-¿Almirante?
Tenemos un problema en cubierta.
Ushara
miró el monitor donde Gavin estaba llamándola.
-¿Puedes
arreglarlo?
Gavin
miró a Jullien.
-Es una
transmisión que estamos recibiendo, pero ninguno de nosotros sabe traducirla, y
el software de traducción de la nave no puede identificar el idioma. Tememos
con La Liga o cualquier otra fuerza pueda estar siguiéndonos.
-Pásamelo.
Al
final, lo reprodujo.
Ushara frunció
el ceño. Era bonito pero…
-No
tengo ni idea. Vuelve atrás y…
-Código
de la Fuerza Gyron –dijo Jullien sin dudarlo-. No tiene nada que ver contigo.
Tienen tropas avanzando a Aluran C para entrenar. Se están preparando para
empezar alguna mierda con sus vecinos muy pronto. Es una transmisión rutinaria
del comandante para su líder, con órdenes para los parámetros de la misión.
El
resto se quedaron boquiabiertos.
-¿Qué? –dijo
Jullien a la defensiva-. Mis primos formaban parte de la Fuerza gyron. Uno era
comandante, y el otro capitán. Su tío era el Comandante General antes de que
los matara a todos en un golpe de Estado, y tomó el lugar de su hermano como
emperador… y el gallina de mi padre se negó a contraatacar. Bueno, el caso es
que cuando éramos críos, Barnabas solía llevarme de maniobras para, y cito, “ponerme
en cintura” cada vez que me atrevía a respirar en su espacio aéreo. Personalmente,
creo que intentaba que me diera un ataque al corazón. Pero bueno. Crecí con códigos
militares. Aún siento trastorno de estrés post-traumático cada vez que lo oigo.
Ushara
resopló al oír su tono seco y sarcástico.
-Bueno,
ahí tiene, Capitán. No hay nada por lo que preocuparse.
-¿Confía
en él?
-Desde
que parece tener más miedo del que debería tener cuando se encuentra con las
autoridades, creo que sí.
La
pantalla se apagó.
Ella
volvió hacia Jullien, arqueando una ceja.
-¿Es la
verdad?
-¿Quieres
que te enseñe más cicatrices? –dijo haciendo un amago de bajar los pantalones.
Ushara
le paró de inmediato y se rio.
-No
eres para nada lo que esperaba de un tiziran.
-Confía
en mí, no les confiamos la tasa de mercado a imbéciles. Hay mucho que puede ir
mal –dijo mofándose.
Triste,
pero cierto.
-¿Aún
tienes hambre?
-¿Quieres
la respuesta educada o la verdad?
-La
verdad.
-No he
comido en casi cinco días. ¿Por qué crees que tengo un agujero en la bota?
Fíjate que es del mismo tamaño que mis colmillos, y tiene la forma.
Sonrió
ante la frívola respuesta. No quería que él le conquistara, pero…
-Ven
conmigo.
Mientras
dejaban la enfermería, Ushara casi se choca con Vasili, que estaba caminando de
forma muy brusca en su dirección. Se echó hacia atrás, avergonzada.
-Vas…
¿Qué estás haciendo?
-Yo, eh…
eh… -su precioso bebé empezó a mirar a su alrededor, como si buscara una excusa
creíble.
Le
quería incluso cuando intentaba mentir. Se le daba muy mal.
Vasili
miró a Jullien.
-¿Está
bien, Alteza?
-Llamame
Dagger, y estoy bien. ¿Tú como estás? No te harían daño, ¿verdad?
-No.
Pero mamá casi me mata con su manera de volar. ¿Estaba despierto cuando
escapamos?
-No,
eso me lo perdí.
-Da las
gracias. La mitad de la tripulación aún está vomitando.
Ushara
puso los ojos en blanco.
-Pero
mamá, deberías haber visto la batalla tiziran. ¡Fue increíble! Patea culos
mejor que tú.
Ella
frunció una ceja.
-¿La
Fuerza Gyrion?
-Oh,
no. Su hermana preadolescente, en realidad. Me cansé de que me metiera la
cabeza en los
retretes cuando venía de visita. ¿Lo peor de vivir en un palacio?
