Capítulo 3 Invision (Crónicas de Nick #7)

lunes, febrero 08, 2016


-Entonces... ¿Tengo que pegar a Stone en la cara, o simplemente eructar en la clase de Richardson?

Nick frunció el ceño ante la extraña pregunta de Caleb mientras cogía su mochila del pasillo, fuera de su siguente clase.

-¿Qué?

-Estoy intentando medir cuantos castigos debo ganarme para igualar los tuyos. Por eso pregunto por la intensidad de las quejas y a quién debo dirigirlas.

Nick resopló.

-No lo sé. Depende del humor de Richardson. Con esa vieja bruja, puedes ganarte más castigos por un eructo de los que ganarías si dejaras a Stone estéril. Que no sería una mala idea. Las generaciones futuras te estarían muy agradecidas.

-Muy cierto -respondió Caleb, echándose su pelo oscuro hacia atrás-. ¿Entonces...?

-Estarás orgulloso. He dominado mi habilidad de manipular a los débiles sin convertir a nadie en una cabra ni explotar el continuo espacio tiempo... No tengo ninguno.

En lugar de estar contento porque el poder de Nick había funcionado por una vez y nada había explotado, derretido o invocado a una terrorífica deidad superior o una bestia del infierno de otra dimension, Caleb hizo una mueca.


-A pesar de que estoy entusiasmado ante de la idea de no tener que pasar por otra ronda de angustia y drama de adolescente contigo, siento la necesidad de ser cauto a la hora de usar esos poderes para algo tan trivial. Recuerda, la magia siempre tiene un precio. Incluso para un Malachai. No existe nada gratis en la vida, amigo mio. Tarde o temprano, todos pagaremos las consecuencias. Y cuando ese bastardo venga volver todo en nuestra contra, sabes que siempre empezará por ti y por tu camiseta dos tallas más grande.

-Tomo nota -Nick caminó de lado hasta ponerse junto a Kody-. ¿Estás enfadada conmigo, cher?

Ella se paró para mirarle con sospecha.

-Mm... ¿Por qué debería? ¿Qué jugarreta has planeado ya de la que yo no esté enterada?

-Por mandar a Aeron a espiarte.

Esas palabras se llevaron cualquier muestra de amabilidad de su rostro. De hecho, podría congelar el fuego con esa mirada, y cierta parte de su anatomía se encogió. 

-¿Cuándo?

-Cuando estaba jugando con la mente del director.

Sus ojos se volvieron más amenazadores.

-Aeron no vino a mi habitación.

-Claro que sí. Le mandé al momento.

-No, no fue -dijeron al unísono.

Con un nudo en el estómago, Nick dirigió a ambos una mirada penetrante mientras se ponían en marcha hacia su próxima clase.

-Sí fue. Porque sabe que no estaría contento con el si no lo hubiera hecho. Y que un Malachai insatisfecho le patearía su culo loco.

-Bueno -dijo Caleb sin mostrar ninguna emoción-, podemos quedarnos aquí y discutir como niños hasta que uno de nosotros le saque la lengua a los demás, o puedes llamarle y comprobarlo. Pero te digo que el Celta no pisó esa habitación. Lo habría sabido. No le he olido en todo el edificio.

-Ojalá dejarais el olor el uno del otro -se quejó Kody-. Ninguno de los dos huele. Por el amor de Dios.

Ignorando su reprimenda, Nick sacó su móvil.

-Prepárate para tragarte tus palabras. Caliboo. Aquí viene un pedazo de Tarta de Humildad, y bien caliente.

Marcó el número de su dios gruñón de la guerra favorito. Después espero.

Y esperó.

Y esperó un poco más.

Saltó el buzón de voz.

Vale, eso no era bueno. Frunciendo el ceño, se encontró con la expresión engreída de Caleb.

-¿Por qué se marcharía cuando dijo que no lo haría?

-Es Aeron.

-Exacto, él no es tú -Nick se guardó el teléfono en el bolsillo-. No conoce a mucha gente aquí. No es propio de él escaparse y visitar a alguien. O ir provocando a mujeres en Bourbon Steet... no como cierto Daeve que conozco -dijo aclarándose la garganta.

-Simplemente estás celoso de no poder entrar a ninguno de esos clubs, carita de bebe.

Por suerte, Kody no se lo tomó en serio e ignoró esa burla.

-Tiene razón, Caleb.

-Sí que la tiene -suspiró Caleb-.Y lo odio. Porque si Aeron ha desparecido, no presagia nada bueno y estoy cansándome de graves presagios.

