-Por razones de
las que te alegras no comprender. He visto un lado de él que es inconcebible
para alguien con tu experiencia.
Cameron miró
hacia la cama y frunció el ceño.
-Nadie es
perfecto. Es lo que siempre ha dicho mi madre. Cuando me conoció, se escondía
de la ley. Fue lo que los trajo a América. Le habrían colgado en Inglaterra si
le hubieran encontrado. Cambiaron sus nombres y dejaron todo lo que conocían
para protegerlo y empezar de nuevo.
-¿Hay algún
motivo para que me cuentes esta historia?
-Sí -dijo Cameron
bruscamente-. Él hizo que su propio hermano y mi madre fueran asesinado durante
un robo en Londres. Por eso, ella le odiaba. Sin embargo, ella sabía que su
hermano lo había querido como su amigo y por lo tanto no lo entregó cuando él
vino a esconderse. Como mi padre solía decir, podemos perdonar fácilmente a un
niño que tiene miedo de la oscuridad, pero la verdadera tragedia de la vida es
cuando los hombres tienen miedo de la luz. Cuando nos negamos a ver la verdad
que está ante nosotros porque enfrentarse a ella es demasiado difícil. Es fácil
bloquear el corazón con odio. Pero sólo cuando es libre, será capaz de avanzar
sin dolor que te encla al pasado que te está reteniendo.
El dolor llenó
sus ojos.
-Como tú, mamá,
he perdido muchas cosas que me eran queridas. Pero si tuviera la suerte de
encontrar a alguien que pudiera amarme, alguien que me mirase de la misma
manera que el capitán te mira cuando piensa que nadie lo está mirando. . .
Jamás lo soltaría.
Y con esas
palabras, Cameron la dejó sola con su Bane.
Como deseaba Mara
que fuera tan simple como la chica pensaba que era. Desafortunadamente, Duel
tenía una manera de complicar el más simple de los asuntos. Siempre lo había
hecho.
Con el corazón
pesado, se dirigió a la cama para inspeccionar sus heridas. La buena noticia
era que sanaría. Pero estaba bastante maltrecho.
Haciendo una
mueca a causa de los moretones y cortes, le levantó suavemente la camisa por
encima de la cabeza y usó sus poderes para manifestar una toalla para que
pudiera secarlo.
Sin embargo,
cuando comenzó a limpiar y cubrir sus heridas, pudo ver las cicatrices que
arruinaban su perfectofísico . El mapa de las batallas que había luchado. Cada
parte de su cuerpo estaba cubierta con ellas. Y en su mente, no vio al capitán.
Vio al guerrero bárbaro con su armadura negra que había luchado a la cabeza de
su ejército.
El líder de los
Dumnonii.
Cuando tocó su
mano y vio su anillo, esos pensamientos se dispersaron.
Era . . .
Su corazón se
detuvo. ¡Era un harthfret! ¿Cómo se le había pasado? En todos los años que
habían estado juntos, ella nunca había mirado su anillo. Nunca se percató de lo
que era la vibrante piedra roja.
Mordiéndose el
labio, alargó la mano hacia el anillo, luego vaciló. Tematará.
Sí, lo haría.
Pero si ella tenía lo controlara, él no sería capaz de hacerle daño. Sería su
dueña-
Asustada y
temblorosa, se obligó a sacarselo del dedo.
Pero en el
momento en que lo hizo, disparó una luz a través de la habitación. Una que la
cegó. Más que eso, rompió un agujero a través de sus emociones al darse cuenta
demasiado tarde que no era su harthfret.
Era de su
hermana.
De repente,
estaba en el pasado. En el Gran Salón de Tintagel donde la familia Dón-Dueli
había gobernado con puño de hierro.
-¡Elf! -gruñó al
pasar a través de las puertas en toda su enorme gloria e hizo que los perros y
los sirvientes hueyan a buscar refugio. Incluso los guardias parecían un poco
nerviosos.