Las cisternas turbo. Los baños son tan potentes que temes que te succionen un
riñón si aún estás sentado cuando tiras de la cadena. Estoy casi seguro que
perdí algunas células cerebrales antes de poder quitármela de encima.
Lo dijo
de una forma tan seca e inexpresiva que no podía decir si hablaba en serio o
no.
-¿Estás
bromeando?
Él arqueó
una ceja.
-¿Por
qué bromearía alguien sobre cisternas turbo, inodoros, perder células cerebrales
o primas amazonas? ¿Con qué tipo de seres te juntas normalmente?
-Con
gente normal.
-¿De
verdad? Mucha normalidad con los Tavali, ¿no?
Ella
adoptó una actitud distante.
-¿Quién
dijo nada de los Tavali?
Jullien
le devolvió la arrogancia.
-Nadie.
Yo no, desde luego.
Joder,
sí que era perceptivo. De los nervios, Ushara le guio hasta la galería donde
dejó la bandeja en la mesa.
Jullien
se quedó en la sombra de la puerta al ver que la habitación estaba ocupada.
Ushara
inclinó la cabeza hacia el cocinero. Pequeño y con la piel azul y ojos azules,
Daryn había formado parte de la tripulación de Gavin durante muchos años.
-Daryn.
¿Cómo te va?
Se
limpió las manos en el delantal antes de coger la bandeja.
-Mejor
que con Gavin al frente.
-¿Podrías
dejarlo? –se volvió hacia Jullien-. ¿Qué te apetece?
Toda la
amabilidad y broma se borraron de su rostro. Sus hermosos rasgos se volvieron
austeros y letales. Jullien llevó una mano a su blaster mientras miraba al
cocinero con cautela.
-Estoy
bien, gracias.
Dándole
la espalda a la pared, se dirigió al pasillo.
Confundida
por su repentina salida, Ushara dejó a Vasili en la galería para seguir al
príncipe, que ya estaba a mitad de camino de la enfermería.
-¿Jullien?
Él bajó
el paso.
-¿Sí?
-Pensé
que tenías hambre.
-Puedo
aguantar. Gracias de todas formas, mu tara. ¿Cuánto queda hasta que te deshagas
de mí?
-¿Por
qué estás tan nervioso?
-No
estoy nervioso, soy prudente –dijo entregándole su enlance, que mostraba la
hoja de recompensas-. Por tal cantidad de créditos, tengo suerte de poder
fiarme de mí mismo y no dispararme por la espalda. Así pues, prefiero estar en
zonas donde no pueda tentar a otros.
-Es un
punto a tu favor.
-Sí. Y no
solo el que va después de los ceros por mi cabeza.
Sin hacer
apenas ruido, se adentró en las sombras y volvió a la enfermería.
Ushara
no podía creer que sintiera pena por un miembro de la aristocracia. De la
aristocracia Andarion, ni más ni menos. La habían educado para odiarles con
todo su ser.
Y aun
así…
No podía
quitarse de la cabeza la imagen de todas sus cicatrices. Su ropa, zarrapastrosa
y en muy mal estado. La resignación y el tormento en sus cansados ojos de color
avellana. O su poco convencional sentido del humor que la pillaba con la
guardia baja una y otra vez.
-¿Mamá?
Se dio
la vuelta al oír la voz de Vasili.
-¿Necesitas
algo?
-¿A
dónde se ha ido el tiziran?
-No se
encontraba bien.
-Oh.
¿Debería llevarle algo de comer?
Ella
frunció el ceño ante una pregunta tan inusual. No era típico de Vasili
preocuparse por un extraño. A pesar de que su hijo era un buen chico,
normalmente era muy cauteloso y temeroso al estar con más gente.
Desde
que había muerto su padre, se había apartado del mundo. Era una sombra del
inquiero niño que adoraba todo lo que Chaz pisaba. Eran tan íntimos que después
de la muerte de Chaz, Vas no había hablado en casi un año. Había estado tan
traumatizado por aquello que incluso empezó a pensar que no volvería a ver a su
hijo.
Y
ahora, después de un encuentro con el príncipe, Vasili casi volvía a ser el
niño que ella recordaba.
