Con las manos en alto, Dagger se
dio la vuelta lentamente para mirar al Tavali que tenía detrás. Por la forma en
la que el Tavali había hablado antes, esperaba reconocer al pirata.
Pero no. Si se habían cruzado
alguna vez, Dagger no lo recordaba. Por la altura y el olor, y los parches de
su armadura, también era un chiller: Uno de tantos de una traza que había sido
entrenada para cazar y matar Trisani. Eran tan letales como la Liga de
asesinos. Por suerte para Dagger, el chiller, como cualquier otro, le
subestimaba.
Pero como el resto de los
enemigos de Dagger, estaba a punto de descubrir que los únicos seres que podían
darle una patada en el culo eran aquellos a los que se lo permitía.
O aquellos que tenían la suerte
de pillarle desprevenido.
-Titana tu, chiran –dijo Dagger,
cogiendo el blaster antes de que el chiller pudiera reaccionar. Se descargó,
demostrando que el chiller había intentado matarle.
Eso le aclaró las ideas
definifivamente.
Sin ninguna reserva, Dagger no
perdió el tiempo para desequilibrar a aquel hombre tan robusto, golpeándolo
contra el suelo y rompiéndole el cuello.
Por desgracia, el chiller gritó
antes de morir atrayendo a sus amigos. Dagger gateó para coger su blaster y se
puso de pie justo antes de que llegaran, con Sheila detrás de ellos.
-¡Eh! –gritó mientras se
contenían unos a otros para evitar un enfrentamiento armado-. ¿Qué coño ha
pasado?
Dagger no apartó la mirada de los
demás mientras le daba patadas al cadáver que tenía a sus pies.
-Vino a por mí.
-¡Y una mierda! –soltó el capitán
del grupo-. Larl no habría hecho eso.
Caminó en dirección hacia Dagger
y éste le disparó justo por encima del hombro.
-No lo hagas, escoria. El
siguiente no será un disparo de advertencia.
-Calmaros todos. Pondremos las
cosas en orden –dijo Sheila, llamando su atención.
El capitán negó con la cabeza.
-Quiero su vida a cambio de la de
mi hombre. Ni siquiera es un Tavali. Ya conoces el Código.
Dagger frunció el ceño.
-¿Qué es el Código?
Sheila suspiró mientras miraba
fijamente a Dagger.
-La Tavali que te trajo aquí es
el responsable de todo lo que hagas. Puedes admitir la culpa y entregarte al
capitán para que se haga justicia, pero si no lo haces tu patrocinadora tendrá
que ir al Calibirim por ti.
-¿Calibrim?
-Juicio por combate –explicó
Sheila-. Tendrá que enfrentarse al capitán. Es algo parecido a las peleas
Andarion.
Dagger maldijo en voz baja. Por
supuesto que no. No era culpa de Ushara que no se hubiera molestado en leer el
libro reglamentario de los Tavali antes de defenderse.
No importaba. No iba a permitir
que hirieran a Ushara ni a poner su vida en peligro. No cuando tenía un hijo al
que criar. Él no merecía la pena.
Dagger dejó de apretar el blaster
y lo hizo girar en su mano para que el capitán pudiera cogerlo por el mango.
Él lo cogió de la mano de Dagger.
Relegado de su destino, Dagger
puso las manos detrás de la cabeza y entrelazó los dedos, y después se entregó.
Por lo menos no parecían saber su identidad. Quizá le mataran rápido.
#
-¡Almirante!
Ushara gruñó irritada cuando oyó
la voz de Sheila. Estaba cansada de encargarse de todo hoy. Estaba mandándole
un mensaje a Zellen para que quitara a Sheila de en medio con cualquier excusa
cuando se abrió la puerta.
-Señora, es Dagger. Tiene que
venir rápido antes de que le maten. ¡Por favor!
Se puso pálida al instante.
-¿Qué?
-Ha matado a uno de los hombres
de Razor. Dice que fue en defensa propia. Cuando le dije que tendrías que
luchar por él, se ha entregado y le han cogido.
-Hijo de puta –suspiró. Cogió el
comunicador y salió a toda prisa por la puerta-. Llévame hasta ellos.
Llamó a Trajen para informarle de
la situación mientras ellas corrían por la bahía lo más rápido que podían.
Cuando alcanzaron la nave, estaba
cerrado. Ushara gritó para que le abrieran.
Pero nadie respondió a su
llamada.
En su interior, el pánico y la
furia se arremolinaron peligrosamente. Y no era la única. Sheila sacó su
blaster y apuntó en dirección al casco. Ushara apenas pudo detenerla antes de
que apretara el gatillo.
-¿Qué estás haciendo?
-¡Darles una lección! Esto no
está bien. Estaba haciéndome un favor al ayudar a esos degenerados. Sé que no
hizo nada mal. Dagger es un tío decente, admirante. Es el único con el que no
se cabrea por las cosas que digo. Me entiende, ¿sabes lo que quiero decir?
