb Fingerman? ¿Hola? Mark es mi padre.

Nick se echó a reír y a reír. No podía parar. Sí, todo esto era una locura. Debían de haberle golpeado en la cabeza más fuerte de lo que pensaba. -Bueno, se acabó la broma, todo el mundo. Ja. Ja. Me tenéis.

-¿Qué broma? –Preguntaron Ash y Stone, mientras las mujeres le miraban como si estuviese loco. Incapaz de soportarlo más, Nick se puso de pie y frunció los labios: -Ya sabéis, para que una broma funcione, tiene que ser divertida, chicos… y esto no lo es ni siquiera un poco.- Enojado con ellos, salió corriendo al baño para echarse agua en la cara y despertarse.

Algo tenía que sacarlo de esta pesadilla y volver a casa.

Pero en el momento que Nick se miró en el espejo del baño, se congeló por el más absoluto terror. No sólo era por el feo esmoquin azul que nunca se pondría, su cabello era rubio y sus ojos eran de un color gris medio.

¿Lo peor? Estaba mucho más cerca del lavabo de lo que había estado en mucho tiempo.

¿Soy bajo?

¡Ah gah! ¡Cualquier cosa menos eso!

Su corazón latía con fuerza, revisó sus piernas para asegurarse de que estaban intactas.

Lo estaban.

Y sin embargo, medía un metro setenta y siete, como mucho.

No…

Mido un metro noventa y cinco. Había llegado a eso en su último periodo de crecimiento del verano pasado. El pánico creció mientras cerraba los ojos y trataba de convocar a sus poderes.

Eso sólo le hizo asustarse más, cuando la dura realidad le golpeó contra las piedras. No, no, no, no gritó su mente. No podía ser.

Pero lo era. Todos sus poderes se habían ido. Todos y cada uno de ellos. No tenía nada. Ni siquiera un atisbo de adivinación o clarividencia ni de nada.

Estoy sin poderes y encerrado en el Hades.

Horrorizado, Nick miró boquiabierto al rostro desconocido que veía en el espejo y que no era suyo. Se pellizcó a si mismo y negó con la cabeza. Era él. De alguna manera, se había transformado en un tipo rubio y bajo.

Incapaz de aceptarlo, hizo todo lo que pudo para despertar, pero nada funcionó. Continuaba existiendo en ese raro mundo.

No es un sueño.

De alguna manera, esto era real. Él era real, y estaba aquí, dondequiera que aquello estuviese. Madaug entró y se burló de él. Ya no era flaco y friki, media el metro noventa y cinco que debería medir Nick. -¿Qué estás mirando, Burdette? ¿Ligando para pedir una cita? ¿Burdette? –repitió Nick, buscando a su alrededor a Bubba.

Madaug lo empujó. -¿Nick Burdette? ¿No puedes siquiera reconocer tu propio nombre?- Puso los ojos en blanco –Perro, niño ¿Cómo eres tan tonto?- Se marchó hacia un urinario.

Aturdido, confuso y aterrorizado, Nick salió tambaleándose hacia el baile que estaba lleno de gente que conocía, pero que no reconocía. Conseguir algo, cualquier cosa para demostrar que eso no estaba ocurriendo, que estaba siendo el blanco de una broma. Sacó su cartera y miró su licencia.

En la foto aparecía el nuevo él de rubio. Sin embargo lo que lo golpeó como una patada en la entrepierna era el nombre.

Nicholas Michael Burdette en lugar de Nicolás Ambrosius Gautier.

-¿Qué infierno de Hades había sucedido?

Y lo más importante…¿Cómo podía deshacerlo cuando ya no tenía ningún poder y sus aliados sobrenaturales eran ahora todos, lamentablemente, normales?


Tradución: Emma Gigan
Fuente: Oficial Sherrilyn Kenyon

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