La única que no
tenía miedo era una pequeña muchacha adolescente que se sentaba en una silla de
madera cerca de la ventana, haciendo costura.
-¿Dejarías de
llamarme así? Mi nombre es Elyzabel.
Él había
resoplado con desdén.
-¿Por qué no
estabas en la lista para entrenar?
-Ya te dije por
qué. No tengo ninguna intención de aprender a luchar con espada. Para eso te
tengo a ti, Duey.
El gruñido que
dejó salir logró que los guardias se retiraran de la habitación.
Ella rió.
-Estás asustando
de nuevo a los guardias, hermano.
-Lástima que no
pueda asustarte a ti.
Suspirando, ató
el hilo y lo partió con los dientes.
-Bueno, necesitas
la frustración de tratar conmigo. Todo el mundo hace lo que quieres.
Con una mueca que
habría hecho que una persona cuerda se meara encima, se arrodilló junto a la
silla de la muchacha y le tendió la taza del suelo.
-¿Por qué no
entrenas?
Ella alcanzó a
juguetear con la trenza que cayó de su sien.
-No deseo quitar
ninguna vida.
Cuando él abrió
la boca para hablar, ella le puso un dedo en los labios.
-No te estoy
juzgando, Duey. Te amo más que a nada y siempre lo haré. Pero al igual que tú
no conoces la paz, yo no quiero conocer la guerra. Ta no te dio opción en tu
vida o en tu destino. Te obligó a coger una espada tan pronto como supiste caminar,
y te hizo responsable de mí, de Edyth y de nuestra gente. No te has quejado por
ello ni una sola vez. He observado todos estos años como crecías de un niño
hermoso a un hombre guapo. No podría estar más orgullosa de ti. Y te agradezco
el hecho de que me hayan dado una elección en cuanto a mi futuro. Por favor, no
me la quites ahora.
Él le cogió la
mano y la besó.
-Quiero que estés
a salvo, Elf. No tienes ni idea de los horrores que he visto. Lo que les pasa a
las mujeres cuando sus hombres no pueden protegerlas. Los romanos siguen
avanzando hacia nosotros. Les he retenido hasta ahora. Al igual a que a los
Adoni, pero si fallara...
-No fallarás
-dijo con una sonrisa-. Nadie puede derrotar a mi hermano.
Él acarició con
suavidad sus nudillos llenos de cicatrices.
-¿Qué ha pasado
con mi pequeña Elf que solía escalar árboles y pegar a cualquier chico que
dijera que no podía correr igual de rápido o disparar igual de bien?
La tristeza
oscureció sus ojos antes de que parpadeara para deshacerse de ella.
-Esas travesuras
de la infancia son muy diferentes a lo que tú haces.
-Me echas la
culpa por nuestros padres -empezó a ponerse de pie.
Ella le mantuvo a
su lado.
-Nunca he dicho
eso. Es la culpa la que te guía, no yo. Quiero que seas feliz, Du. Nunca hablas
de la familia o de paz. Es como si no creyeras que fueras digno de ninguna.
Él dejó escapar
una risa amarga.
-¿Cómo podría
casarme y tener hijos cuando cada mujer, excepto tú, se estremece cuando me acerco?
-No es verdad. He
visto a muchas que se mueren por estar en tu cama.
-Y huyen en
cuanto acabamos como si les aterrara que les estrangulara por la mañana.
-Déjales ver el
lado que me enseñas a mi.
-¿Que lado es
ese? -le gruñó.
-Bueno, esa
expresión no, Du. Así les darías un susto de muerte hasta a guerreros hechos y
derechos -usó ambas manos para suavizar su ceño fruncido hasta que sonrió. Algo
que hizo salir unos hoyuelos en sus mejillas-. ¡Así! Eso derritiría hasta el
corazón más frío. Ninguna mujer podría resistirse a una sonrisa tan dulce.