Que
extraño que Jullien hubiera iluminado algo dentro de él y hubiera hecho que su
confianza volviera…
-Claro.
¿Puedo preguntarte algo?
Vasili
se rascó la nariz.
-Vale.
-¿Por
qué le has cogido cariño al tizirian?
Encogiéndose
de hombros, Vasili hizo una mueca.
-No
tenía motivos para preocuparse, mamá. Y lo hizo. Me dio su enlace, su blaster y
su cartera para que pudiera ir a casa contigo y después estaba dispuesto a
morir para que pudiera escapar. No lo sé. Significó algo para mí por cómo lo
hizo. Nadie excepto tú se hacía plantado y había luchado por mí de esa forma.
Fue un héroe en la vida real. Como los Hauks sobre los que solías leerme.
Y
también signficó algo para ella. Sonriendo, cogió a Vasili entre sus brazos y
le besó la cabeza.
-Te
estás volviendo muy alto. Pronto tendré que mirar hacia arriba.
-Dioses,
eso espero. Odiaría ser tan bajito cuando crezca. ¿Crees que seré tan alto como
Basha Dimitri?
-Aún
más alto.
Él
sonrió.
-Iré a coger comida para el tiziran.
-Bien, ¿y Vas?
Él se paró para mirarla.
-Quizá no deberías seguir llamándole así.
Podrías meterle en problemas. Llámale Dagger como él te ha dicho, ¿vale?
Asintiendo, se dirigió a la galería mientras
ella iba a la enfermería a ver como estaba su invitado.
Al abrir la puerta, se encontró a Jullien con
la camiseta subida, examinando su herida.
-¿Va todo bien?
Él la tapó rápidamente con la camiseta.
-Bien.
Ella no le creyó ni por un instante.
-¿Es grave? –preguntó mientras atravesaba la
habitación para verlo por sí misma.
Él se apartó de su camino.
-Está bien.
-Déjame ver qué has hecho.
-Preferiría que no lo vieras.
-¿Por qué?
Con un gruido de irritación, Jullien se dio
la vuelta para mirar un pequeño espejo que había encima del lavabo. La pena
angustiada que se reflejaba de forma abrasadora en sus ojos al mirarla.
-Tengo suficientes recordatorios de las cosas
que no puedo tener. Lo último que necesito o quiero es sentir las manos de una
mujer hermosa tocándome mientras sé lo repugnante que soy para ti, en especial
de forma tan íntima. Preferiría morir desangrado.
Jullien miro el pelo de Ushara con un anhelo
tan amargo que hizo que a ella se le formara un nudo en la garganta antes de
que él se echara para atrás y mirara en otra dirección.
Sentandose, sacó su enlance y lo miró
fijamente.
-Dime cuando sea la hora de irse.
-No eres repugnante.
Él resopló a modo de contradicción.
-¿A qué viene eso?
-Significa que no te creo, mu tara. Tengo muchas
pruebas de lo contrario, incluyendo la forma en la que tus labios se curvan
involuntariamente cada vez que miras en mi dirección, como si fuera una pila de
excrementos a la que alguien ha prendido fuego y dejado en tu puerta.
Ushara odiaba que sus palabras le dolieran. ¿Y
lo peor? Odiaba el hecho de que lo hubiera hecho. Y pensaba que había estado
escondiendo su desagrado por su derecho de nacimiento y su familia. Aparentemente,
era tan mala como los demás, y juzgaba igual de rápido.
Miró su largo y esbelto cuerpo. Llevaba
prendas gastadas y viejas, pero las llevaba con orgullo y masculinidad.
Solo él podría llevar algo así y hacerle
parecer sexy y letal.
-¿Cuándo fue la última vez que dormiste en
una cama de verdad?
El hecho de que se parara a pensar le rompió
el corazón. Pero no tanto como la respuesta:
-No lo sé.
-¿Un mes?
Suspiró antes de contestar:
-Más de un mes… Por lo menos.
Ushara se dobló de dolor al escucharle
susurrar. Y antes de poder detenerse, su compasión habló por ella.
-¿Qué me dices de venir con nosotros?