Nick frunció la nariz al oír el término.

-¿Graves presagios? ¿Acaso eso se dice?

-Claro que sí. Lo acabo de inventar.

Nick resopló.

-Bien. Lo que tú digas. Tenemos que encontrarle. Si no es por otra razón, no necesitamos que esté haciendo algo que lo exponga en público.

-Sí -dijo Caleb con sarcasmo-. Tienen normas que impiden que te expongas en público.

Kody dejó escapar un largo suspiro de sufrimiento.

-Creo que a sé por qué los dioses os han hecho a los dos tan guapos. Si no, seríais insufribles.

Riéndose por su broma poco habitual que indicaba que Kody había pasado demasiado tiempo con ellos. Nick se paró en medio del pasillo al ver a Nathan pasar por su lado.

Unos metros más allá, Nathan se paró y se dio la vuelta lentamente mientras intentaba descifrar unos horarios y números de aulas que no tenían ni pies ni cabeza.

Casi sintió pena por el chico ya que aún recordaba sus primeros días allí cuando estuvo tan perdido y confuso. Los número de aulas del primer piso los había organizado un demonio caótico empeñado en llevar a los incautos a la locura. No tenían ningún sentido en el mundo de nadie, excepto en el del lunático borracho que los había puesto en las puertas desde un principio, siguiendo algún tipo de juego mental retorcido.

Por mucho que Nick se odiara a sí mismo por la compasión, avanzó hacia él antes de poder detenerse.

-¿Necesitas ayuda?

-¿Aula 114? -Nathan se rascó la cabeza-. Debería estar aquí, entre la 112 y la 115 -dijo señalando las taquillas rojas situadas donde debería haber una puerta-. Pero tampoco puedo encontrar el aula 113.

-Eso es porque la 113 es el gimnasio.

Nathan frunció el ceño.

-¿Qué?

-Exacto. No te preguntes el motivo. Simplemente ve a clase e intenta no llorar -Nick se rió ante la expresión tan confundida de la cara del chico-. Bienvenido a St. Richard, la casa de los disléxicos severos y los locos homicidas. La 114 es el laboratorio de biología. Al final del pasillo a la derecha. Junto al baño y pasando el aula 130. Porque tiene todo el sentido del mundo para nadie.

El chico levantó una ceja.

-Sí... no preguntes. La lógica y el buen juicio se fueron de este lugar hace mucho tiempo. ¿Por qué crees que lo llaman institución?

Nathan se rió.

-Ya imagino. Gracias.

-No problemo.

Le tendió la mano a Nick.

-Me llamo Nathan, por cierto.

-Nick.

Con algo de duda, le estrechó la mano. Aunque ahora que estaba cerca del chico, no sabía por qué había sido tan rato antes. Nathan parecía estar bien, salvo por el hecho de que seguía midiendo más de un metro noventa y a Nick le gustaba ser más alto que los demás.

Tenía tan poco ego en la mayoría de cosas que esta era la única cosa en la que podía sentirse orgulloso. Nadie, excepto Acheron, Xev y Papá Oso Peltier podrían arrebatárselo. Y Acheron y Papá Oso empequeñecían mucho su orgullo cajún. Con casi dos metros quince, eran verdaderos gigantes en el mundo moderno.

Nick le echó un vistazo a Nathan. No había ningunos cuernos escondidos entre ese pelo rubio oscuro. No se disparó ninguna otra alarma cuando le tocó la piel. Sus ojos azules eran claros y normales. Inteligentes, no demoníacos. Sin pupilas en forma de diamante.

Ni siquiera espinillas.

Y por supuesto, iba mejor vestido. Pero claro, ¿quién no? Como Cherise Gautier pensabe que esas chillonas camisetas hawaianas de turista mantenían a su hijo alejado de los problemas (y definitivamente eran el mejor método anticonceptivo jamás inventado porque ninguna mujer le miraba y pensaba, eh, quiero un poco de eso) Nick las llevaba con tanto orgullo como podía.

Y para que conste, esa cantidad de orgullo podía entrar entrar en el ojo de una aguja.

Bajando la mano, Nathan miró por encima del hombro de Nick hacia donde Kody y Caleb estaban esperando.

Sí, Kody me dijo que eras su novio. Lo siento si te molesté antes. No tenía ni idea. Pero debería haber sabido que una chica tan guapa tenía que estar cogida. Solo tenía esperanza, ¿sabes?

