Segundo capitulo de Son of No One

jueves, agosto 07, 2014

Jo acababa de empaquetar su equipo en su oxidado Ford Falcon de 1964, que solía ser rojo pero ahora era más gris que otra cosa, cuando su teléfono empezó a sonar. Mientras lo cogía, se dirigió hacia el lado del conductor y metió su bolso dentro.
-Hey, primita. Cambio de planes. No nos vemos en casa de Karma. En su lugar, tenemos una llamada de emergencia de la Mansión Gardette-LePetre en Dauphine.
-Estás de broma. ¿Ese viejo sitio tan raro donde el sultán y su harén fueron masacrados?
-Ese mismo. Te veo allí… ah, y el tipo nos va a pagar una fortuna. ¡Tu bonus acaba de tener un bebé! ¡Felicidades!
Esperando que no fuese una señal adicional del Apocalipsis, Jo colgó y entró en el coche. Bueno, siempre había tenido una mórbida fascinación sobre aquel lugar que estaba solo a un par de bloques de distancia de la tienda vudú de su familia, Erzulie’s. Cuando era pequeñas, su tía Kalila las entretenía con historias de medio sobre aquella vieja mansión y los horrores que habían tenido lugar allí hace casi dos cientos años.
Sí.
Pero ella no pudo reprimir la tristeza al pensar en pasar por la tienda donde su prima Tiyana había muerto. Desde esa horrible noche, había hecho todo lo posible para evitar la calle. Solo podía imaginarse lo difícil que sería para Selena y sus hermanas, especialmente para Tabitha, que era dueña de la tienda.

De todos los locos de la familia Devereaux, Tiyana había sido una de las favoritas de Jo. Aunque ella nunca había creído en nada de, como lo llamaba su madre, esa mierda sobrenatural, Jo solía pasar por allí y coger los jabones y aceites que T y su tía Ana hacían para Erzulie’s.
No pienses en ello.
Era muy difícil no hacerlo. La lección que Jo había aprendido era lo rápido que cambiaba la vida. Un minuto estabas caminando junto a un excelente capullo imbécil, y al siguiente… ¡bam! Tu mundo se salía de las vías, dejando tu corazón hecho pedacitos en la cuneta, haciéndote pensar cómo vas a ser capaz de recomponerlo.
Debería ser ilegal que la vida te hiciera eso sin ninguna advertencia.
Asqueada, giró la llave y el coche se puso en marcha con un repiqueteo sordo y expulsando humo negro que se dispersó por toda la calle. Sí, era vergonzoso, pero tenía que darle crédito al viejo Falcon. A sus cincuenta años, tenía más vida que ella en ese momento.
Sacando todo de su mente excepto la canción de Prince que sonaba en la radio, se dirigió haia Dauphine, donde Selena y Karma ya le estaban esperando, junto a otras cuatro mujeres que nunca había visto.
Jo aparó detrás del Jeep de Selena. Después de un extremadamente humillante de “sí, he apagado el motor y mi coche aún sigue funcionando –no sé si algún día parará así que bésame el culo y alégrate de no ser tú”, salió del coche y cogió sus cosas. A medida que se acercaba a las demás, no pudo evitar darse cuenta de las expresiones en sus caras, apostando cuanto iba a durar.
Caminando hacia Selena, sonrió.
-Apúntame para ocho.
-¿Ocho qué?
-Cuanto tiempo pasa hasta que salga gritando que quiero irme a casa.
Karma se rio.
El resto parecían confusas.
Con un resoplido despectivo, Selena señaló a la pequeña rubia de su izquierda.
-Jo, te presento a nuestra intrépida líder y exorcista principal, Mama Lisa. Es la que tiene el programa de radio por internet, Voices Carry, los miércoles por la noche.
Jo conocía bien su programa, Era el único que soportaba de los que Karma escuchaba.
Estrechándole la mano, Jo inclinó la cabeza ante la mujer de ojos simpáticos con una bonita sonrisa.
-Encantada de conocerte.
-Igualmente.
Después, Selena señaló a las dos mujeres castañas que se parecían lo suficiente como para estar emparentadas.
-La hermana Jordan y su hermana de verdad, Sarah.
Intercambiaron cordialidades.
-Y por último, pero nunca menos importante, la señora Mercy.
Regordita y adorable, sonrió mostrando los hoyuelos.
-Hola, Jo. Espero que no te asustes con facilidad. Tenemos un día inusualmente bueno.
Jo le guiñó un ojo.
-Me muero de ganas.
-¿No tienes miedo? –le preguntó Lisa poco convencida.
-Ya conocéis a Karma, ¿verdad? Imaginar compartir baño y cama con ella. Es una cerda. Nada me asusta más que sus rituales de baño a medianoche.
Todas se rieron. Incluso Karma.
-De acuerdo, señorita Imperturbable –Karma cogió la mochila del hombro de Jo-. ¡Prepárate para los sustos! –e hizo una risa malévola falsa al marcharse.
Jo miró a Selena.
-Siento como si estuviera atrapada en la casa del lago con ella de nuevo… ayúdame.