Él frunció el ceño.
-¿Ir a dónde?
-A nuestra base. Puedes encontrar trabajo, y
una casa segura donde nadie podrá darte caza. ¿Tienes alguna habilidad?
Le miró de forma engreída antes de contestar.
-Soy especialmente bueno en sacar de sus
casillas a todos los que están a mi alrededor. Soy excepcionalmente bueno, debo
decir. Me conocen por hacerlo simplemente al entrar en una habitación.
Ella se rió.
-¿Algo más que remarcar?
-Sí. Ingeniería y mecánica. Si tiene una
placa madre, o electrónica, puedo hacerlo funcionar, diseñarlo o repararlo.
Impresionante. Y no estaba mintiendo.
-Siempre puedes usar esas habilidades.
¿Alguna vez hasta trabajado en naves?
-Hice mi primera nave totalmente
personalizada desde cero.
Ella se quedó boquiabierta.
-¿En serio?
Metió el enlace en el bolsillo y la miró
confundido.
-Dado el número de individuos que me odian,
muchos de ellos relacionados con parientes cercanos esperando por el trono, ¿de
verdad piensas que podría confiar en alguien para tocar algo con partes
mecánicas y sistemas de inyección que podrían explotar de forma horrorosa
conmigo atrapado dentro, y parecer un simple accidente donde acabe tan quemado
que nadie me reconocería? ¿De verdad?
-¿Eres muy paranoico?
Volvió a resoplar burlonamente, arqueando una
ceja, arrogante.
-Soy el segundo ser más odiado en toda
Andaria. Principe más odiado de toda la historia del imperio Triosan –y eso no
es cosa mía, hicieron encuestas y escribieron artículos sobre el tema. Gané.
Sin lugar a dudas. No tuve competencia. Diez años seguidos en Andaria. Y déjame
reiterar que mi propia abuela mató a mi abuelo mientras tenía una rabieta con síndrome
premenstrual, a la mayoría de su familia, a mi hermano gemelo cuando solo
teníamos cinco años (o al menos lo intentó), y mi madre masacró a muchos de sus
propios hermanos, incluyendo mi doppelgänger… Las únicas razones por las que
estoy vivo son paranoia, insomnio y un alto grado de flexibilidad extrema y
visión periférica. Bravo, yo.
Su tono era aún más seco que el desierto de
Oksanan, pero todo aquello le dejó con una pregunta.
-¿Qué les hiciste a los Triosans para que te
odien tanto?
-Tuve la desgracia de tener una madre
Andarion –dijo en un suspiro.
Sí, claro.
-En serio, ¿qué les hiciste?
-Mi madre biológica es una Andarion –repitió despacio,
en un tono inmutable-. En serio. Aceptan a Nykytian porque se parece a nuestro
padre y de algún modo les permite ver más allá de sus colmillos. Yo tengo el
pelo negro y no me parezco a nadie que conozcan. Un poco de rojo en mis ojos
marca la diferencia para recordarles que soy un Andarion, y eso me hace
inadecuado para pertenecer a la familia real Triosan.
-¿Y tu padre?
Él levantó la cabeza para mirarla con una
sonrisa de superioridad irritada.
-¿Es mi sesión de terapia? Si, doctora
Tavali, tengo problemas con mi padre. Y con mi madre. No tuve ningún vínculo
con ninguno de mis padres durante mis años de formación. Prepárate. No tuve
ningún modelo de conducta positivo cuando crecía, así que no me comporto de
forma adecuada en muchas situaciones sociales. Tiendo a actuar de forma extrema
y autodestructiva. Para resumir, soy un gilipollas abrasivo y odioso con
tendencias antisociales. Es culpa mia haber acabado así. Lo acepto. No culpo a
mis padres por ello. No hace falta. Como no estuvieron ahí en mi infancia, no
veo como pueden ser culpables de mi adultez. Yo soy el único que me crio y doy
asco. Tampoco pude tener una mascota durante mucho tiempo. Siempre se sentían
mejor con cualquiera y me dejaban. Incluso mi pez saltaba fuera de su pecera
para suicidarse antes que sufrir de mi grosera compañía.