Todos los demás son unos imbéciles.
-¿Todos?
Trajen se acercó a ellas arqueando
una ceja.
Sheila se apartó sin decir nada.
Ushara le devolvió el blaster a
Sheila.
-Nos han dejado fuera.
-Oh, no, mami –dijo Trajen,
poniendo la misma voz que tendría una adolescente-. No en mi base, cabrones.
Usando sus poderes, hizo que las
puertas de su nave explotaron. Salieron volando a nueve metros del suelo y
aterrizaron haciendo un ruido ensordecedor a unos cuarenta y cinco metros de
distancia.
Trajen se volvió hacia Sheila, que estaba mirándole
sorprendida.
-Maldita carga explosiva. Creo que me he pasado.
Sheila no dijo una palabra
mientras ponía tierra de por medio entre Trajen y ella.
-Quizá deberías esperarnos aquí,
Sheila.
Dicho esto, llevó a Ushara a
bordo mientras Sheila se quedó parada, debatiendo si no moverse era lo mejor.
Ushara se quedó con los ojos como
platos al ver que Trajen había usado sus poderes así. Nunca había expuesto sus
origines Trisani a nadie, por ningún motivo. Pero le agradecía que hubiera
hecho una excepción mientras se abrían paso a través de la oscuro nave.
Con las considerables habilidades
psionicas que poseía Trajen, no les costó mucho encontrarles. La tripulación
estaba en la bodega con Dagger, a punto de destriparle. Hasta le habían quitado
la camiseta y le habían atado en un pedazo de mercancía defectuosa como una
especie de sacrificio a un dios vengativo.
Cuando Ushara avanzó, todos se
dieron la vuelta y sacaron sus armas.
Poniéndole una mano en el hombro
para indicarle que se detuviera, Trajen empezó a reírse nada más verles.
A ella, por el contrario, no le
divertía en absoluto.
-Bueno, me alegra haber alegrado
a alguien antes de morir –dijo Dagger de forma grosera.
Trajen siguió riéndose.
-Sí que lo has hecho, calabacita
–dijo limpiándole los ojos-. Tenemos que dejar de encontrarnos así. Te estás
metiendo en mucha mierda. No tienen ni idea de quién eres. De lo que vales –y
empezó a reírse de nuevo-. Oh, dioses… Puede que estas sean la personas más
imbéciles que haya visto en mi vida –dijo mirando a Ushara-. Matarles ahora
mismo, yo solo, es muy tentador.
El capitán dio un paso hacia
delante.
-¿Qué diablos pasa aquí? ¡Sal de
mi nave!
Trajen se puso serio al momento y
se enderezó mientras un brillo letal aparecía en sus ojos negros.
-Mejor usa otro tono para
hablarme, escoria. Y rápido.
Miró a todos los miembros de la
tripulación que estaban cerca de Dagger.
-Alejaros de mi amigo o las
partes del cuerpo a las que tenéis más cariño empezaran a caer al suelo. Y las
echareis mucho de menos. Creedme.
Las cuerdas que ataban a Dagger
se aflojaron e hizo que su camisa volviera a aparecer. Eso les dijo al instante
quién y qué era Trajen.
Y le dijo mucho a Ushara de los
poderes persuasivos y el carisma que poseía Dagger, entre otras cosas. Trajen
no se expuso por un momento. Francamente, Ushara no había esperado que le
ayudara a rescatar a Dagger. Solo le había avisado como parte del protocolo.
El hecho de que estuviera allí…
Era impresionante.
Y que llamara a Dagger amigo no
tenía precedentes. En todos los años que conocía a Trajen, jamás le había oído
reírse. Quizá una risita.
Pero nada como eso.
El capitán se puso totalmente
rígido.
-¿Sabes quién soy?
-Sí, y mi amigo que tienes detrás
acabó con un chiller que trajiste a mi estación. ¿De verdad crees que me
importa una mierda quién eres, quién sea tu padre o algo así? –Trajen se apartó
hacia un lado-. ¿Ushara? Coge a Dagger y vete. Ahora.
Ella obedeció sin rechistar.
Dagger era otra cosa. Solo avanzó
hasta donde estaba Trajen y se paró a su lado.
-No lo hagas.
Trajen le miró enfurruñado.
-¿Perdona? Chico… Esto no es de
tu incumbencia. No es el momento ni el lugar.
Dagger se negó a marcharse ni a
echarse atrás.
-Ya me has oído, viejo. Déjales
ir.
Alzando una ceja, Trajen se cruzó
de brazos.
-Algo difícil ya que su puerta
está tirada en el suelo de mi bahía.
-Tienen la nave de batalla
Caronense que capturaron. Funciona perfectamente. Déjales marchar.