-¿Dulce? Estás
completamente loca -poniéndose de pie, tiró suavemente de las trenzas de su
hermana. Era una acción tan atípica de la forma de ser de Du y a la vez tan
completamente normal para un hermano mayor que derritió el corazón de Mara.
-A pesar de lo
que creas, Duey, eres un hombre amable. Un hombre bueno. Y uno justo. Nunca
dejes que nadie te diga lo contrario.
Él no habló, pero
la expresión de su cara era una como Mara nunca había visto. Era puroo afecto.
-¿Qué quieres?
-dijo con un tono provocativo.
-¿Perdón?
-Te conozco, Elf.
Nunca me haces un cumplido a no ser que quieras algo.
Ella se sonrojó.
-¿Quién dice que
quiero algo?
-Eso -dijo
apuntando su cara-. Así que dímelo ya.
Aclarándose la
garganta, cogió más hilo y se negó a mirarle a los ojos.
-Quiero casarme.
Sus ojos se
volvieron rojos.
Como si lo
notara, ella miró hacia arriba y chasqueó la lengua.
-No, no puedes
desmembrarlo, hermano. No me ha puesto un dedo encima por miedo a lo que
podrías hacerle. Apenas ha hablado conigo.
-¿Entonces cómo
sabes que quiere casarse contigo?
Ella frunció el
ceño.
-¿Soy tan difícil
de tolerar?
-Ya sabes lo que
quiero decir.
Sonriendo, arrugó
la nariz.
-Lo sé y
hemoshablado. Es un hombre tranquilo. Como tú. Quiere preguntarte él mismo,
pero le aterroriza cómo reaccionarás. Así que le dije que hablaría primero
contigo para evitar que le degollaras antes de tener la oportunidad de hacerte
a la idea.
Apareció un tic
en su nariz y parecía que estuviera conteniendo una avalancha de maldiciones o
un estallido. Pero después de unos segundos, se calmó y el tic pasó a su
mejilla.
-¿Es lo que
quieres?
-Lo es.
-Supongo que si
cambias de opinión, siempre puedo matarle después.
-¡Du!
-¿Qué? -pregunto
inocentemente-. Soy el rey aquí. Puedo hacer lo que quiera.
Negando con la
cabeza, ella se rió.
-Eres
incorregible -sollozó y le miró a los ojos-. ¿Tenemos tu permiso?
-Solo si me lo
pregunta él mismo. Entonces sí.
-¿Sin que le
degolles?
-Sí.
Ella arqueó una
ceja.
Haciendo un
sonido de molestia absoluta, puso las manos en alto.
-¡Vale! Tampoco
le castraré. Aunque eso es ser injustamente cruel conmigo, que lo sepas.
-Sobrevivirás -se
volvió a reir.
-Y más le vale
ser bueno conmigo o le cortaré en pedazos -Duel se acercó para agacharse y
darle un beso en la cabeza.
-Te quiero, Du.
Él gruñó como
respuesta y se alejó.
-No te atrevas a
pensar por un minuto que permitiré que te mudes de aquí. Él vendrá con
nosotros. Es mi última palabra.
-Lo que tú digas,
querido.
-Lo digo en
serio, Elf. No lo permitiré.
-Sí, hermano.
Mara parpadeó
mientras la escena se desvanecía. No sabía por qué la piedra le había llevado
allí.
No hasta que
volvió a parpadear y vio la imagen que había vuelto loco a Duel.
SPOILER - SECCIÓN
BORRADA PARA EVITAR DESVELAR UNA PARTE IMPORTANTE DE LA TRAMA
Mara jadeó al ver el cuerpo de su hermana como él la había encontrado. Las
lágrimas la cegaban por la crueldad.
No era de extrañar que se hubiera vuelto loco. A través del harthfret de su
hermana, pudo sentir su angustia cuando saltó de su caballo y gritó a su
nombre. Pudo sentir que su corazón se rompía en el momento en que recogió su frágil
cuerpo en sus brazos y la sostuvo como un bebé, dispuesto a abrirle los ojos y viviera
de nuevo.