Meneando la cabeza, Selena cogió el trípode y lo llevo dentro. Jo las siguió, pero titubeó en el vestíbulo. No porque estuviera asustada, sino porque era absolutamente bonito. Mientras que el exterior de la casa era un clásico del Neoclásico, con un balcón ornamental de hierro –los ocho metros-, el interior era moderno y contemporáneo en su totalidad.
Con madera pulida. Ventiladores en el techo. Techos pintados de bonitos colores. Exquisito.
Jo intentó no abrir la boca del asombro.
-Pensé que eran apartamentos.
Selena posó el trípode en el suelo.
-Lo eran. En agosto del año pasado, lo compraron y lo convirtieron en una sola casa. Nueve habitaciones, diez baños. Más de seiscientos cincuenta metros cuadrados de absoluta maldad.
-A mí no me parece malo. Está muy bien.
-Gracias.
Jo se giró al oír la grave voz de un hombre. Vestido en una camisa verde, era un hombre de mediana edad y tenía los aires de estar al mando.
-Cal –dijo Lisa como saludo-. Gracias por dejarnos hacer esto.
-No, gracias a vosotras por venir. Después de la semana pasada, mi mujer se ha negado a volver. Ya está llamando para poner la casa en subasta. Ojalá lo hubiese hecho antes de la última factura para remodelarla. Pero, ¿qué se le va a hacer? Es más barato que los abogados para el divorcio, supongo.
Selena sacó una libreta de espiral con adorables monstruitos en la portada, y un bolígrafo de pluma de flamenco. Demasiado para parecer profesional.
-¿Qué ha pasado exactamente?
-Para ser honestos, al principio nada. Estuvimos casi un año sin ninguna incidencia. Como todos los demás, pensamos que las historias sobre este sitio encantado eran falsas. Y entonces…
Selena alzó la vista.
-¿Qué?
-Llegamos una noche después de salir a cenar y había un hedor muy extraño. Ni siquiera puedo describir lo nauseabundo que era. Pensamos que quizá un desagüe se había roto o algo por el estilo.
Lisa se paró junto a la mesita auxiliar del recibidor.
-Algo estaba fuera de ligar justo aquí.
Pasó la mano por encima del bol con canicas.
Cal asintió.
-Alguien había puesto una rosa roja ahí.
-Hubo un grito en el piso de arriba –susurró Jordan, mientras repetía lo que pensaba que había pasado-. Tu mujer volvió corriendo al coche para llamar a la policía mientras tú ibas a la cuarta planta a investigarlo –ella volvió a mirarle-. Pero no encontraste nada. La habitación estaba completamente vacía.
Frunciendo el ceño, él volvió a asentir.
-¿Cómo lo sabes?
-Son muy sensibles –Karma se volvió para mirar a Jo-. ¿No deberías estar grabando esto?
-Lo siento.
Jo puso la bolsa de la cámara en el suelo y sacó su cámara de video digital. Posándola en su hombro, la encendió y luego frunció el ceño al interruptor.
-Qué raro.
-¿Qué? –preguntó Selena.
-Quité la batería del cargador justo antes de venir y ahora está vacía.
Jo la cambió, solo para encontrarse que los recambios también estaban vacíos.
Selena tomó nota.
-Todos, rápido. Mirad vuestros teléfonos.
Uno por uno, todos informaron lo mismo.
-Completamente vacíos.
-Ooh –suspiró Karma-. Ya tenemos actividad.
Con el entusiasmo de un niño en Navidad,  volvió a mirar a Cal:
-¿Habéis visto alguna aparición?
-Un hombre de pelo claro. Joven.
-¿Dónde?
-Arriba. En el antiguo espejo del recibidor que ahora está en un armario. Vino con la casa. Lo quité de la pared después de que mi mujer empezara a tener pesadillas con él, hace un mes.
-Veamos, y… -la voz de Lisa fue apagándose mientras abría la puerta de su izquierda y entraba en la habitación. Jo se aproximó.
Al igual que las demás.
Una por una, se giraron para mirar al dueño.
-Te gustan mucho las antigüedades, ¿eh? –preguntó Selena.
Él se encogió de hombros.
-Soy un historiador. Son los artefactos que colecciono. Mayormente de eBay, y de amigos que son antropólogos y arqueólogos.
Karma se giró hacia Selena.
-¿De qué período son?
-Babilonio. Mucho babilonio.
Cal asintió.
-Me centro principalmente en Akkadia y Sumeria. ¿Es un problema?
Karma negó con la cabeza.
-¿Conoce a la doctora Parthenopaeus?
-¿Tory? Sí. La conozco desde hace años.
-¿Y al doctor Julian Alexander? –preguntó Selena.
-A él también.
-¿Deberíamos llamarles? –susurró Karma a su hermana.
-No estoy segura. Todavía. Echemos un vistazo más –Selena metió su bolígrafo en la libreta-. Enséñanos el espejo.
Jo siguió a los demás mientras se dirigían a las escaleras. Estaba intentando que no le afectara todo eso, pero lo de las baterías era muy raro. Una y otra vez, intentaba pensar en una razón lógica.
Pero no podía. Nada debería causar que se descargara totalmente la batería. En todos los objetos.