Vasili abrió la puerta y trajo otra bandeja.
Al instante, el comportamiento de Jullien
cambió por completo. Y, por primera vez, se dio cuenta de que siempre se
guardaba la austeridad cuando Vasili estaba cerca. Suavizó su expresión a una
mucho más amable. Tolerante y fraternal.
-Le traje algo de comer, Alt… ¿J-J-Jullien?
Él sonrió.
-Jullien está bien. Gracias, luden. No
deberías haberte molestado.
-No ha sido nada. ¿Te gustan las galletas?
Jullien se sentó.
-¿Bromeas? Son lo mejor. Las vas a compartir
conmigo, ¿verdad?
-Claro –contestó Vasili al sentarse a su lado
y coger una galleta de la bandeja.
Ushara se tomó un momento para verlos a los
dos. Jullien era mucho más amable con Vasili que con el resto. A pesar de que
aún quedaba rastro del tizirian de la realeza en sus movimientos, era mucho más
accesible.
-Así que, ¿estás interesado en el trabajo? –preguntó,
volviendo a llevar la conversación a su oferta.
Vasili levantó la mirada con los ojos como
platos.
-¿Trabajo?
-Le he ofrecido al tizirian trabajo en la
base.
Jullien titubeó mientras comía. Tragando, alcanzó
la bebida.
-Tendréis que pagarme en cronas o en
billetes. Nada que se pueda rastrear. Y lo mismo para la vivienda.
-Entendido.
Vasili pestañeó lleno de esperanza.
-¡Por favor ven a trabajar con nosotros! ¡Te
encantará!
Jullien le dirigió una sonrisa adorable.
-Bien. Lo intentaré.
-Bien. Déjame decirle a Gavin que cambie el
rumbo. No os metáis en líos.
Mientras salía por la puerta, Ushara no pasó
por alto como Jullien le daba la última galleta a Vasili para que se la
comiera. Aunque ella sabía que Jullien se moría de hambre, se la había dado a
su hijo, que no tenía ni idea de lo ajadas que estaban las prendas del hombre.
Ni el tiempo que llevaba el tizirian sin comer.
Perpleja y conmovida por la inesperada
amabilidad que Jullien mostraba hacia su hijo, se dirigió al puente para
comunicarlo.
A pesar de que esperaba que su primo se
resistiera, la rabia que expresó fue injustificada.
-¿Estás loca, Shara? ¿Sabes quién es?
-Lo sé.
-No, creo que no lo sabes.
Gavin mostró el archivo de Jullien en el
monitor.
-Ya lo he visto.
-¿Has visto esto? –dijo enseñándole el
registro de actividad criminal Andarion sobre Jullien. Tenía que admitir que
era un archivo muy largo-. Ha entrado y salido del calabozo desde que tenía
diez años. La única razón por la que no ha cumplido condena es por su apellido.
Al parecer, mamá pasó mucho tiempo tirando de hilos para evitar que su real
culo se metiera en problemas.
Ushara movió el cursor por la pantalla para ver
los cargos y las fotos policiales de Jullien. Apenas reconocía a aquel joven
tizirian como el mismo adulto de la enfermería. Pasando por alto el hecho de
que tenía mucho sobrepeso en aquella época, tenía la cara magullada en la
mayoría de las fotos. Ojos morados. Nariz y labios rotos. Arañazos. La piel
pálida y los ojos hundidos. Incluso aunque tuviera un porte arrogante y
orgulloso, el niño de esas fotos parecía abatido y enfadado.
Ese no era el hombre precavido y letal que había
matado a varios asesinos entrenados mientras estaba herido solo para salvar a
su hijo.
Y en cuanto a los arrestos… muchos eran por
peleas y emborracharse en público, pero los demás eran por posesión,
destrucción de la propiedad pública, perjurio, irrumpir en edificios gubernamentales,
vandalismo (al parecer una vez había pintarrajeado un cuadro de su abuela),
resistencia policial, mal uso de vehículos públicos, indecencia, y un cargo por
orinar en el equip de las fuerzas de la ley. Eso podía casi respetarlo,
dependiendo de lo que le había conducido a eso.
