Extracto de Diciembre de Deadmen Walking

martes, diciembre 20, 2016

-¿Por qué le odias tanto?

-Por razones de las que te alegras no comprender. He visto un lado de él que es inconcebible para alguien con tu experiencia.

Cameron miró hacia la cama y frunció el ceño.

-Nadie es perfecto. Es lo que siempre ha dicho mi madre. Cuando me conoció, se escondía de la ley. Fue lo que los trajo a América. Le habrían colgado en Inglaterra si le hubieran encontrado. Cambiaron sus nombres y dejaron todo lo que conocían para protegerlo y empezar de nuevo.

-¿Hay algún motivo para que me cuentes esta historia?

-Sí -dijo Cameron bruscamente-. Él hizo que su propio hermano y mi madre fueran asesinado durante un robo en Londres. Por eso, ella le odiaba. Sin embargo, ella sabía que su hermano lo había querido como su amigo y por lo tanto no lo entregó cuando él vino a esconderse. Como mi padre solía decir, podemos perdonar fácilmente a un niño que tiene miedo de la oscuridad, pero la verdadera tragedia de la vida es cuando los hombres tienen miedo de la luz. Cuando nos negamos a ver la verdad que está ante nosotros porque enfrentarse a ella es demasiado difícil. Es fácil bloquear el corazón con odio. Pero sólo cuando es libre, será capaz de avanzar sin dolor que te encla al pasado que te está reteniendo.

El dolor llenó sus ojos.

-Como tú, mamá, he perdido muchas cosas que me eran queridas. Pero si tuviera la suerte de encontrar a alguien que pudiera amarme, alguien que me mirase de la misma manera que el capitán te mira cuando piensa que nadie lo está mirando. . . Jamás lo soltaría.

Y con esas palabras, Cameron la dejó sola con su Bane.

Como deseaba Mara que fuera tan simple como la chica pensaba que era. Desafortunadamente, Duel tenía una manera de complicar el más simple de los asuntos. Siempre lo había hecho.

Con el corazón pesado, se dirigió a la cama para inspeccionar sus heridas. La buena noticia era que sanaría. Pero estaba bastante maltrecho.

Haciendo una mueca a causa de los moretones y cortes, le levantó suavemente la camisa por encima de la cabeza y usó sus poderes para manifestar una toalla para que pudiera secarlo.

Sin embargo, cuando comenzó a limpiar y cubrir sus heridas, pudo ver las cicatrices que arruinaban su perfectofísico . El mapa de las batallas que había luchado. Cada parte de su cuerpo estaba cubierta con ellas. Y en su mente, no vio al capitán. Vio al guerrero bárbaro con su armadura negra que había luchado a la cabeza de su ejército.

El líder de los Dumnonii.

Cuando tocó su mano y vio su anillo, esos pensamientos se dispersaron.

Era . . .

Su corazón se detuvo. ¡Era un harthfret! ¿Cómo se le había pasado? En todos los años que habían estado juntos, ella nunca había mirado su anillo. Nunca se percató de lo que era la vibrante piedra roja.

Mordiéndose el labio, alargó la mano hacia el anillo, luego vaciló. Tematará.

Sí, lo haría. Pero si ella tenía lo controlara, él no sería capaz de hacerle daño. Sería su dueña-

Asustada y temblorosa, se obligó a sacarselo del dedo.

Pero en el momento en que lo hizo, disparó una luz a través de la habitación. Una que la cegó. Más que eso, rompió un agujero a través de sus emociones al darse cuenta demasiado tarde que no era su harthfret.

Era de su hermana.

De repente, estaba en el pasado. En el Gran Salón de Tintagel donde la familia Dón-Dueli había gobernado con puño de hierro.

-¡Elf! -gruñó al pasar a través de las puertas en toda su enorme gloria e hizo que los perros y los sirvientes hueyan a buscar refugio. Incluso los guardias parecían un poco nerviosos.

La única que no tenía miedo era una pequeña muchacha adolescente que se sentaba en una silla de madera cerca de la ventana, haciendo costura.

-¿Dejarías de llamarme así? Mi nombre es Elyzabel.

Él había resoplado con desdén.

-¿Por qué no estabas en la lista para entrenar?

-Ya te dije por qué. No tengo ninguna intención de aprender a luchar con espada. Para eso te tengo a ti, Duey.

El gruñido que dejó salir logró que los guardias se retiraran de la habitación.

Ella rió.

-Estás asustando de nuevo a los guardias, hermano.

-Lástima que no pueda asustarte a ti.

Suspirando, ató el hilo y lo partió con los dientes.

-Bueno, necesitas la frustración de tratar conmigo. Todo el mundo hace lo que quieres.

Con una mueca que habría hecho que una persona cuerda se meara encima, se arrodilló junto a la silla de la muchacha y le tendió la taza del suelo.

-¿Por qué no entrenas?

Ella alcanzó a juguetear con la trenza que cayó de su sien.

-No deseo quitar ninguna vida.

Cuando él abrió la boca para hablar, ella le puso un dedo en los labios.