Era peculiar.
Cal les guio hasta otra habitación y abrió la puerta del armario.
-¿Notáis eso? –dijo Jordan tiritando.
Su hermana asintió.
-Hay algo aquí con nosotros.
-Mantas –dijo Jo-. Cerámica. Muchas alfombras y cuadros.
Ellas le miraron irritadas y le dijeron que su bonus podría reducirse.
Cal y Lisa sacaron el espejo. De más de dos metros de altura, era una antigüedad impresionante que le recordaba a cientos de ese tipo que había visto en las tiendas de antigüedades de la calle Royal. Por alguna razón, a Jo siempre la habían fascinado los espejos, especialmente los antiguos. Tanto que había llenado su habitación de espejos cuando era pequeña. Era algo que aparentemente llevaba en las venas, porque su madre le había confesado que ella había sido igual de joven.
-¿Cuántos años de mala suerte si rompemos eso? –dijo Jo intentando relajar el ambiente.
Aunque todo lo que hizo fue irritar a sus compañeras.
-Finge ser seria –dijo Mercy, mirándola irritada-. Nosotras somos profesionales.
Recordánndose que su bonus sería enorme si no la cagaba, Jo dio un paso atrás.
-Lo siento.
Aburrida mientras estudiaban el espejo e impedían que ella lo inspeccionase, miró la habitación, que tenía una increíble vista de la catedral de St. Louis.
¿Eres la elegida…?
Se volvió al escuchar el susurro. No había nadie allí. Las otras aún estaban reunidas alrededor del espejo, comparando notas y comparando rarezas.
Mh…
Sí, me estoy volviendo loca.
Solían hacer eso cuando era pequeña. Hacían “uuuh” y “aaah”, especialmente alrededor de los espejos, y veían cosas hasta que le convencían de que ella también las veía.
Pero ella era más lista.
Las Devereaux eran lo extraño de lo extraño. Empezando por la tía Rocky hasta sus nueve locas hijas.
Aunque si vamos al caso, la madre de Jo no era precisamente normal. Los Floras tenían una larga línea de excéntricos aunque adorables charlatanes. Incluso su abuela Romanichal juraba que tenía una vena en el pie que predecía cuando se acercaba una inundación.
Pero lo bueno de ellos era que las reuniones familiares y los picnics nunca eran aburridos.
-¿Vienes, Jo?
Se giró al oír la pregunta de Selena y se dio cuenta de que todos habían salido de la habitación mientras ella soñaba despierta.
-Voy justo detrás de ti.
Mientras les seguía, tenía que admitir que había algo escalofriante en ese lugar. Reluciente y paranoicamente limpio, era perturbador. De verdad, nadie debería tener la casa así de inmaculada cuando había gente viviendo en ella.
Si, la casa rebosaba rareza.
Ella miró a Karma.
Y ahí está. La fuente de todo lo raro.
Jo reprimió una risa ante el pensamiento.
Ignorándolas mientras parloteaban sobre cosas que no sabía y no quería aprender, llegó hasta la puerta trasera que daba a un pequeño patio. Se quedó quieta al encontrarse con el mural más increíble que había visto. Hecho de lo que parecían paneles de espejos antiguos que se reflejaban en la casa, estaban cubiertos de piezas de metal, decorados para que parecieran árboles en tres dimensiones, con la puerta negra recortada en el centro. Daba la impresión de que caminabas hacia un místico huerto.
Necesito esto en mi apartamento…
-Bonito, ¿verdad?
Se volvió al escuchar la voz de Cal.
-Sí. ¿Estaba aquí cuando comprasteis la casa?
-No. Un amigo de mi mujer es artista. Hace muchos de los murales que ves en estas antiguas casas.
-Puedo ver por qué –le sonrió-. Tenéis la casa más increíble que he visto. Sé que tú y tu mujer estáis muy orgullosos.
Cuando él iba a abrir la boca para responder, Lisa le llamó. La dejó para ir a atenderles.
Sola, Jo se acercó a los árboles de metal para estudiar el arte. Debió llevar más paciencia de la que ella jamás había tenido. Pero la artista en ella estaba muy intrigada-
Mientras rozaba con el dedo los esmaltados bordes, su mirada se posó en los viejos espejos manchados que había unido y dispuestos meticulosamente para alcanzar ese efecto. Sí, definitivamente quería hacer eso con alguno de los que ella había coleccionado durante años.
Una sombra se movió detrás de un cristal.
Frunciendo el ceño, se volvió para ver si había alguien detrás de ella.
La habitación estaba vacía.
No seas estúpida. Y no dejes que entren en tu cabeza. A no ser que planees cobrarles alquiler. Te vendría bien el dinero.
Riéndose por sus pensamientos, fue hacia la puerta, pretendiendo investigar el patio donde se decía que el inquilino de la propiedad se había quemado vivo durante la masacre que había tenido lugar en la casa.
Pero mientras atravesaba la puerta, se tropezó con el borde de la alfombra. Jo intentó alcanzar la pared para evitar caerse. Pero en vez de tocar los paneles del espejo, los atravesó.

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