-¿Sabes? Tus cargos juveniles son aún peores.
-Sí, pero no me gradué para matar,
traicionar, espiar y secuestrar.
Se dio cuenta de que Gavin no había hecho
referencias a sus propios cargos de robo. Después de todo, eran piratas.
Frunciendo el ceño, leyó el archivo hasta que
vio los detalles por los que ofrecían la recompensa actual.
Joder. Jullien había ayudado en el secuestro
de su hermanastra. Eso también formaba parte del cargo de traición. Había matado
a un primo y varios guardias Andarion mientras escapaba. Había dado información
de la antigua reina que había llevado a su arresto y derrocamiento para que la
madre de Jullien pudiera subir al trono, y de ahí salían el resto de cargos por
traición y espionaje. Delató a algunos primos llamados Merrel, Chrisen y Nyrian
a los rebeldes, y ayudó a otra llamada Parisa a escapar. Después le había
tendido una trampa para que el nuevo régimen la capturara.
Sí, eso era bastante malo. Ninguna de esas
cosas le hacía parecer particularmente compasivo o de fiar.
Ushara hizo un gesto de dolor al ver que su
tía Tylie, como tadara en funciones, había sido la que había firmado las órdenes
para arrestarle en Andaria y exiliarlo de su territorio, y que la abuela de
Jullien fue la que había dado órdenes a la Liga de ejecutar una orden de
búsqueda con recompensa. Al igual que las órdenes de su estatus de Paria.
Pero el formulario que le ponía más enferma
era el que los abogados Triosan de Jullien habían firmado en su nombre, pidiendo
asilo político y protección de su padre en cualquier lugar del imperio Triosan.
En cualquier lugar. Incluso en uno de sus
puestos coloniales.
Una palabra, en letras grandes y rojas de la
oficina real de su padre, que llevaba el sello real del emperador.
Denegado.
Las lágrimas se agolparon en su garganta
mientras intentaba imaginar lo malo que fue que su padre le negara un indicio
de seguridad. Había más negaciones de otros miembros de la familia en otros
imperios, incluyendo Kirovar. Ni un solo tío, tía o primo le había brindado
refugio.
Ninguno.
Volvió a mirar las fotos de Jullien cuando
era un niño apaleado y recordó lo que le contó sobre sus padres, que no estaban
allí y cómo le habían criado.
No, su familia no le había perdonado ningún
momento de crueldad. Por lo que había visto, había estado en el centro de la locura
de su familia, y su depravación y despreocupación habían formado parte de la
rutina diaria de Jullien. Un niño desprotegido abandonado para cuidar de sí
mismo, mientras nadie se preocupaba una mierda por él.
"¿Estás a salvo, chico?"
Ya se imaginaba por qué quería asegurarse del
estado de Vasili antes de desmayarse. Por qué había dado la última galleta a su
hijo, incluso cuando estaba hambriento. Porque sabía el coste que tenía todo
eso. Lo mucho que dolía estar solo en el universo, si tener amigos ni familia. Con
nadie que cuide de ti cuando no tienes a nadie más.
Y, en ese momento, se decidió.
-Jullien se queda.
En la mandíbula de Gavin apareció un tic
nervioso.
-A Trajen no le va a sentar bien cuando se
entere. Tendrás suerte si no manda a sus Canting.
-Yo me encargaré de Trajen.
-¿Y qué harás cuando esa víbora real venga a
por todos nosotros?
-Estás siendo ridículo.
-¿Ah, sí? Toda la historia de nuestra raza se
ha escrito sobre la enemistad de sangre de la familia Anatole. En su insaciable
búsqueda de poder y en su disposición de contarle la garganta a cualquiera que
se interpusiera en su camino. Nos han perseguido hasta los rincones más
alejados del universo, ¿y ahora te atreves a traer a uno de los suyos a nuestro
último refugio? Olvida a Trajen, serán los Fyrebloods los que te despellejaran
viva por ello.
Eso era… una posibilidad muy real.
Y su propio padre hubiera sido probablemente
el que lideraría a la muchedumbre para pedir su cabeza.
Fuente: Oficial Sherrilyn Kenyon
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