Nick se habría sentido un poco mejor si Nathan no hubiera mirado su camisa naranja que bien podría brillar en la oscuridad. Pero era lo suficiente hombre para aguantarlo. Además, si hubiera un apagón en la universidad, podría usarla como varilla luminosa.

¿Quién se sentiría como un tonto, entonces?

-Siento si sobreactué.

Nathan resopló.

-No pasa nada. Lo entiendo. Soy el chico nuevo y me pasé de la raya. No volverá a pasar. Lo prometo.

Sí, por supuesto que no.

Sonó la campana.

Con un tirón rápido pero nervioso, Nathan recolocó sus libros.

-¿Al final del pasillo, a la derecha y pasando la 130?

-Eso es.

-Gracias otra vez.

Mientras Nathan se marchaba, Nick tuvo el presentimiento de que ya había vivido ese momento antes. Como un recuerdo fantasma que estaba al borde de su mente. Malicioso y molesto. Podía ver grandes rasgos pero muy débiles. Cuanto más intentaba mirar, más impreciso se volvía.

¿Qué estaba intentando decirle su mente? ¿Por qué sentía que ese preciso momento se estaba repitiendo?

Era la sensación de déjà vu más extraña que había tenido.

Volvió con Kody y Caleb.

-¿Soy yo o hay algo extrañamente familiar en este día?

Kody asintió.

-Yo también lo he estado pensando. Y también con Natha. Siento que ya lo he visto antes, en algún sitio.

Rascándose la barbilla, Caleb se encogió de hombros.

-Yo no digo nada. Todos los humanos se parecen mucho. Y todos mis días son iguales, incluso en los que estábamos cazando demonios.

Nick sabía que no decía en serio el comentario sobre los humanos. Solo estaba siendo terco. Sin embargo...

-Entonces Nathan es definitivamente humano, ¿verdad?

Kody retrocedió.

-Sí, ¿por qué?

-No lo sé. Tuve una sensación extraña cuando apareció antes. Como si mis poderes se activaran sin razón. Por eso estoy caminando como un gato en una fábrica de Doberman. No puedo quitarme ese sentimiento de inquietud. Hace que desee tener a Nashira en el bolsillo. Tampoco me daría una respuesta concreta. Pero aún así, me habría sentido mejor con su mierda enigmática que estando completamente a ciegas, siguiendo tan solo un mal sentimiento por instinto.

Caleb gruñó.

-Los malos sentimientos de tu instinto me dan úlceras.

-Ni que lo digas -se rió mientras iban a clase y sacaba el teléfono para ver si tenía mensajes.

Aún ninguno de Aeron.

Algo pasaba. No era propio de Legolas desaparecer así. Nunca se iría o desaparecería sin motivo.

Caleb?

Él asintió. Estoy en ello. Ya he oído tus pensamientos sobre nuestro irritante errante. Al momento, se levantó y fue a pedir permiso para ir al baño.

Nick también quería ir, pero sabía que no debía preguntar. La profesora jamás lo permitiría. Un estudiante fuera, sí. Dos igual de delincuentes que no tramaban nada bueno estaba fuera de lo establecido. Un gran inconveniente cuando la seguridad de todo el mundo estaba en juego.

¿Quizá debería fingir un infarto?

No. El Karma es una zorra. y no se refería a Karma Devereaux, que podía ser un poco especial cuando la molestaba. El karma de verdad tenía una forma muy desagradable de devolver represalias y cada vez que contaba incluso la mentira más pequeña, se la devolvía con intereses. Si fingía un ataque al corazón con su suerte, alguna bestia infernal saldría para arrancarle el corazón y comerlo, o peor, hacérselo comer durante el almuerzo. Así era la suerte de Nick. Era el tipo de chico que compraba un billete de lotería, lo rascaría y le tocaría una factura más que tendría que pagar.

Mientras Nick tomaba apuntes se le ocurrió otra idea.

¿Dónde estaba Nashira? Hacia mucho que no tenía noticias de ella. Ni de Dagon.

Sus Power Rangers le habían abandonado. Por lo general no hacían eso... Definitivamente no deberían hacerlo.