Pero se habían asegurado de que no pudiera.
Nunca en su vida había visto a alguien tan destrozado. Nunca había oído
tanta tristeza como cuando él gritó al cielo y exigía que los dioses salvaran a
su hermana y tomaran su vida en su lugar.
Nadie le había contestado.
Ese era el Duel que había conocido cuando él desgarró a su nemeton en un
esfuerzo por encontrar a los que le quitaron a la única persona que le había
dado amabilidad sin crueldad. El único corazón que había considerado sagrado.
-Oh Du -Mara respiró cuando finalmente vio la verdad de él. Todo lo que
había conocido era el dolor.
Nadie lo había consolado cuando estuvo dolido. Lo había pasado todo solo.
Sin amigos o familia.
Con maldiciéndole y condenándolo a cada paso que daba.
Por eso había vacilado aquel día en el bosque. Incluso después de haberle
hecho eso a su hermana, él se había negado a hacerle daño. Porque en el fondo,
a pesar de su magia, había sabido que era más débil que él. Que ella no podía
defenderse de él al igual que su hermana había sido incapaz de luchar contra
sus atacantes.
Y en lugar de poner otra inocente en su tumba, él se habría marchado y la
había dejado sola.
Todo es mi culpa.
La verdad la golpeó con fuerza y furiosamente. Duel no había ido tras sus
hermanas. No había quemado a las mujeres. Habían sido los hombres a los que
había atacado.
¿Por qué no lo vi antes? ¿Por qué no lo había visto antes?
Porque había estado enojada y asustada.
Con el corazón latiendo, se sentó en la litera junto a él y devolvió el
anillo a su dedo. Lo último que haría era separarlo de la parte más preciada de
su hermana.
Acababa de colocarlo en su lugar cuando él respiró hondo y gimió. Cuando
empezó a moverse, puso sus manos contra su pecho.
-Tranquilo, Duel. Estás herido. ¿Recuerdas lo que pasó?
Con una mueca feroz, él la miró furioso.
-Me golpeaste en la cabeza con el mástil y me golpeaste hacia los sprites.
Claro que recordaba esa parte.
-También te he salvado de ellos.
-Me golpeaste primero -se pasó la mano por el estómago y se estremeció.
-¿Estás aquí para terminar conmigo?
-No. Te he estado cuidando.
Se burló groseramente.
-En serio, ¿por qué estás aquí?
-Contéstame a una cosa. Si no hubiera ligado nuestras vidas, ¿qué habrías
hecho conmigo ese día?
Devyl apartó la mirada, pero ella le cogió la mejilla con un suave agarre
que lo atravesó hasta el fondo de su alma. Qué cruel era que lo único que había
deseado era que ella le tocara.
Contra su voluntad, volvió la cabeza hasta que se vio obligado a mirarla.
-Quiero la verdad –dijo ella.
-Quería matarte. Cuando te vi por primera vez, mi único pensamiento fue que
serías la venganza perfecta por lo que habían hecho. Para devolverles
exactamente lo que habían hecho a mi hermana. Pero cuando te miré a los ojos y
vi tu miedo, supe que no podría hacerte eso. No vi ningún enemigo ese día. Sólo
una chica asustada que era lo suficientemente valiente como para pararse cuando
supo que no tenía manera de defenderse. Y me enfureció que los tuyos te
hubieran dejado allí sola para enfrentarte a mí mientras ellos corrían a salvar
su propio pellejo. Esa era la furia renovada que viste dentro de mí. Primero,
habían violado y profanado mi sangre, luego te habían echado por lo que
pensaban que era el mismo destino. Quería matarlos a todos por eso. Ninguno de
ellos merecía tu lealtad.
¡Deadmen Walking es el próximo libro de la saga de los Cazadores Oscuros y forma parte de la trilogía Deadman's Cross!
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