Algo raro pasó entre ellos.
Ushara podía sentirlo con cada instinto que poseía. Aunque no tenía ni idea de
lo que era.
Después de unos segundos, Trajen
accedió.
-Está bien. Ahí lo tenéis,
escoria. Salir de mi estación y estar agradecidos por que muestre misericordia.
No quiero volver a veros nunca más –se volvió hacia ella-. ¿Shara? Convoca a
los BH para escoltarles a los límites del territorio y aseguren que se vayan
sin ningún percance.
Dagger la protegió con su cuerpo
en todo momento hasta que salieron de la nave.
Una vez que estuvieron en la
bahía, se paró para llamar a la Brigada Hadean y después se volvió hacia
Dagger, que estaba en el puesto de información.
-¿Qué me acabo de perder?
-Espera un momento. Tengo que
encargarme de un par de cosas. Será solo un segundo.
Trajen no se reunió con ellos
hasta que toda la tripulación subió a bordo de la nave Caronense, muy bien
escoltados, y pasaron de la altura de despegue.
-¿Qué has hecho exactamente? –le
preguntó a Dagger.
-He desactivado su HD y su LD –dijo,
encogiéndose de hombros-, he reactivado los faros de la nave y he mandado una
señal de socorro a la EDB Caronense. Cuando alcancen el borde del espacio de
Gorturnum, los Caronenses les darán una fiesta de bienvenida. Como el hijo del
Senador Nylan era el comandante de la nace y le mataron al capturarla, el
senador estará decidido a vengarse. No volverán a Caron con vida. Y no tienes
las manos manchadas de sangre, y no habrás roto ningún Código Tavali ni ninguna
ley por la que tengas que responder ante el UTC.
-Eres un bastardo muy retorcido
–respondió Talyn mientras negaba con la cabeza-. No sé si debería estar
impresionado o aterrado.
-Un poco de la dos.
-Sí… -Trajen miró fijamente la
puerta que él mismo había arrancado de la nave-. Imagino que los dos tenemos
problemas para controlar nuestra ira gracias a nuestra infancia.
-Pues sí, y yo no creo en quemar
el puente para no volver atrás. Prefiero quemar a esos cabrones hasta los
cimientos y cocinar nubes de gominola sobre lo poco que quede de ellos.
-Me lo apunto.
Se quedaron en silencio mientras
la nave Caronense despegaba.
Sheila salió de la oficina
completamente consternada, hasta que vio a Dagger en frente del puesto.
Entonces corrió hacia él y, para el asombro de Ushara, se lanzó a sus brazos.
-¡Oh, gracias a Dios! Estás bien.
Dagger se quedó tan perplejo como
Ushara.
-Eh, sí.
Sheila le dio unas palmaditas en
la espalda.
-Bueno, no vuelvas a comportarte
así, estúpido.
-Si te soy sincero, no estaba
intentando ser estúpido esta vez. Pero ya ves cómo acabó. Quizá la próxima vez
debería optar más bien por “idiota total”. Quizá funcione.
Riéndose, Sheila suspiró.
-Nadie más me entiende como tú,
así que deja de ser un idiota. Si llegas tarde a trabajar mañana, te patearé el
trasero.
Dagger miró el reloj.
-Bueno, han pasado quince minutos
desde la última vez. Debería tener otra por la mañana. Esperaré impaciente, mu
tara.
Gruñendo por última vez en
dirección a Dagger, Sheila le pegó un puñetazo en el brazo y se fue.
Ushara frunció el ceño mientras
Sheila cruzaba la bahía y volvía a su oficina.
-¿Cómo puedes soportar la forma
en la que te habla?
-¿Qué? ¿Eso? Yo creo que es
genial.
-¿Estás de broma?
Pero no lo estaba. Podía ver la
sinceridad con la que hablaba en sus ojos.
-Créeme, conozco la diferencia
entre alguien que es grosero por naturaleza porque están intentando protegerse
de los demás, y alguien cuyas palabras signifiquen pelea. Por desgracia para
ella, otros no pueden distinguirlo. Y se está haciendo más daño intentando
crear una barrera para protegerse de los extraños del que se haría si fuera
amable. Pero entiendo su necesidad de golpear antes de que los demás lo hagan.
No se lo echo en cara, y sé que no lo dice en serio. Además, mi ego no es tan
frágil. Tendría que tener uno para empezar.
Trajen resopló.
-Bueno… -Trajen apuntó con la
barbilla a la nave abandonada-. Parece que tenemos un navío de sobra. ¿Le
gusta, Lord Dagger? Me parece justo ya que planeaban destriparte en él.
-No necesito ese trozo de basura.
No puede volar ya que un bastardo sin sentido común le arrancó la puerta –respondió
mirando fijamente a Trajen a la vez que sonreía-. Estoy pensando que debería
quedársela Sheila ya que no le pagaron por el trabajo que le habían encargado.