-No te estoy juzgando, Duey. Te amo más que a nada y siempre lo haré. Pero al igual que tú no conoces la paz, yo no quiero conocer la guerra. Ta no te dio opción en tu vida o en tu destino. Te obligó a coger una espada tan pronto como supiste caminar, y te hizo responsable de mí, de Edyth y de nuestra gente. No te has quejado por ello ni una sola vez. He observado todos estos años como crecías de un niño hermoso a un hombre guapo. No podría estar más orgullosa de ti. Y te agradezco el hecho de que me hayan dado una elección en cuanto a mi futuro. Por favor, no me la quites ahora.

Él le cogió la mano y la besó.

-Quiero que estés a salvo, Elf. No tienes ni idea de los horrores que he visto. Lo que les pasa a las mujeres cuando sus hombres no pueden protegerlas. Los romanos siguen avanzando hacia nosotros. Les he retenido hasta ahora. Al igual a que a los Adoni, pero si fallara...

-No fallarás -dijo con una sonrisa-. Nadie puede derrotar a mi hermano.

Él acarició con suavidad sus nudillos llenos de cicatrices.

-¿Qué ha pasado con mi pequeña Elf que solía escalar árboles y pegar a cualquier chico que dijera que no podía correr igual de rápido o disparar igual de bien?

La tristeza oscureció sus ojos antes de que parpadeara para deshacerse de ella.

-Esas travesuras de la infancia son muy diferentes a lo que tú haces.

-Me echas la culpa por nuestros padres -empezó a ponerse de pie.

Ella le mantuvo a su lado.

-Nunca he dicho eso. Es la culpa la que te guía, no yo. Quiero que seas feliz, Du. Nunca hablas de la familia o de paz. Es como si no creyeras que fueras digno de ninguna.

Él dejó escapar una risa amarga.

-¿Cómo podría casarme y tener hijos cuando cada mujer, excepto tú, se estremece cuando me acerco?

-No es verdad. He visto a muchas que se mueren por estar en tu cama.

-Y huyen en cuanto acabamos como si les aterrara que les estrangulara por la mañana.

-Déjales ver el lado que me enseñas a mi.

-¿Que lado es ese? -le gruñó.

-Bueno, esa expresión no, Du. Así les darías un susto de muerte hasta a guerreros hechos y derechos -usó ambas manos para suavizar su ceño fruncido hasta que sonrió. Algo que hizo salir unos hoyuelos en sus mejillas-. ¡Así! Eso derritiría hasta el corazón más frío. Ninguna mujer podría resistirse a una sonrisa tan dulce.

-¿Dulce? Estás completamente loca -poniéndose de pie, tiró suavemente de las trenzas de su hermana. Era una acción tan atípica de la forma de ser de Du y a la vez tan completamente normal para un hermano mayor que derritió el corazón de Mara.

-A pesar de lo que creas, Duey, eres un hombre amable. Un hombre bueno. Y uno justo. Nunca dejes que nadie te diga lo contrario.

Él no habló, pero la expresión de su cara era una como Mara nunca había visto. Era puroo afecto.

-¿Qué quieres? -dijo con un tono provocativo.

-¿Perdón?

-Te conozco, Elf. Nunca me haces un cumplido a no ser que quieras algo.

Ella se sonrojó.

-¿Quién dice que quiero algo?

-Eso -dijo apuntando su cara-. Así que dímelo ya.

Aclarándose la garganta, cogió más hilo y se negó a mirarle a los ojos.

-Quiero casarme.

Sus ojos se volvieron rojos.

Como si lo notara, ella miró hacia arriba y chasqueó la lengua.

-No, no puedes desmembrarlo, hermano. No me ha puesto un dedo encima por miedo a lo que podrías hacerle. Apenas ha hablado conigo.

-¿Entonces cómo sabes que quiere casarse contigo?

Ella frunció el ceño.

-¿Soy tan difícil de tolerar?

-Ya sabes lo que quiero decir.

Sonriendo, arrugó la nariz.

-Lo sé y hemoshablado. Es un hombre tranquilo. Como tú. Quiere preguntarte él mismo, pero le aterroriza cómo reaccionarás. Así que le dije que hablaría primero contigo para evitar que le degollaras antes de tener la oportunidad de hacerte a la idea.

Apareció un tic en su nariz y parecía que estuviera conteniendo una avalancha de maldiciones o un estallido. Pero después de unos segundos, se calmó y el tic pasó a su mejilla.

-¿Es lo que quieres?

-Lo es.

-Supongo que si cambias de opinión, siempre puedo matarle después.

-¡Du!

-¿Qué? -pregunto inocentemente-. Soy el rey aquí. Puedo hacer lo que quiera.

Negando con la cabeza, ella se rió.

-Eres incorregible -sollozó y le miró a los ojos-. ¿Tenemos tu permiso?

-Solo si me lo pregunta él mismo. Entonces sí.

-¿Sin que le degolles?

-Sí.

Ella arqueó una ceja.

Haciendo un sonido de molestia absoluta, puso las manos en alto.

-¡Vale! Tampoco le castraré. Aunque eso es ser injustamente cruel conmigo, que lo sepas.