Como sus generales, estaban bajo su control directo y se suponía que deberían estar cerca suyo en todo momento. No solo porque Grim y sus fuerzas podrían atacarle en cualquier momento, sino porque no estaban acostumbrados al mundo moderno. Todos ellos habían estado encarcelados en varios reinos del infierno durante siglos y no tenían ni idea de como funcionar en la sociedad moderna

Además de Caleb y Kody. Caleb porque había sido la mano derecha del padre de Nick y había estado presente en el mundo más que Adarian, y mucho más que Nick. Y Kody porque nunca habia estado aislada de la gente. Por no mencionar que a ella le gustaba la humanidad, no como a los demás, y no quería verlos morir entre gritos agónicos, entre el ardiente aliento de un demonio.

Nashira podía funcionar sola poco tiempo, y solo porque había sido capzad de ver y oír desde el confinamiento del libro encantado.

Pero Xev, Dagon y Aeron...

No necesitaban interactuar con el público general sin directa e intensa supervisión. En todo momento.

Jamás. Y con mucho énfasis en la parte de jamás.

Sí, su úlcera estaba creciendo como un lagarto radioactivo en la película de Godzilla. Y si no tenía noticias de ninguno de ellos pronto, iba a tener un bebé del tamaño del Empire State.

¿Se acabaría este día?

Nick se encogió mientras ese pensamiento le pasaba por la cabeza y miró al techo rápidamente. Eh, ¿estás ahí? He dicho que se acabe el día. D-I-A. Día. No mundo. Diiiiiiiiiiiia. Por favor, no confundas esas dos palabras o te equivoques de petición, pero sé como eres... cuando intentas demostrarme algo. No necesito una lección hoy. De verdad. Gracias. Paz.

Si pudiera dar esquinazo durante un rato a la mala suerte, quizá estaría bien.

Caleb volvió al aula con una mirada que hizo que su úlcera creciera casi dos metro más.

Nick levantó una ceja.

No tuvo respuesta.

Nick hizo un ruido de angustia. Lo que hizo que los otros estudiantes se giraran y le miraran. Les miró avergonzado.

-La pubertad. Es muy embarazoso.

-¿Perdona? -preguntó su profesora.

-Todos me estaban mirando como si me hubiera crecido otra cabeza así que estaba intentando aligerar el ambiente.

-¿Y por qué no lo aligera en su tiempo libre, señor Gautier?

-Sí, señor. 

Nick bajó la mirada a su libro de texto y fingió estudiar para no meterse en más problemas. Lo último que necesitaba era un viaje a la oficina. Eso podría hacer que le suspendieran. A pesar de que pudo hacer el truco de la mente una vez, no podía borrar los registros que decían que había estado allí hace una hora. Así que a no ser que cometiera un crimen, lo que no estaba dispuesto a hacer, tenía que calmarse.

Respirando hondo, proyectó sus pensamientos hacia Caleb. ¿Descubriste algo nuevo?

Cuando no recibió respuesta, miró a su guardaespaldas. ¿Caleb?

Actuaba como si no pudiera oírle.

Vale… ¿Le había cabreado? Nick se volvió hacia Kody. ¿Estás hablando los dos?

Al igual que Caleb, no hizo más que pestañear en respuesta a su pregunta. Eso era muy raro. Incluso cuando estaban peleados, al menos le dirigía miradas amenazantes.

¿Kody? Se te ve el sujetador.

Definitivamente no le oía, porque aunque estuviera enfadada con él o algo por el estilo, lo habría comprobado para asegurarse de que no se viera. Era algo que le sacaba de quicio.

En vez de eso, siguió con sus tareas ignorando su comentario.

¿Qué narices?

Preocupado, Nick extendió la mano hacia su lápiz e intento dirigirlo con su telequinesis. Normalmente saldría volando sin ningún tipo de esfuerzo.

Pero esa vez no.

¡No, no, no, no!

El miedo se apoderó de su corazón al pensar que sus poderes habían desaparecido. ¿Pero cómo? Era el Malachai. Nadie podría hacerle algo así.

Nadie aparte de su hijo, y no había hecho nada que pudiera causarlo. Nada de nada.

Dejando de lado los pensamientos impuros. Después de todo, era un adolescente saludable y eso no podía evitarse, especialmente teniendo una novia que era excepcionalmente guapa y que olía tan bien. Pero aparte de eso, todo lo que hacían era besarse. Nada más.

Siendo hijo de una madre adolescente, y habiendo pasado toda su vida con ella, no tenía ganas de ser padre de alguien pronto. Ya tenía suficientes seres paranormales de los que tenía que responsabilizarse. Correr detrás de ellos y arreglar sus desastres le mantenía suficiente ocupado.

Y luego estaba Kyrian, que era una clase especial él solo.

Así que, no… Nadie podría haberle robado los poderes.