Además, los tratamientos de su hija son muy caros. Yo no tengo a nadie que
dependa de mí y últimamente bebo agua del grifo barata, es decir, gratis.
-Sí, pero podrías cambiar esas
botas de mierda.
Trajen escudriñó las botas
mientras Dagger levantaba una ceja en desaprobación.
-¿Por qué? Me gustan estas botas.
Están desgastadas, son cómodas y vienen con aire acondicionado gratis. He oído
que van a patentar esta idea en la región del desierto de Oksana, solo que allí
se llaman sandalias. Es verdad. Búscalo si no me crees. Es la última moda.
Riéndose de nuevo, Trajen le
soltó:
-Cállate la boca.
Se dio la vuelta y se alejó de
ellos soltando un gruñido, pero se volvió hacia Dagger con una mirada fiera.
-Recuérdame por qué me caes bien.
-Son los colmillos. Nos hacen
parece adorables, como si fuéramos de peluche.
-Sí, debe de ser eso -Y tras
decir eso, se alejó.
Ushara inclinó la cabeza para
mirar las andrajosas botas de Dagger.
-¿Por qué no te compras otras?
-No lo sé –dijo encogiéndose de
hombros-. Imagino que estoy demasiado ocupado gastándome el dinero en cosas más
frívolas como comida, poder y la hipoteca.
-¿Y la nave de mi hermana?
-Tu hermana tiene cuatro hijas a
las que alimentar.
-¿Entonces por qué no dejas que
yo te compre otras?
-No, sé cómo va esto. Se llama
trampa progresiva. Ven aquí, chico. Tengo un caramelito para ti. Entra en mi
nave… Y lo siguiente que se es que estoy borracho y desnudo en tu cama. Quieres
llevarme al huerto. Mi madre me advirtió sobre mujeres como tú y también me
dijo que no cogiera caramelos de desconocidos.
Ella se rio.
-Creo que estoy teniendo
problemas para salirme con la mía.
-Desgraciadamente, dudo que lo
consigas. Estoy seguro de que sería un tonto, por lo que tengo que pasar de las
botas. Además, odio ir de compras. Si me llevases, verías la bestia que tengo
dentro y prefiero que vivas con el mito de que soy un héroe durante un poco
más.
Ushara chasqueó la lengua al ver
esa adorable sonrisa en su cara.
-Eres increíblemente encantador.
-En realidad no. La mayoría me ha
dicho que soy un gilipollas de cuidado.
-¿Quién?
-Oh, una lista tan larga que da
miedo –dijo, haciendo una mueca de desagrado-. Son terabytes de datos, de
hecho.
-No te conocen.
-Pues todos lo discutirían y te
dirían que sí.
-¿Y tú qué dices?
Pensativo, apartó la mirada.
-Quizá ellos me conozcan mejor
que yo mismo. ¿No somos todos miles de personajes en millones de obras de
teatro durante toda nuestra vida? ¿Es Ushara la madre el mismo personaje que
Ushara la hija? ¿O Ushara la almirante la misma que Ushara la hermana mayor? ¿O
la hermana pequeña? ¿Conoció tu marido un lado que nadie más conocía? ¿Y qué
hay del hombre que conoce a Ushara, la que le dio una patada en los testículos?
Estoy seguro de que tendría una imagen muy distinta de ti de la que yo tengo.
¿Quién de nosotros no es encantador alguna vez? ¿Evolucionaremos alguna vez a
alguien nuevo? Quizá alguien mejor… O alguien peor.
Dioses, era increíblemente listo.
-¿Y tú quién quieres ser, Dagger?
-¿Sinceramente? Vendería lo poco
que queda de mi negra y usada alma para ser el héroe que Vasili ve cada vez que
me mira, y no el trozo de basura sin valor alguno que sé que soy en realidad –y
con esas palabras, apenas pudieron escucharse, se dio la vuelta y se marchó con
esos movimientos tan sexys de depredador que sólo él tenía.
Las lágrimas inundaron los ojos
de Ushara mientras le veía marcharse. Era exactamente el hombre que Vasili
pensaba que era. Ojalá pudiera verse así.
Pero, por desgracia, su pasado
era demasiado brutal. Y su consciencia estaba empañada por la culpa. Aun así,
algún día, Ushara esperaba que pudiera encontrar la habilidad de tener la misma
compasión cuando se mirara así mismo que la que demostraba con los demás.
Porque los dioses sabían que, aunque no era perfecto, era más amable y bondadoso
que cualquiera que había conocido. Y si alguien se merecía una segunda
oportunidad, era él.
Esperaba que se diera cuenta
antes de que fuera demasiado tarde.
Con un suspiro, volvió a su
oficina.
Fuente: Oficial Sherrilyn Kenyon
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