-Sobrevivirás -se volvió a reir.

-Y más le vale ser bueno conmigo o le cortaré en pedazos -Duel se acercó para agacharse y darle un beso en la cabeza.

-Te quiero, Du.

Él gruñó como respuesta y se alejó.

-No te atrevas a pensar por un minuto que permitiré que te mudes de aquí. Él vendrá con nosotros. Es mi última palabra.

-Lo que tú digas, querido.

-Lo digo en serio, Elf. No lo permitiré.

-Sí, hermano.

Mara parpadeó mientras la escena se desvanecía. No sabía por qué la piedra le había llevado allí.

No hasta que volvió a parpadear y vio la imagen que había vuelto loco a Duel.

SPOILER - SECCIÓN BORRADA PARA EVITAR DESVELAR UNA PARTE IMPORTANTE DE LA TRAMA


Mara jadeó al ver el cuerpo de su hermana como él la había encontrado. Las lágrimas la cegaban por la crueldad.

No era de extrañar que se hubiera vuelto loco. A través del harthfret de su hermana, pudo sentir su angustia cuando saltó de su caballo y gritó a su nombre. Pudo sentir que su corazón se rompía en el momento en que recogió su frágil cuerpo en sus brazos y la sostuvo como un bebé, dispuesto a abrirle los ojos y viviera de nuevo.

Pero se habían asegurado de que no pudiera.

Nunca en su vida había visto a alguien tan destrozado. Nunca había oído tanta tristeza como cuando él gritó al cielo y exigía que los dioses salvaran a su hermana y tomaran su vida en su lugar.

Nadie le había contestado.

Ese era el Duel que había conocido cuando él desgarró a su nemeton en un esfuerzo por encontrar a los que le quitaron a la única persona que le había dado amabilidad sin crueldad. El único corazón que había considerado sagrado.

-Oh Du -Mara respiró cuando finalmente vio la verdad de él. Todo lo que había conocido era el dolor.

Nadie lo había consolado cuando estuvo dolido. Lo había pasado todo solo. Sin amigos o familia.

Con maldiciéndole y condenándolo a cada paso que daba.

Por eso había vacilado aquel día en el bosque. Incluso después de haberle hecho eso a su hermana, él se había negado a hacerle daño. Porque en el fondo, a pesar de su magia, había sabido que era más débil que él. Que ella no podía defenderse de él al igual que su hermana había sido incapaz de luchar contra sus atacantes.

Y en lugar de poner otra inocente en su tumba, él se habría marchado y la había dejado sola.

Todo es mi culpa.

La verdad la golpeó con fuerza y ​​furiosamente. Duel no había ido tras sus hermanas. No había quemado a las mujeres. Habían sido los hombres a los que había atacado.

¿Por qué no lo vi antes? ¿Por qué no lo había visto antes?

Porque había estado enojada y asustada.

Con el corazón latiendo, se sentó en la litera junto a él y devolvió el anillo a su dedo. Lo último que haría era separarlo de la parte más preciada de su hermana.

Acababa de colocarlo en su lugar cuando él respiró hondo y gimió. Cuando empezó a moverse, puso sus manos contra su pecho.

-Tranquilo, Duel. Estás herido. ¿Recuerdas lo que pasó?

Con una mueca feroz, él la miró furioso.

-Me golpeaste en la cabeza con el mástil y me golpeaste hacia los sprites.

Claro que recordaba esa parte.

-También te he salvado de ellos.

-Me golpeaste primero -se pasó la mano por el estómago y se estremeció. -¿Estás aquí para terminar conmigo?

-No. Te he estado cuidando.

Se burló groseramente.

-En serio, ¿por qué estás aquí?

-Contéstame a una cosa. Si no hubiera ligado nuestras vidas, ¿qué habrías hecho conmigo ese día?

Devyl apartó la mirada, pero ella le cogió la mejilla con un suave agarre que lo atravesó hasta el fondo de su alma. Qué cruel era que lo único que había deseado era que ella le tocara.

Contra su voluntad, volvió la cabeza hasta que se vio obligado a mirarla.

-Quiero la verdad –dijo ella.


-Quería matarte. Cuando te vi por primera vez, mi único pensamiento fue que serías la venganza perfecta por lo que habían hecho. Para devolverles exactamente lo que habían hecho a mi hermana. Pero cuando te miré a los ojos y vi tu miedo, supe que no podría hacerte eso. No vi ningún enemigo ese día. Sólo una chica asustada que era lo suficientemente valiente como para pararse cuando supo que no tenía manera de defenderse. Y me enfureció que los tuyos te hubieran dejado allí sola para enfrentarte a mí mientras ellos corrían a salvar su propio pellejo. Esa era la furia renovada que viste dentro de mí. Primero, habían violado y profanado mi sangre, luego te habían echado por lo que pensaban que era el mismo destino. Quería matarlos a todos por eso. Ninguno de ellos merecía tu lealtad.


¡Deadmen Walking es el próximo libro de la saga de los Cazadores Oscuros y forma parte de la trilogía Deadman's Cross!


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