Aun así, los pelos de su nuca se erizaron al sentir la sensación de que le observaban. Mirando a su alrededor en aquella habitación iluminada por fluorescentes, vio a Stone Blakermore mirándole como si fuera la sección de bañadores de Sport Illustrated.

Sí, ese era uno de los peores. No le había hecho nada a Stone, nunca. Básicamente dejaba en paz a ese hombre loco. Pero Stone le había odiado desde el momento que atravesó las puertas del instituto. Era como si Stone hubiera olido al Malachai en sus genes y reacionara a él de forma primitiva.

-¿Nick?

Le llevó un segundo darse cuenta de que Kody le estaba hablando.

-¿Sí?

-¿Estás bien?

Le guiñó un ojo. A decir verdad, estaba algo mareado.

-Eso creo, ¿por qué?

-¿La campana?

Nick miró a su alrededor y se dio cuenta de que el aula estaba vacía. Kody y Caleb estaba esperando a su lado con el ceño fruncido por la preocupación.

¿Pero qué…? Justo estaba mirando a Stone…

¿O no?

-Algo pasa. Estaba intentando hablar contigo por telepatía. ¿No me oíste?

-No –Kody se arrodilló a su lado y le acarició el pelo, apartándoselo de la frente para poner la mano en su piel y ver si tenía fiebre-. Estás colorado y tienes sudor frío –mordiéndose el labio de forma adorable, miró a Caleb-. ¿Puede ponerse enfermo un Malachai?

Caleb negó con la cabeza.

-No una vez que hayan aparecido sus poderes.

Agradecido por su preocupación, Nick le cogió la mano y le besó los dedos.

-¿Podría ser el Ojo jugándomela?

Ella miró a Nick.

-Por favor, dime que has dejado esa cosa en casa.

-Está en mi bolsillo. Iba a usarlo para jugar la lotería después de las clases.

Ella dijo algo por lo bajo, y estaba bastante seguro de que era una gran palabrota en una de las lenguas de sus padres.

-¿Por qué?

Ahí estaba el tono que un padre impaciente usaba cuando su hijo hacía algo excepcionalmente inteligente, como meter unas pinzas en un enchufe.

-No sirve para nada más. Imaginé que me debía una Powerball por todo el trauma que me ha hecho pasar.

Estirando los dedos, Kody puso una expresión que decía claramente que si ella tuviera los poderes de un Malachai, le estaría estrangulando con la Fuerza ahora mismo.

Caleb le puso una mano en el hombro.

-Recuerda, le quieeeeeeeeeeres, Kody.

-Me pregunto por qué.

-Yo me pregunto lo mismo cada vez que lo dices en alto.

-Menuda forma de levantarme el ego, amigo –Nick se pasó la mano por la frente y parpadeo en un intento de aclarar su vista-. ¿Entonces creéis que es el Ojo?

-No –Caleb cogió la mochila de Nick y la llevó-. Pero pareces débil… Como tu padre solía ponerse justo antes de que le visitaras en la cárcel.

Kody se quedó boquiabierta.

-¿Qué estás diciendo?

-Digo exactamente eso –Caleb extendió la mano hacia Nick-. Dame el puño.

-¿Por qué?

-¡Dámelo y deja de quejarte!

A Nick no le gustaba ese tono, y no sabía exactamente lo que tramaba. Hablando de cosas que no presagiaban nada bueno. Y cuando obedeció y Caleb uso sus garras para rajar parte de su mano, supo por qué.

-¡Oye! Eso ha dolido, imbécil.

Caleb ignoró sus palabras y maldijo mientras soltaba la mano ensangrentada de Nick.

-¿Piensas que eso duele? No tienes ni idea. Y estamos en un problema muy gordo.

Con la respiración entrecortada, recogió sus garras y miró fijamente a Kody.

-Conoces las leyes cósmicas. Es mi dueño. No debería haber podido hacerle daño. La única forma de hacérselo es… -bajó la barbilla en dirección a la sangre que brotaba de la mano de Nick-. Es que alguien le esté mermando al Malachai que lleva dentro.

-¿Cómo es eso posible? –dijo Kody con un suspiro.

-No lo sé. No había oído nada parecido antes.

El color abandonó las mejillas de Kody.

-Caleb… Si alguien se entera de esto…

-Creéme, Nyra, lo sé… Está muerto.


¡Recordad que Invision sale a la venta el próximo 5 de Abril en su versión inglesa!

Más Información En...

3 comentarios